El objetivo del Gobierno de frenar la suba del dólar oficial con altas tasas de interés para que se mantenga estable hasta las elecciones ya se siente en la economía realimpacta a las empresas, con el encarecimiento del crédito, uno de los motores que hoy dinamiza la economía.
Hay preocupación por proyectos de inversión que están en carpeta. Advierten que si la situación se extiende, podrían paralizarse,el repunte de la actividad, en un escenario en el que el acceso al capital extranjero sigue siendo limitado.
El costo de la financiación en pesos se disparó tras las últimas medidas que tomó el equipo económico de endurecimiento de la política monetaria y las compañías buscan alternativas para evitar girar en rojo.
La tasa del descubierto en cuenta corriente saltó de 35% a 80% anual a fines de la semana pasada. Similar fue el caso en el descuento de cheques, herramienta clave para pymes, cuya tasa anual trepó de poco menos de 40% a 77% en entidades bancarias.
Los analistas advierten que esta dinámica de “mucha tasa y poca liquidez” podría continuar hasta octubre, por lo que anticipan una retracción del crédito y una actividad que se mantendría planchada.
Así lo adelantó en su informe semanal LCG. “Estas tasas reales bastante positivas restringirán el crédito, aumentarán la mora mantendrán el dinamismo económico anestesiado”, señaló la consultora. “El mercado descuenta que permanecerán altas, al menos hasta las elecciones”, agregó GMA Capital en su último reporte.
Para la UIA, “las tasas son parte del sobrecosto estructural que hay que solucionar”. Foto: archivo
La Unión Industrial Argentina (UIA) estimó que la actividad industrial creció 2,8% interanual en julio, aunque aclaró que persiste por debajo del nivel alcanzado en el mismo período de 2022 y 2023, y advirtió que las tasas más altas encarecen el crédito y el capital de trabajo.
Días atrás, la central fabril mencionó que “deberían estabilizarse en un nivel razonable para la capacidad de las empresas” y destacó la necesidad de contar con financiamiento accesible en un contexto de creciente presión sobre los costos.
Su presidente, Martín Rappallini, consideró que “las tasas son parte del sobrecosto estructural que hay que solucionar” y subrayó “la necesidad de avanzar en la corrección de distorsiones sistémicas para competir en igualdad de condiciones”.
En ese sentido, apuntó que los balances con pérdidas que acaban de presentar las alimenticias reflejan que “no estamos ante problemas puntuales, sino frente a uno que atraviesa a la economía, condiciona la competitividad y explica por qué los únicos que pueden sostenerse son los que trasladan los incrementos a precios, mientras que los que no, como los sectores transables que representa la UIA, sufren un impacto directo en sus resultados”.
“Las altas tasas provocan una dificultad adicional al bajo nivel de actividad y escasez de circulante, encareciendo el crédito para inversión, y la financiación de capital de trabajo y de compras de los consumidores. Es de esperar que este esquema se abandone en el menor corto plazo posible”, coincidió el vocero de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Salvador Femenía.
Daniel Rosato, presidente de Industriales Pymes Argentinos (IPA), lo calificó como “un perjuicio muy grande que desalienta las inversiones y perjudica la actividad y la generación de fuentes de trabajo”. “Se paralizan proyectos y se postergan inversiones en bienes de capital. Termina siendo un negocio financiero que no contribuye al desarrollo industrial”, añadió.
Crece el financiamiento con proveedores y la mayor tenencia de efectivo. Foto: archivo
Las estrategias de las empresas
Desde mediados de julio, cuando empezaron a subir las tasas, las empresas implementaron tres estrategias para evitar el encarecimiento del crédito: financiamiento con proveedores, mayor tenencia de efectivo y pago en dólares.
Con la primera, buscan endeudarse con proveedores para mantener la operación diaria, trasladando el costo financiero a lo largo de la cadena de pagos; mientras que con la segunda apuntan a cubrir baches de liquidez sin recurrir a adelantos bancarios. Como consecuencia, cayó el stock total de adelantos en cuenta corriente.
Asimismo, crece la dolarización de la deuda del agro: según un relevamiento de CREA, mientras que hace un año la mayoría de la compra de insumos se pagaba en pesos, desde junio las ventas en dólares representan el 90% de las transacciones.