Durante más de una década, millones de fanáticos siguieron las aventuras sobrenaturales de los agentes Mulder y Scully en Los expedientes secretos X. La química entre David Duchovny y Gillian Anderson era tan convincente que los fans especulaban constantemente sobre un posible romance real entre las estrellas. Los medios se llenaron de teorías sobre esa tensión sexual no resuelta entre sus personajes que debía reflejar algo verdadero.
Pero la realidad detrás de cámaras contaba una historia muy diferente: una relación plagada de tensiones, silencios y malentendidos que casi destruye una de las series más icónicas de la televisión. Paradójicamente, mientras el público fantaseaba con verlos juntos, ellos apenas podían soportarse en el set.
Los Globos de Oro que expusieron la verdad
La primera señal pública de que algo no marchaba bien llegó en 1997, durante la ceremonia de los Globos de Oro. Cuando Gillian Anderson recibió el premio a Mejor Actriz en Serie Dramática, los espectadores notaron algo extraño: no agradeció a su coprotagonista David Duchovny en su discurso. Más tarde, cuando Duchovny ganó en la misma categoría y expresó su gratitud hacia Anderson, las cámaras captaron la expresión visiblemente molesta de la actriz.
Sin embargo, ya un año antes, en 1996, Duchovny había dado pistas sobre la tensión en declaraciones para un libro: “No nos juntamos. Nos preocupa mucho que en cualquier momento el otro pueda volverse un psicótico debido a las exigencias que nos imponen, las jornadas de dieciséis horas”.
“Fue intenso y ambos éramos un fastidio para el otro en varios momentos”, revelaría años después Anderson en una entrevista con The Guardian, utilizando una palabra que inicialmente había sido “odio” antes de suavizarla.
La guerra del silencio duró años
En una reveladora conversación en noviembre de 2024 en el podcast Fail Better de Duchovny, ambos actores finalmente abrieron las cartas sobre lo que realmente pasaba en el set de Vancouver. “Pasamos mucho tiempo trabajando en la serie sin siquiera tener contacto fuera de cámara”, admitió Duchovny. “Y había mucha tensión. No nos hablábamos durante semanas”, admitió.
La situación era tan tensa que Anderson la comparó con un matrimonio disfuncional en una entrevista en 2019: “Trabajábamos 16 o 17 horas al día, nueve meses al año, cinco días y medio a la semana; siempre estábamos juntos”.
“Es una locura que pudiéramos presentar ante la cámara los diversos sentimientos, emociones, atracción y todo eso, pero luego no hablarnos durante semanas”, reconoció la actriz británica en el podcast de noviembre de 2024.
La humedad de Vancouver
Los problemas surgían de múltiples frentes, pero uno de los más absurdos y reveladores tenía que ver con el pelo de Gillian Anderson. Durante una entrevista en Jimmy Kimmel Live en 2016, Anderson reveló uno de los detonantes más inesperados de su conflicto: la humedad de Vancouver.
“Filmamos en Vancouver y es muy húmedo allí”, explicó Anderson entre risas nerviosas, mientras Duchovny la miraba sin entender hacia dónde iba la confesión. “La humedad del aire hacía que mi cabello se encrespara mucho. Nos llevaba una eternidad. Entre cada toma, tenían que volver a secarme el pelo. Y todo lleva mucho tiempo”.
Cuando Kimmel preguntó si eso había enojado a Duchovny, Anderson confirmó: “Bueno, creo que eso aumentó la tensión”. Duchovny, visiblemente incómodo, respondió: “Me hace parecer un idiota.”
En 2008, Duchovny había sido más directo con The Guardian: “Solíamos discutir por nada. No soportábamos vernos”. Este detalle aparentemente trivial del cabello ilustraba un problema más profundo: Duchovny, quien ya detestaba filmar en la lluviosa Vancouver, se irritaba esperando durante los frecuentes viajes de Anderson al estilista.
Pero las diferencias profesionales iban más allá del pelo. La disparidad salarial también generó fricciones: Anderson descubrió que Duchovny ganaba el doble que ella, a pesar de ser coprotagonistas. Además, el manejo de la fama súbita los desbordó. “Era como un fenómeno global antes de Internet. Estábamos corriendo, tratando de descubrir quiénes somos”, explicó Duchovny.
El odio nunca arruinó las actuaciones
Lo más sorprendente es que esta guerra fría jamás afectó la calidad de sus actuaciones. “Aparentemente no importaba para el trabajo, porque supongo que los dos estamos locos de remate. Podíamos salir y hacer lo que necesitábamos”, reflexionó Duchovny.
Anderson coincidió: “Es increíble que pudiéramos presentar en cámara los diversos sentimientos y emociones, pero luego no hablarnos durante semanas”.
Décadas después llegó el perdón
Con el tiempo, ambos actores maduraron y reconocieron sus errores. En junio de 2024, Duchovny le dijo a People que él y Anderson eran como familia: “Cuando compartes una experiencia trascendental en tu vida —ese gran éxito con el programa que tuvimos— solo nosotros sabemos lo que se siente estar en el centro de todo eso”.
En el podcast de noviembre de 2024, Duchovny admitió que podría haberse manejado mejor y se disculpó públicamente por no haber sido un mejor compañero. “Perdimos una oportunidad porque tú eras la única persona que sabía por lo que yo estaba pasando y yo era la única persona que sabía por lo que tú estabas pasando”.
Hoy, tras reconciliarse durante el revival de la serie en 2016-2018, mantienen una amistad sólida. En 2021, Anderson incluso publicó una selfie con Duchovny y su perro, demostrando que la relación había sanado completamente. Cuando corrieron rumores de un romance real entre los actores tras su reconciliación, ambos lo negaron rotundamente: eran amigos, no pareja.
La tensión real creó la química perfecta
La tumultuosa relación entre Duchovny y Anderson se convirtió en parte del folclore de Expedientes X. Paradójicamente, esa tensión real pudo haber contribuido a la química sexual no resuelta entre Mulder y Scully que tanto fascinó a los fanáticos y alimentó durante años las especulaciones en revistas y programas de televisión sobre un romance real.
Los medios de espectáculos analizaban cada gesto, cada mirada entre los actores en eventos públicos, sin saber que en realidad estaban presenciando tensión real, no atracción romántica. Duchovny llegó a declarar que toda esa especulación mediática le parecía “muy extraña”.
“Es bonito poder decir ‘lo siento’, ‘me arrepiento’ o ‘podría haberlo hecho mejor’”, concluyó Duchovny. “Porque una vez que lo digo solo me queda la gratitud y ese es el mejor lugar donde estar”.