El fútbol es un negocio que mueve millones y millones. Las compras de clubes, de hecho, en Europa, se hacen por cifras verdaderamente exorbitantes. Le sucedió recientemente al Tottenham del Cuti Romero, que rechazó una oferta de compra cercana a las 4.500 millones de libras. El interesado en quedarse con el club londinense fue Brooklyn Earick, un antiguo DJ internacional, exingeniero de la NASA y actual empresario tecnológico.
El empresario de 41 años reunió a un grupo de 12 inversores, algunos con vínculos en la NFL y la NBA, para impulsar un proyecto bautizado como “Tottenham 3.0”. La idea es ambiciosa: convertir a los Spurs en una potencia global desde lo económico y lo deportivo.
El grupo inversor había diseñado un plan que destinaba parte del monto de la operación -unos 1.200 millones de libras- a fortalecer el plantel con nuevas incorporaciones. La intención era acelerar los tiempos y sellar la compra antes de fin de año. Sin embargo, desde la institución londinense salieron a ponerle un freno a los rumores: aclararon que conocían las versiones sobre una posible oferta, pero remarcaron que la entidad no se encuentra disponible para la venta.
De haberse concretado, la operación habría establecido una nueva marca, dejando atrás lo que desembolsó Todd Boehly y sus socios por el Chelsea en 2022 (fue por unas 4.200 millones de libras).
Brooklyn Earick, el empresario que quiso comprar al Tottenham.
Entre los planes inmediatos de la propuesta de Earick figuraba cerrar un convenio de patrocinio para darle nombre al estadio, un acuerdo estimado en 286 millones de euros. Ese punto era una deuda pendiente de Daniel Levy, ex ‘chairman’ (una especie de presidente) que desde la apertura del Tottenham Hotspur Stadium en 2019 nunca consiguió materializar.
Daniel Levy, presidente del club, junto a Postecoglou. (Reuters/John Sibley/File Photo)
Quién es Brooklyn Earick
Brooklyn Earick es un personaje difícil de encasillar. A diferencia de otros empresarios que llegan al deporte desde una trayectoria tradicional en las finanzas, su recorrido está marcado por giros inesperados. Durante casi diez años se dedicó a la música, como DJ y productor, actuando en escenarios de renombre que lo llevaron desde Nueva York hasta Ibiza.
Después de esa etapa artística, decidió dar un giro radical. Se instaló en San Francisco y logró una pasantía en la NASA Ames, dentro del área de naves espaciales pequeñas, donde se desempeñó como ingeniero eléctrico. Esa experiencia fue clave: allí descubrió su interés por la programación y el potencial de la tecnología como motor de innovación.
Ese mismo interés lo llevó a fundar distintas startups en Silicon Valley, consolidándose como un emprendedor con ambiciones globales. Hoy, con ese bagaje detrás, Earick intenta trasladar su visión al mundo del fútbol.
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