Misiones
El gobernador de Misiones remarcó ante sus colaboradores el camino a seguir
Passalacqua les hizo una fuerte advertencia a sus ministros
“Siéntanse todos renunciados a partir de hoy”, les dijo el gobernador Hugo Passalacqua a sus funcionarios, durante una reunión de trabajo que se desarrolló hace algunas semanas atrás en la Residencia oficial del barrio Luis Piedrabuena, de Posadas. Una frase que dejó algo desconcertados a los ministros y secretarios, que habían sido cordialmente invitados al encuentro. Así empezaba una reunión para la que no se habían preparado y en la que además habría otras advertencias y pedidos concretos.
Así empezaba, tal vez, una nueva etapa en el gobierno provincial. Una etapa en la que al parecer se buscará diferenciar bien las dos miradas antagónicas sobre el rol del Estado, esas que trataron de coexistir, pero chocaron. Esas que tienen por un lado el gobierno nacional y por otro el gobierno provincial.
Es que mientras desde el gobierno nacional se avanza con un intento por correr al Estado de toda actividad que pueda ser comercializada, en Misiones se sigue sosteniendo la premisa de que el Estado debe estar presente para ayudar en la solución de los problemas de gente. Ahí debe haber notado faltas Passalacqua, que después de un tiempo de no poder recorrer el terreno por cuestiones de salud, en el segundo trimestre de este año volvió a hacerlo.
Volver a esa línea de un gobierno cercano a la gente y con los pies en el terreno más que en las oficinas, línea en la que estuvo su primer gobierno y el gobierno de quien hoy es el principal candidato del Frente Renovador para las elecciones de octubre, Oscar Herrera Ahuad, parece ser la decisión.
La exigencia
Volviendo a aquella reunión, tras la advertencia llegó la exigencia. “Es tiempo de trabajar a brazo partido”, les espetó desde la cabecera de la reunión, ante un público totalmente en silencio y aún sorprendido. Les pidió “servir a los misioneros” y “cumplir debidamente su función”. De esa manera evitarían que alguien golpee la puerta de sus despachos con un decreto en la mano para sacarlos de ese lugar.
La advertencia y la exigencia no son casuales, surgen de esa vuelta a terreno y de haber retomado el mano a mano, sobre todo con los intendentes. Los intendentes son figuras algo incómodas para muchos funcionarios, que en algunos casos creen que por contar con un cargo provincial tienen más peso que el jefe de una comuna de 10.000 habitantes. Claramente desconocen mucho de la dinámica electoral y política.
Otro día podemos hablar de por qué la Renovación saca entre 32 y 28 puntos porcentuales en una elección legislativa y luego salta a un margen de entre 60 y 70 puntos en una ejecutiva. Alerta spoiler: la elección de los intendentes y el nombre del candidato a gobernador juegan fuerte… Pero de eso hablamos otro día.
La voz de los intendentes
El 4 de julio pasado, antes del encuentro con sus funcionarios, Passalacqua había recibido en la misma residencia a todos los intendentes.
Era el primer encuentro del gobernador con los jefes comunales tras la elección del 8 de junio, pero era el segundo encuentro entre los intendentes en conjunto. Unos días antes se habían reunido por su propia cuenta y habían armado una lista de cosas que no estaban gustando sobre la manera de manejarse de algunos funcionarios.
A los jefes comunales no les cae en gracia que ministros, secretarios y otros funcionarios lleguen a sus localidades a realizar actividades de gestión sin siquiera enviarles un mensaje y que tengan que enterarse por las redes sociales -o por sus referentes barriales- de alguna actividad provincial en sus territorios.
Tampoco les cae en gracia que después del mediodía no les respondan los teléfonos o que pasen días sin devolver una llamada. Es cierto que las arcas provinciales no pasan por un buen momento y dar respuesta a todos los pedidos es imposible, evidentemente hay quienes en la gestión no aprendieron aún a responder con política a pedidos económicos.
Una de las principales características de los 20 años de gestión renovadora fue la presencia activa del Estado para atacar las problemáticas de la sociedad. Por supuesto que, como en toda gestión, hubo errores y aciertos, no siempre salió bien. Y aunque en la Argentina de este tiempo se intente instalar la idea de que hay que correr al Estado de todos lados, lo cierto es que esa idea no ha sido nunca una opción en la tierra colorada.
Así, Passalacqua ahora busca alinear el trabajo de todos los actores de su gobierno en la idea de un Estado presente y suficiente, tal como lo planteó en el discurso del 1 de mayo ante la Legislatura. Un Estado con la presencia justa y necesaria, que interactúe con el sector privado para asegurar un desarrollo conjunto. Esto, con un gobierno de actores activos, que respondan rápido ante las problemáticas que se les planteen.
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