Puede decirse de él que es un inventor. Pero es mucho más que eso. Es un joven emprendedor que le cambia, de manera real y concreta, la vida a miles de personas. Esa curiosidad que de chico le despertaban los mecanismos de los electrodomésticos, a los que desarmaba para construir con sus piezas alguna otra cosa, se vio felizmente materializada a los 16 años, cuando inventó prótesis para manos y brazos empleando impresoras 3D, las cuales entrega de forma gratuita a quienes las necesitan. Su nombre es reconocido internacionalmente y se presenta a sí mismo como un inventor argentino apasionado por crear soluciones innovadoras que le mejoran la vida a la gente.
-¿Qué pasaba cuando eras muy chico y desarmabas electrodomésticos y tu madre te tuvo que mandar a un taller?
-En mi casa siempre viví con mi madre. Mi viejo se fue cuando era chico, y con ella siempre fue como una cuestión de cómo aguantar a un pibe que rompía todo, que intentaba saber cómo funcionaban las cosas. Entonces por ahí veía la plancha de mi vieja, y quería saber por qué calienta. Ella trabajaba desde las diez de la mañana hasta las ocho de la noche, más o menos, después de la escuela yo me quedaba en casa solo. Y era un poco quilombero y hacía cosas peligrosas. Y ella un día dijo basta, no me rompas más las cosas. Y me llevó a un tallercito de inventiva. Todos los fines de semana viajábamos desde Pompeya hasta Colegiales en el 42. Y eso era para mí en vez de romper las cosas de mi casa, romper las cosas de otro.
-¿Cuándo fue el primer momento, el primer invento del que te sentiste orgulloso?
-Todos los fines de semana creábamos algo. Esa era como la idea en ese taller. Sentarnos en un grupo de diez, quince chicos a decir mirá, creé tal cosa, hice tal otra. Era una pavada, no sé, un soporte para una plancha que no te queme el piso. Y cuando fui creciendo hacía otros tipos de inventos que por ahí eran un poquito más complejos, involucraban electrónica y esas cosas, y había hecho una antenita que transformaba señales del ambiente en luz. Ya empezaba a decir: ah, mirá, inventar puede solucionar un problema ecológico y también puede solucionar un problema de salud, y a esa edad, más o menos, a los 14 o 15 años, empiezo ya a comunicarlo y a hacerlo más masivo.
-¿Cómo lo hiciste más masivo?
-Yo me anotaba en facultades, cursos, charlas, eventos, concursos, pero no podía participar en ninguno porque era menor de edad, pero me notaba igual. Y hubo gente que me dio lugar. Cuando di mi primera charla en TEDx eso me abrió un montón de puertas, poder contar mis proyectos y mis ideas.
-¿Y a los 16 años qué pasó cuando descubriste esta forma de generar una prótesis que le podía solucionar un tema de salud a tanta gente?
-Mis proyectos eran caseros. Todo a mano. Cinta, cartón, papel. Pero había una idea atrás de eso y fue cuando, mediante la impresión 3D, yo armé una máquina, a eso de mis 15, 16 años, y los prototipos salían lindos. Cuestión que armando impresoras 3D, digo, capaz que podemos hacer un negocio, vender impresoras 3D. Estamos hablando del año 2010, más o menos. Pero en ese momento nadie quería una impresora 3D y nosotros estábamos produciendo máquinas que no tenían un destinatario. Entonces, después de publicarlo en las redes, en todos lados, la mamá de Felipe, un chico de Tres Algarrobos, dice está bueno lo que hicieron con la impresora, no nos interesa comprar una máquina, pero sí le pueden hacer una mano a mi hijo, se los agradeceríamos un montón. Felipe no tenía su mano izquierda.
-Entonces le generaron una mano artificial.
-Claro, o sea, para las personas que nacen sin una mano por alguna malformación, o sin un dedo pulgar u otro tipo de necesidades, con la producción tradicional, que es la seriada, con moldes, máquinas enormes, es difícil de hacer algo a medida. Eso lleva mucho tiempo y mucho trabajo de ortopedista, pero con la impresión 3D se puede prototipar cualquier tipo de productos de una manera rápida, sencilla y económica. Eso nos permite adoptar moldes de amputaciones, prótesis a medida de las personas y de cada necesidad.
-Y ahí nace tu emprendimiento Atomic Lab, a partir del cual generás estas prótesis. ¿Son totalmente gratuitas?
-Sí, siempre, desde el 2011 hasta el 2025 y esperemos que por muchos años más. Porque la realidad es que la persona que hoy en día necesita una prótesis, estamos hablando de entre 10 mil a 15 mil dólares, tiempos de espera de tres a seis meses, colores que son únicos. Estamos hablando de chicos que por ahí cambian cada año, año y medio, cuando son chiquititos, y ya es necesario que tengan otra prótesis y a medida que van creciendo es un costo muy grande.
-¿Cómo se conectan con vos?
-A través de Internet. Todo gratuito y transparente, a través de Facebook, Twitter, redes sociales, etcétera, piden la prótesis y se las hacemos.
-¿Y cómo se sostiene Atomic Lab sin ayuda del Estado?
Es verdad, no tenemos ayuda del Estado, solo privados. Desde el 2011 hasta ahora trabajamos de esa manera. Hay empresas que nos ayudan.
-Sé que atravesaron por muchas trabas y complicaciones.
-Ser emprendedor es complicado. Yo creo que tenemos mucha voluntad, muchas ganas. Siempre los argentinos buscamos la forma de salir adelante, pero por ahí, en mi caso, por ejemplo, una de las grandes trabas que tuve es el factor monetario y lo suplimos yendo a concursos y a distintas empresas. Hasta nos han amenazado. También trabas por cuestiones legales, nos pasó varias veces que las ortopedias nos decían che, nos estás robando clientes, y la verdad es que no es así, porque son clientes a los que ellos no llegarían, son personas que necesitan una mano, un brazo, que es imposible que alguien los ayude, entonces nosotros estamos ahí. Nuestros archivos están gratis en internet y se comparten.
-O sea que otros los pueden generar también.
-Hay más de 44 países y ya tenemos más de 150.000 descargas, o sea, pueden ser 250.000 o 300.000 prótesis en todo el mundo.
–Tanto es así que Barack Obama los mencionó.
-Así es, nos pusieron en un lugar bastante bueno y pudimos llegar a entregar prótesis en un montón de países gracias a eso.
¿Alguna vez pensaste en rendirte, en soltar todo?
-Varias veces sí, pero nos pasa que las historias de la gente es lo que más nos motiva. Hay veces que nos enteramos de chicos a los que le entran chanchos a la casa y les comen las manos. o pibes que sufren bullying y por ahí les mandamos una prótesis de superhéroe y vos lo ves que van a clase con la prótesis de Iron Man. Es un cambio físico y psicológico para ellos y todo el entorno.
-¿Y la Manoneta?
-La Manoneta es una camioneta en la que fuimos casa por casa, entregando prótesis. Hice dos viajes, en 2018 y 2023. Le pusimos a la camioneta paneles solares, una impresora 3D y nos subimos con un equipo. Hicimos más de 30 mil kilómetros, en unos seis, siete meses, 150 prótesis en cada viaje. Fuimos desde el Impenetrable hasta Tierra del Fuego, a La Quiaca, a todas las provincias, a todos los pueblos, a todas las ciudades que se te ocurran.
-¿La inteligencia artificial va a ser capaz de crear esas cosas? ¿Y en qué lugar quedaría tu ingenio, el ingenio de un ser humano?
-Hoy la inteligencia artificial te puede generar un modelo 3D.
-O sea, vos le podés decir a la inteligencia artificial aquello que querés crear y te lo crea.
-Sí, el tema es que tenés todas las herramientas para crearlo y ahorrar un montón de tiempo, pero necesitás al copiloto humano que vaya diciendo esto está bien, esto está mal. Todavía la inteligencia artificial, en esta rama, necesita de un diseñador industrial.
-¿Si tuvieras que inventar algo que no existe, que te gustaría crear?
-Hoy nuestra misión es utilizar todo lo que es el impacto social para poder llegar a esas personas. Impresión 3D, diseño. Por ejemplo, esta prótesis la hicimos con 16 botellas de Pet de seis litros. Hicimos una máquina que permite transformar esas botellitas en filamento e imprimir las prótesis. Entonces el siguiente paso que buscamos es meter paneles solares, como hicimos con la camioneta, imprimir las prótesis y hacer que esto sea independiente, poder llevar este tipo de módulos a distintas comunidades que lo necesitan. Es uno de los objetivos que tenemos, democratizar la tecnología.
-¿Cómo ves a la educación? ¿La educación corre un poco detrás de estos cambios tan avanzados?
-Es verdad que estamos muy desfasados entre lo que sale nuevo y lo otro. Va muy rápido. Y uno cuando egresa le dan un título con una currícula que por ahí es del 2018. Entonces hay que encontrarle la vuelta, agilizar todo, actualizar el contenido de las currículas mucho más rápido. Creo que eso es lo que nos está faltando. Porque las bases están muy buenas, pero si no nos amoldamos al mercado que viene en un futuro, no estamos hablando de diez años, estamos hablando de uno o dos años, nos van a pasar por arriba. Ves empresas en China que hacen robots muy avanzados y por ahí a nosotros nos está llegando muy tarde ese contenido.
-¿Qué sentís cuando le cambiás la vida a alguien?
-Son historias muy lindas. Siempre me acuerdo de un señor en un pueblo de Entre Ríos, que perdió la mano trabajando en una algodonera, haciendo trabajo de campo. Perdió cuatro dedos y se dedicó a la relojería. Entonces fuimos como a eso de las ocho y media de la noche a la casa y le entregamos la prótesis, y empezamos a escuchar todos los relojes en la casa sonando. Era un tipo de 80 y pico de años. Y le preguntamos a qué te dedicás y nos dice soy relojero. Y ese día nos quedamos todos como diciendo che, nosotros nos quejamos de pavadas y fijate, alguien que perdió su mano, puede dedicarse a la relojería.
-¿Qué son esos anteojos que tenés puesto?
-Son los que se usan para copiarse, entre otras cosas. Ahora te estoy grabando o puedo sacarte una foto. Es algo muy interesante cómo con la tecnología podés crear una prótesis, pero también podés utilizarla para crear un arma.
-¿Nunca pensaste en la tecnología para ganar plata?
– No, no, no, nunca. Salen muy caras las prótesis y hay muchas personas que por ahí hasta un plato de fideos le sale carísimo. Entonces yo creo que a la gente no le podés privar de una prótesis. Con la tecnología me propongo transformar chicos en superhéroes. Ese es nuestro lema.