En los últimos años, el método Miguel Ángel volvió a ganar espacio en psicología aplicada y desarrollo personal. La propuesta se ancla en una idea contraintuitiva: en lugar de añadir hábitos, metas y cursos, conviene retirar capas que ocultan el núcleo identitario.
La imagen es conocida: el escultor no “crea” desde cero; libera la figura que ya vivía en el bloque de mármol. Trasladado a la vida cotidiana, el foco pasa a ser descartar creencias limitantes, rutinas vacías y roles prestados. La promesa es menos ruido y más claridad.
Diversas divulgaciones recientes retoman esta metáfora y la conectan con marcos de psicología positiva y gestión de fortalezas, reforzando que definir los valores y talentos facilita decisiones más coherentes y sostenibles en el tiempo.
Aplicar el método Miguel Ángel y descubrí quién sos en profundidad
- La estatua interior: definir el ‘mármol’ y el ‘yo ideal’. La metáfora se inspira en la frase atribuida a Miguel Ángel: “vi el ángel en el mármol y cincelé hasta liberarlo”. En términos psicológicos, se parte de una visión identitaria: valores no negociables, talentos que energizan y metas que importan. Este encuadre evita acumular objetivos ajenos y orienta la poda de lo accesorio.
- Mapear ‘capas’ que no pertenecen. El segundo movimiento consiste en listar hábitos, creencias y compromisos que no reflejan la identidad deseada: tareas asumidas por inercia, expectativas de terceros, narrativas de “debería”. El inventario distingue entre lo que acerca y lo que aleja del retrato preferido.
- Cincelar en microacciones. El método no pide revoluciones, sino micro–recortes: cancelar un compromiso improductivo, limitar la exposición a entornos que desalinean, modificar un automatismo diario. Cuanto más pequeño y repetible el cincelado, mayor la adherencia y el efecto acumulativo.
Método Miguel Ángel: descubrí quién sos en profundidad. (Foto: Freepik)
- Feedback externo como espejo. Miradas significativas (amigos, colegas, terapeutas o pareja) ayudan a detectar “rebabas” que el sesgo propio no ve. La literatura denomina a este apoyo efecto Miguel Ángel cuando surge en vínculos cercanos que refuerzan el yo ideal de cada parte, con mejoras en bienestar y estabilidad.
Paso a paso: cómo practicar el método
- Inventario de esencia (30 minutos). Redactar tres listas: valores (qué principios guían), fortalezas (conductas que salen bien y dan energía) y metas significativas a 6–12 meses. Herramientas de psicología positiva que miden fortalezas pueden orientar este diagnóstico inicial.
- Auditoría de fricciones. Cruzar la semana tipo con el inventario y marcar fricciones: actividades que consumen mucho y aportan poco, entornos que inducen hábitos indeseados, creencias (“no soy capaz”, “no tengo tiempo”) que traban. El objetivo es ver qué “mármol sobrante” conviene retirar primero.
- Podas mínimas y medibles. Seleccionar tres micro–recortes: 1) eliminar un compromiso recurrente sin retorno, 2) reducir una distracción cuantificable, 3) sustituir una creencia por un experimento conductual pequeño que la ponga a prueba. El progreso se mide semanalmente en 10 minutos.
- Acompañamiento y límites. Buscar una fuente de soporte que valide avances y alinee expectativas con el “yo ideal” (pareja, mentoría, terapia breve). La evidencia sugiere que cuando el entorno refuerza metas nucleares, aumentan satisfacción y confianza en la trayectoria personal.
- Revisión trimestral. Cada 90 días, actualizar visión, fortalezas y podas. La identidad es dinámica: el método funciona como higiene de coherencia, no como evento único.
Paso a paso: cómo practicar el método. Foto: Freepik
El método Miguel Ángel ordena el autoconocimiento en torno a una idea simple: menos es más cuando lo que sobra tapa lo valioso.
Poner por escrito la identidad preferida, localizar fricciones y cincelar con micro–decisiones convierte una metáfora artística en una rutina viable.
Al sumar soporte de relaciones que acompañan —sin imponer—, la trayectoria se vuelve más estable. El resultado no es convertirse en alguien distinto, sino revelar con paciencia lo que ya estaba ahí: la estatua interior lista para salir a la luz.
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