En Cadena Noticias, el médico pediatra y neonatólogo Medardo Ávila Vázquez, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Médicas de Córdoba, expuso sobre el impacto de los agrotóxicos en la salud de la población y en el ambiente. El especialista recordó su experiencia como secretario de Salud de Córdoba en 2007, cuando un barrio lindante a zonas de soja y maíz comenzó a registrar numerosos casos de enfermedades graves. “En pocos años se multiplicaron los casos de cáncer, de niños con malformaciones, de asma y de púrpura”, señaló.
En su relato destacó la labor del neurocirujano misionero Hugo Néstor “Bubi” Gómez Demaio, quien advertía sobre un notable aumento de malformaciones neurológicas en niños de familias campesinas.
Todos provenían de familias que trabajaban con tabaco en ambientes contaminados con agrotóxicos. Guardaban los bidones dentro de sus casas porque eran muy caros y eso aumentaba el riesgo de malformaciones”.
El médico detalló que investigaciones realizadas en distintas provincias comprobaron la relación entre la exposición y las enfermedades. “Los estudios epidemiológicos mostraron que tener los bidones dentro de la vivienda genera más de 15 veces más riesgos de que los niños nazcan con malformaciones”, indicó.
Respecto a la regulación, señaló que existen provincias y municipios que han adoptado restricciones. “Chubut tiene prohibido el glifosato y la ley está vigente. San Luis prohibió las fumigaciones aéreas y las aplicaciones cerca de los poblados y de los ríos. Además, más de 400 municipios lograron sancionar ordenanzas que limitan el ingreso de equipos de fumigación y fijan distancias de aplicación”, explicó.
Ávila Vázquez también habló sobre los datos relevados en comunidades rurales expuestas. “En Argentina la tasa de incidencia de cáncer es de dos casos cada mil personas por año»
En los pueblos fumigados encontramos seis o siete por cada mil, lo que significa que el cáncer está triplicado. En esas zonas, el 50% de las muertes es por cáncer, mientras que en el resto del país el promedio es del 20%”.
Finalmente, planteó la necesidad de avanzar en un cambio de modelo productivo. “La sociedad tiene que ser consciente de que no podemos producir alimentos con venenos. El Estado debe ponerle límites al agronegocio y apoyar una transición hacia la agroecología. Es posible producir alimentos sin agrotóxicos, como lo demuestra la experiencia de otros países”, concluyó.