Avisó que no iba a claudicar. Tuvo un escaso tiempo de trabajo luego de la derrota frente a Riestra y le apuntó a ajustar las tuercas indicadas para encender un motor que no respondía y hasta parecía fundido. Sin experimentos, aprendiendo de los errores y con los cambios que pedía el partido, Marcelo Gallardo demostró que sigue vigente, festejó el pasaje de River a la semifinal de la Copa Argentina, certamen en el que es un especialista en los mata-mata, y brindó una nueva masterclass desde el banco. O mejor dicho, masterclásico.
El Muñeco tuvo varios aciertos en los más de 100′ de partido, el primero desde el momento de confirmar un 11 con Facundo Colidio desde el inicio, delantero que terminó siendo clave por su asistencia a Salas y la participación constante en ataque. 1-0 arriba y ante un Racing que suele buscar con pases largos a Maravilla Martínez, reubicó a Portillo como líbero y lo potenció. Y en su duelo táctico con Costas también sacó ventaja al reemplazar a Quintero, al que no lo favoreció el juego constante por arriba, por Nacho Fernández.
La pelota parada fue otro ítem clave. Después de sufrir por esa vía ante Palmeiras y Riestra, cambió la defensa en zona a la clásica hombre a hombre y recuperó solidez. «Cuando las cosas no salen, hay que cambiar», reconoció MG, que se consolidó como el entrenador con más llaves ganadas en la Copa Argentina con 34, el doble de Julio Falcioni, su inmediato perseguidor (17) en un podio que completan Ricardo Zielinski y Frank Kudelka (16).
Es cierto que River se impuso en un encuentro con tintes de «final», aunque para levantar el título aún le quedan dos pasos (en semis irá contra Independiente Rivadavia). La ausencia de títulos en este segundo ciclo de Gallardo es un saldo negativo, pero tiene a favor una supremacía notable en clásicos: desde su vuelta, enfrentó 10 veces a los grandes del fútbol argentino y sólo perdió una vez, frente a Racing a fines del año pasado.