El azúcar es un ingrediente que asociamos con productos como las galletas, golosinas y refrescos. Sin embargo, también puede estar presente en productos salados sin que nos demos cuenta. Si bien el azúcar es un ingrediente que puede aportar sabor a muchos platos, la Asociación Americana del Corazón recomienda limitar su consumo a no más del 6% de las calorías diarias.
Sobre esa línea, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) advierte un aumento en el consumo de azúcar en la última década, muchas veces sin que la población sea consciente de qué productos la tienen “escondida”.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), la proporción de personas con consumo excesivo de azúcares añadidos aumentó del 61.9% al 89.2% en zonas urbanas y del 46% al 68% en zonas rurales, durante 2024.
El ISSSTE señala que uno de los principales factores de ese incremento es el consumo excesivo de alimentos procesados. Y es que el azúcar puede encontrarse en una variedad de productos, incluso en aquellos que no tienen un sabor dulce. Esto se debe a que aparece bajo diferentes nombres en las listas de ingredientes, por ejemplo, fructosa, sacarosa, almidón o glucosa.
La Asociación Americana del Corazón también advierte que consumir demasiada azúcar eleva los niveles de glucosa en sangre, lo que obliga al páncreas a producir más insulina. Con el tiempo, si el organismo deja de producirla o se vuelve resistente a ella, el resultado puede ser el desarrollo de diabetes tipo 2. El portal BNutrition explica que el azúcar y la sal se encuentran en los alimentos procesados con el fin de mantener o mejorar sus características sensoriales y nutritivas.
Así, el uso de estos ingredientes permite potenciar el sabor, modificar la textura y el color, extender la vida útil de los productos, facilitar su acceso y disponibilidad, así como reducir las pérdidas y el desperdicio en la cadena de producción y consumo. Por su parte, el ISSSTE señala que, aunque la sal y el azúcar se utilizan como aditivos para conservar texturas, consistencias y sabores, su consumo excesivo puede afectar gravemente la salud, aumentando el riesgo desarrollar obesidad, enfermedades cardiovasculares e incluso daños en distintos órganos del cuerpo.
Ante esto, el sitio especializado CP Endocrinología y Nutrición recomienda revisar las etiquetas de los productos para identificar los azúcares añadidos, que pueden aparecer bajo nombres como:
- Glucosa.
- Sacarosa.
- Dextrosa.
- Jarabe de glucosa.
- Fructosa.
- Oligofructosa.
- Jarabe de fructosa.
- Caramelo.
- Miel.
- Zumo de fruta concentrado.
- Dextrina.
- Maltodextrina.
- Almidón modificado de maíz.
Además, los expertos recomiendan priorizar la compra de alimentos frescos y de proximidad -como frutas, verduras, hortalizas, pan, carne y pescado- y limitar el consumo de alimentos procesados y envasados.
BNutrition detalla que en la elaboración del pan, la sal cumple un papel fundamental al intervenir en las interacciones de las proteínas del trigo para formar la masa; mientras que el azúcar añadido contribuye a darle su característico sabor. Pero que tengan múltiples aplicaciones en la industria alimentaria no significa que su consumo sea saludable. Para que cuides tu salud, estos son los alimentos salados que la contienen:
- Kétchup: contiene aproximadamente 1 cucharadita de azúcar por cada cucharada de producto. Se emplea principalmente como conservante, lo que prolonga su vida útil y equilibra la acidez natural del tomate.
- Pan de caja: el azúcar se utiliza para mejorar la esponjosidad y aportar un ligero dulzor.
- Aderezo para ensalada César: contiene alrededor de 1.2 g de azúcar por cada 2 cucharadas.
- Caldo de pollo en cubo: aporta 3.4 g de azúcar por cada 100 g.
- Salchichas: contienen cerca de 4.5 g de azúcar por cada 100 g.
- Jamón: El azúcar se emplea para suavizar la intensidad de la sal y equilibrar sabores.
- Comidas precocinadas: el azúcar actúa como conservante, reduce el crecimiento bacteriano y ayuda a prolongar la vida útil de los alimentos envasados.
- Salsas, sopas y carnes procesadas: en estos productos se añaden pequeñas cantidades de azúcar para suavizar la acidez y mejorar el balance de sabores.
- Cervezas de alta graduación: durante el proceso de fermentación se les añade azúcar para incrementar el contenido alcohólico sin necesidad de emplear más malta.
- Pretzels: en su preparación se utilizan harina enriquecida, maltodextrina, levadura y azúcar. Un pretzel puede contener hasta 34 g de azúcar por cada 100 g de producto.
Tanto la sal como el azúcar cumplen funciones importantes en la industria alimentaria, desde conservar y dar textura hasta equilibrar sabores. Sin embargo, su presencia en productos cotidianos -muchas veces en cantidades que pasan desapercibidas- puede elevar su consumo y hacerlo inconsciente.
Leer las etiquetas, moderar la ingesta y optar -en la medida de lo posible- por alimentos frescos y naturales, es clave para cuidar tu bienestar a largo plazo.