En plena era de las huertas verticales, balcones cultivables y jardines inteligentes, emerge una protagonista inesperada que reúne belleza, velocidad de crecimiento y valor nutricional: la Basella Alba.
También conocida como espinaca de Malabar, se trata de una planta trepadora originaria de regiones tropicales que es mucho más que una opción decorativa: es una solución viva para hogares que buscan generar verde en poco tiempo.
A diferencia de otras trepadoras, que requieren paciencia y temporadas completas para cubrir estructuras, la Basella Alba crece con energía explosiva. En condiciones óptimas, puede alcanzar hasta diez metros de longitud en apenas semanas, cubriendo pérgolas, muros, cercos o balcones con una masa verde densa y brillante. Su velocidad es tan impresionante que muchos jardineros urbanos la eligen como recurso estratégico para crear sombra, aumentar la privacidad visual o simplemente transformar espacios desnudos en oasis vegetales.
Su follaje, compuesto por hojas carnosas de textura ligeramente mucilaginosa y forma de corazón, no solo es estéticamente atractivo, sino que es completamente comestible. Las hojas pueden consumirse crudas en ensaladas, salteadas como verdura o incorporadas a sopas y guisos. En la cocina, aportan una textura suave y refrescante, además de una carga nutricional que incluye vitaminas A y C, hierro, calcio y antioxidantes naturales. En países asiáticos, donde su uso es común, la Basella Alba se considera una fuente vegetal clave, y cada vez gana más popularidad en cocinas latinoamericanas comprometidas con lo saludable y lo sustentable.
El cultivo de esta especie tampoco exige grandes conocimientos ni recursos: se adapta bien a distintos tipos de suelo, tolera el calor intenso, y puede crecer tanto en tierra como en macetas profundas. Basta con garantizarle luz solar directa, riego frecuente (sin encharcamientos) y un suelo enriquecido con materia orgánica para que despliegue todo su potencial. Además, se reproduce fácilmente por esquejes, lo que permite expandirla sin necesidad de comprar nuevas plantas.
Otro punto a favor es su perfil ecológico. Por crecer verticalmente, optimiza el espacio en viviendas pequeñas, favorece la biodiversidad urbana, y puede utilizarse como parte de sistemas de cultivo sustentable. Incluso sus frutos oscuros, aunque no suelen consumirse, contienen pigmentos naturales que se exploran en cosmética y tintura artesanal.
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En cuanto a su floración, está regulada principalmente por la cantidad de luz solar que recibe: comienza a florecer cuando los días se acortan y hay menos de 13 horas de luz. Esto puede coincidir con el otoño o principios del invierno en algunas regiones, pero en climas fríos su crecimiento se ralentiza considerablemente y puede incluso detenerse. Además, si la planta está expuesta a temperaturas por debajo de los 10 °C, es probable que no florezca en absoluto. En zonas tropicales o subtropicales, donde el invierno es más templado, sí puede florecer en esa estación, aunque con menor intensidad.
Cuando el diseño de espacios verdes se cruza con el interés de producir alimentos frescos y saludables, la Basella Alba aparece como una respuesta vegetal multifunción: cubre, decora, alimenta y lo hace rápido. Una planta que, sin estridencias, ofrece soluciones tangibles al ritmo vertiginoso de la vida actual.
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Cómo cuidar la Basella Alba
- Luz: Prefiere el sol pleno, aunque tolera sombra parcial.
- Riego: Necesita humedad constante; el suelo debe mantenerse húmedo, pero bien drenado.
- Suelo: Rico en materia orgánica, con pH entre 6,5 y 6,8.
- Multiplicación: Se reproduce fácilmente por semillas o esquejes. Los tallos podados pueden replantarse directamente.
- Fertilización: Se recomienda abonar con nitrógeno cada dos semanas durante el crecimiento activo.