Manchester United dio una muestra de autoridad al vencer 2-1 a Chelsea en Old Trafford por la quinta fecha de la Premier League, logró dejar atrás la goleada de la fecha pasada en el clásico ante el Manchester City y asoma la cabeza en un momento de muchas dudas y cuestionamientos. Para Rubén Amorim, en tanto, el resultado fue un bálsamo: el portugués sumó su segunda victoria en la liga inglesa y, al menos por ahora, disipa los rumores sobre una posible salida.
El arranque fue de pesadilla para el Chelsea, que tuvo como titular a Enzo Fernández y entre los suplentes a Alejandro Garnacho (no ingresó). Dio un primer aviso Bryan Mbeumo con un cabezazo que encendió al público local a los tres minutos de juego. Inmediatamaente después, un ataque directo marcó el primer gran quiebre del partido: Benjamín Sesko ganó en lo alto, dejó solo a Mbeumo, y Robert Sánchez, arquero de la visita, salió a destiempo, cometió falta fuera del área y fue expulsado por cortar una ocasión manifiesta de gol.
La roja temprana obligó a Enzo Maresca a reconfigurar su equipo de inmediato. El juvenil Estêvão, que había vuelto a la titularidad, fue reemplazado para que ingresara el arquero suplente Filip Jorgensen. Pedro Neto también salió, víctima de un ajuste táctico que dejó al Chelsea sin bandas ni profundidad.
Con un jugador más, el United tomó el control del partido. A los 15 minutos, Mazraoui envió un centro desde la derecha que Diallo bajó con precisión para Bruno Fernandes. El portugués definió de primera en el área chica para marcar el 1-0, su gol 100 con la camiseta de los Diablos Rojos, y desatar la locura en las tribunas.
Y la noche se complicó aún más para los londinenses. En el minuto 21, Cole Palmer, el jugador más desequilibrante del Chelsea en este arranque de temporada, se retiró lesionado, visiblemente dolorido, y dejó a su equipo sin su principal arma ofensiva.
El United no aflojó. A los 37 minutos, tras un córner mal despejado, Luke Shaw ganó de cabeza en el segundo palo y asistió a Casemiro, que también de cabeza, firmó el 2-0. Todo parecía bajo control para los locales.
Pero justo antes del entretiempo, el partido volvió a cambiar. Casemiro vio la segunda amarilla tras una infracción innecesaria en el medio y dejó al United con diez. Fue la tercera expulsión del brasileño desde su llegada al club y la primera en casi dos años.
El complemento fue más trabado que jugado. Con la posesión a su favor, el Chelsea intentó imponer condiciones, pero careció de claridad en los últimos metros. João Pedro fue el más activo, pivoteando y buscando sociedades que nunca aparecieron. El United, en tanto, se replegó con orden y buscó alguna contra que le permitiera liquidar el partido, aunque sin precisión ni contundencia.
La única llegada real del Chelsea fue en el minuto 80 y terminó en gol. Enzo Fernández ejecutó en corto un tiro de esquina, Reece James envió un centro medido y Chalobah, en el punto penal, conectó de cabeza para el descuento. Fue, increíblemente, el primer remate a puerta de los visitantes en todo el partido.
Con diez minutos por jugar, Old Trafford entró en modo sufrimiento. Bruno Fernandes tuvo el 3-1 con una gran jugada individual en el 83, pero Jorgensen salvó a los Blues con una atajada providencial. El tramo final fue todo nervio: Chelsea apretó, el United resistió y el resultado no se movió más.
Con este triunfo, el Manchester United suma 7 puntos, se ubica noveno en la tabla y, sobre todo, gana oxígeno en un momento delicado para su entrenador. Amorim, que había admitido públicamente estar considerando su renuncia, logró una victoria que podría marcar un punto de inflexión en su breve ciclo en Inglaterra.
Para el Chelsea, en cambio, la derrota supone un golpe duro. Pierde el invicto en la Premier y queda sexto, con 8 puntos. Cierra así una semana negra: empate en casa ante Brentford (2-2), caída ante el Bayern en el debut de Champions (3-1) y ahora esta derrota en Manchester. Un tramo que deja dudas sobre el rumbo del equipo y sobre la capacidad de Maresca para enderezar el barco.