La investigadora María Victoria García, integrante del CONICET, explicó en el segmento Ambiente, Sociedad y Sustentabilidad, conducido por Sonia Weisheim la importancia de considerar la diversidad genética en los estudios de impacto ambiental y en los planes de manejo. Señaló que muchas veces se analiza la presencia de especies, pero no la variabilidad de sus genes, lo que puede llevar a decisiones equivocadas en materia de conservación.
“Se hacen estudios de impacto ambiental, pero vemos con preocupación que nunca se incorporan los estudios de diversidad genética, que deberían ser la base”, advirtió. Según precisó, seleccionar árboles solo por su aspecto externo puede ser engañoso, ya que podrían tener la misma composición genética aunque respondan de manera diferente al ambiente.

Para explicar el concepto, García señaló que la variabilidad genética implica que en una población estén representados todos los alelos posibles. “El carácter es el color de ojo, los alelos diferentes pueden ser celeste o marrón. La diversidad es eso: que en la población queden representados todos los alelos posibles”, ejemplificó. En el caso de los árboles, esa variabilidad asegura resistencia a factores como sequías, cambios de luz o disponibilidad de nutrientes.

El grupo de investigación trabaja con especies nativas como el curupay, el timbó y el anchico. En particular, el curupay fue elegido como especie indicadora de los bosques de la región, ya que está presente en distintas zonas del país. “Nos centramos en el curupay porque es un indicador de los bosques”, afirmó García. Los estudios de ADN cloroplástico permitieron determinar que su distribución es más antigua que las glaciaciones del pleistoceno, lo que aporta información sobre la historia de esos ecosistemas.

La investigadora también advirtió sobre los efectos del cambio climático en los ciclos de las especies. “Nos cuesta mucho, tenemos que ir continuamente a monitorear las poblaciones porque está cambiando la fecha de fructificación”, indicó. Explicó que esas modificaciones pueden impedir la maduración de las semillas o alterar la relación con polinizadores y dispersores, afectando la regeneración natural de los bosques.

Finalmente, García recordó que la carrera de Genética de la Universidad Nacional de Misiones cumple 50 años y ya superó los mil egresados. “En abril del año pasado festejamos los mil graduados. Somos la carrera que tiene mejor tasa de egreso en la facultad”, destacó. Con motivo del aniversario, Posadas será sede del 53° Congreso Argentino de Genética, que reunirá a especialistas nacionales e internacionales.