La prevención del riesgo laboral en Argentina busca evitar accidentes y enfermedades profesionales mediante medidas planificadas. Cada actividad debe considerar qué peligros pueden surgir, evaluarlos y eliminarlos o mitigarlos. Este enfoque es central para lograr ambientes de trabajo seguros.
La Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) es la autoridad que promueve esas medidas legales obligatorias. Controla el cumplimiento de normas de salud y seguridad laboral, tanto para trabajadores y empleadores como para aseguradoras de riesgos del trabajo.
Prevenir implica más que reaccionar: requiere evaluación constante de los riesgos presentes, aislamiento de peligros que no puedan eliminarse y controles periódicos. Además, se privilegia siempre la protección colectiva por sobre la individual.
Frente de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo.
Formación, conocimiento de la normativa vigente y una cultura preventiva dentro de cada empresa o institución son herramientas esenciales. Cuando la prevención falla o no existe, aumentan los accidentes y enfermedades laborales evitables.
Riesgo laboral: definiciones, normas y acciones preventivas
El riesgo laboral abarca todas aquellas situaciones dentro de un entorno de trabajo que pueden causar daño físico o mental. La prevención consiste en planificar medidas que reduzcan o eliminen esos riesgos, lo que incluye identificar peligros, evaluar su gravedad y tomar acciones correctivas desde el origen.
Según la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, algunos principios básicos orientan este trabajo: eliminar los riesgos antes que solo proteger, usar barreras físicas y controles para aislar lo peligroso y monitorear las condiciones de trabajo de forma continua.
La formación continua garantiza que los trabajadores conozcan y apliquen las normas de seguridad. Foto: José Almeida
Las medidas preventivas incluyen capacitación constante de los trabajadores, formación sobre los riesgos específicos del puesto, uso correcto de protección individual y colectiva y cumplimiento estricto de normas de higiene y seguridad.
Las evaluaciones regulares permiten detectar riesgos nuevos o cambios en las tareas. Si la empresa modifica herramientas, procesos o productos, debe revaluar los peligros asociados para actualizar medidas preventivas y reforzar controles.
La participación activa del trabajador también es crucial. Cuando los empleados alertan sobre condiciones inseguras o sugieren mejoras, la prevención se fortalece. Muchas empresas implementan comités internos de seguridad o delegados que ayudan a canalizar estas inquietudes.
El estrés laboral es uno de los riesgos más frecuentes y puede prevenirse con pausas activas, organización del tiempo y programas de bienestar.
Existen diferentes tipos de riesgos laborales: físicos, como ruidos, temperaturas extremas o vibraciones; químicos, vinculados a sustancias peligrosas; biológicos, relacionados con agentes infecciosos; ergonómicos, que incluyen malas posturas o esfuerzos repetitivos; y psicosociales, como el estrés laboral. Todos ellos deben ser evaluados y gestionados con la misma seriedad.
En sectores de mayor exposición, como la construcción, la prevención se traduce en uso obligatorio de cascos, arneses y señalización clara. En oficinas, en cambio, el foco está en la ergonomía, la correcta iluminación y la prevención del sedentarismo. Cada actividad requiere protocolos ajustados a sus características.
La normativa laboral argentina establece que la protección colectiva debe priorizarse. Eso significa instalar ventilación adecuada, resguardos en maquinarias, barandas o señalización antes de recurrir a equipos de protección personal como cascos o guantes. La idea es reducir el peligro desde su origen.
La protección colectiva siempre debe priorizarse por encima de la individual.
También es clave fomentar una cultura de prácticas seguras dentro de la empresa. Esto se logra con capacitaciones periódicas, simulacros de evacuación, recordatorios visuales y programas que incentiven la participación activa de los empleados en la identificación de riesgos.
Cuando se instala una verdadera cultura preventiva, los beneficios son claros: reducción de accidentes, disminución de enfermedades profesionales, mayor productividad y mejora del clima laboral. La prevención no es solo una obligación legal, es también una inversión que protege la vida y la salud de los trabajadores.
Mirá también
Mirá también
Los seguros más insólitos del mercado: qué cubren y en qué casos conviene tenerlos
Mirá también
Mirá también
Cambios en el mercado de trabajo: las aseguradoras quieren entrar al fondo de cese laboral
Newsletter Clarín
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializados
QUIERO RECIBIRLO
Tags relacionados