WASHINGTON.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, tienen previsto reunirse el viernes en Alaska para su primera cumbre desde el regreso del magnate a la Casa Blanca. Más de tres años y medio después del inicio de la invasión rusa a Ucrania, las expectativas de la reunión están puestas en la negociación por el fin de las hostilidades.
Sin embargo, Ucrania, cuyo presidente no fue invitado a las conversaciones, y sus aliados europeos están preocupados por la posibilidad de un acuerdo que se alcance sin la participación de Kiev.
Esto es lo que hay que saber sobre la cumbre.
¿Cuándo se reunirán los mandatarios?
La Casa Blanca informó que los líderes comenzarán la reunión el viernes a las 11.30 hora local (16.30 de la Argentina). El Kremlin señaló que Trump y Putin mantendrán primero una conversación “cara a cara” únicamente acompañados por sus intérpretes, seguida de negociaciones entre delegaciones y “un desayuno de trabajo”.
Al final, se espera que ambos líderes ofrezcan una conferencia de prensa conjunta, añadió el Kremlin.
¿Qué se espera de la reunión?
El mandatario norteamericano moderó las expectativas sobre un posible avance en las negociaciones con el líder del Kremlin, afirmando el lunes que iba a ver “qué tiene en mente”. El jueves, Trump dijo: “Vamos a averiguar dónde está parado cada uno”, y agregó: “Si es una mala reunión, terminará muy rápido, y si es una buena reunión, vamos a lograr la paz en un futuro bastante cercano”. Además, dijo que hay un “25%” de probabilidades de que el encuentro fuera un fracaso.
El presidente ucraniano, junto con varios líderes europeos, mantuvieron una cumbre virtual con el mandatario norteamericano el miércoles para cerrar filas antes de la reunión.
Allí, Trump se habría comprometido a que “las cuestiones territoriales solo serán negociadas con Zelensky” y a que su país participe activamente en el mecanismo de seguridad reclamado por Europa una vez establecido un cese del fuego.
Los líderes europeos, por su parte, afirmaron que habían acordado una estrategia con el magnate, que incluía insistir en que cualquier plan de paz debe comenzar con un alto el fuego y no negociarse sin Ucrania en la mesa.
¿Qué quiere Putin?
Con una posición de fuerza en el frente, donde sus tropas han acelerado sus avances en los últimos meses en sectores críticos, Rusia mantiene exigencias maximalistas para poner fin a su invasión.
El presidente ruso insiste en que la solución tenga en cuenta las “causas profundas” del conflicto, entre ellas, el deseo de Ucrania de unirse a la OTAN, una alianza militar que Moscú considera una amenaza existencial que se extiende hasta sus fronteras.
Moscú quiere además que se levanten las sanciones internacionales en su contra y que Ucrania se convierta en un Estado neutral y desmilitarizado, y que, por lo tanto, renuncie al suministro de armas occidentales y ponga fin a la movilización militar.
Además, Putin exige que Ucrania ceda cuatro regiones parcialmente ocupadas (Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Kherson), además de Crimea, anexada en 2014, algo que Kiev considera inaceptable.
Otras exigencias rusas, presentadas a los ucranianos durante una moratoria en sus conversaciones en Estambul entre mayo y julio, incluyen el fin de la ley marcial y la organización de elecciones presidenciales y parlamentarias en Ucrania en un plazo de 100 días.
Por último, Rusia exige que se garanticen los derechos de los ciudadanos rusos en Ucrania, en particular en lo que respecta al estatus de la lengua rusa, y que se excluya a los grupos nacionalistas del ejército y del poder, lo que califica como una “desnazificación”.
Para el presidente ucraniano, la mera celebración de la reunión ya es una “victoria” para Putin. “El mejor escenario posible para Rusia (…) sería un acuerdo que estableciera una especie de alto el fuego”, pero que no beneficie a Ucrania, según Sam Greene, analista del Centro de Análisis de Políticas Europeas (CEPA).
¿Qué quiere Trump?
“Quiero ver si puedo detener la matanza”, declaró Donald Trump el jueves, y equiparó una vez más las bajas militares rusas con la muerte de civiles ucranianos.
El presidente norteamericano, que ha intentado mostrarse como un pacificador desde su llegada a la Casa Blanca, pretende poner fin al conflicto más sangriento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, lo que además ayudaría a su ya conocida intención de ganar el Premio Nobel de la Paz.
Durante su campaña electoral, el republicano prometió poner fin a la guerra en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, previo a la reunión del viernes fue más cauteloso y habló de “tantear el terreno” con el líder ruso.
Trump ya aseguró que, en el mejor de los casos, a esta cumbre le seguirá muy pronto una reunión trilateral con el mandatario ucraniano, Volodimir Zelensky.
El magnate también suele hablar del potencial económico de una relación bilateral normalizada con Moscú, un punto que Putin tiene previsto abordar en Anchorage el viernes, según el Kremlin.
¿Qué quiere y qué teme Ucrania?
“El mejor escenario posible (…) sería que la reunión [del viernes] no condujera a ningún acuerdo”, ya que Kiev no estaría “bajo presión” para ceder territorio, resume Olga Tokariuk, experta de CEPA.
En el mejor de los casos, desde la perspectiva del presidente Zelensky y sus aliados europeos, Trump podría imponer “nuevas sanciones” a Rusia, explica la experta.
Los líderes europeos insisten en que la cumbre de Alaska debe centrarse en el alto el fuego, sin abordar posibles concesiones territoriales. Pero Donald Trump reiteró el jueves que lograr la paz requeriría concesiones mutuas en materia de “fronteras y territorios”.
Para Kiev, las exigencias rusas son inaceptables y Zelensky las ha denunciado como “ultimátums”.
En Ucrania, el tema de las concesiones territoriales provoca gran controversia, ya que la población ha hecho enormes sacrificios humanos y ha visto importantes destrucciones materiales desde 2014, con el fin de mantener sus fronteras, establecidas al final de la URSS en 1991.
Kiev también teme que una reducción de su ejército o el fin de los suministros de armas occidentales dejen al país indefenso, en caso de que Rusia decida invadir de nuevo tras alcanzar la paz.
Oficialmente, Ucrania sigue exigiendo la retirada completa de las tropas rusas de su territorio, que actualmente controlan aproximadamente el 20% de su suelo. Presiona, junto con sus aliados, por un alto el fuego incondicional de 30 días, al que Moscú se niega.
También insta a europeos y estadounidenses a ofrecer “garantías de seguridad” sólidas para disuadir a Rusia e insiste en unirse a la OTAN, aunque Washington descartó esta posibilidad.
Ucrania, como otra opción, contempla con los europeos la creación de un contingente militar que podría desplegarse en el país, con el apoyo de la OTAN, en caso de alcanzar la paz. Esta posibilidad también fue firmemente rechazada por Moscú.
¿Por qué Alaska?
La elección parece ofrecer varias ventajas logísticas.
Por un lado, el presidente ruso es objeto de una orden de arresto de la Corte Penal Internacional, de la que Estados Unidos no es miembro, así como de múltiples sanciones. Sin embargo, dado que para llegar a Alaska solo debe que cruzar el estrecho de Bering sin necesidad de pasar por otro país, esto no presentaría un problema.
Además, el lugar elegido, la base militar Elmendorf-Richardson, ofrece un entorno seguro y controlado.
Por otro lado, celebrar la reunión en la base facilita que el presidente norteamericano haga un viaje de un solo día. De hecho, Trump tiene previsto permanecer en Alaska solo unas pocas horas, partiendo hacia Washington a las 17.45 hora local (22.45 de la Argentina), informó la Casa Blanca.
Alaska, además, tiene profundos vínculos con Rusia, que colonizó la región en el siglo XVIII. En 1867, Rusia vendió Alaska a Estados Unidos por 7,2 millones de dólares, pero aún existen comunidades de habla rusa en el estado.
Posteriormente, este vasto estado desempeñó un importante papel estratégico durante la Segunda Guerra Mundial, y aún más durante la Guerra Fría.
Agencias AP, AFP y diario The New York Times