Para Ana Ibáñez, el cerebro funciona como una radio, emitiendo ondas Delta, Theta, Alpha y Beta, cada una surge ante una situación determinada y cree que es posible articularlas a favor. La especialista es una reconocida neurocientífica que se ha enfocado en el entrenamiento cerebral para el alto rendimiento profesional y deportivo. Directora de los centros Mindstudio para niños y adultos es, además, piloto de helicóptero, oradora, formadora y autora del bestseller Sorprende a tu mente que va por su 14ª edición. “Hoy sabemos que podemos influir directamente en cómo gestionamos nuestras emociones y en cómo percibimos nuestra autoestima -afirma-. Esto se debe a la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones”.
Qué es el “positivismo tóxico” que afecta la salud mental
La especialista explica que al entrenar las áreas cerebrales que regulan nuestras emociones y percepciones, se pueden modificar patrones de pensamiento y reacciones automáticas. “Así hay áreas específicas en nuestro hemisferio derecho, en el área frontal y prefrontal que cuando ejercitamos vemos cómo se optimizan, armonizan sus frecuencias y como resultado la persona se siente mucho más cómoda a nivel emocional. Reduce la activación de la amígdala y permite que funcione mejor el cortex prefrontal”, desarrolla.
También agrega que en Mindstudio, realizan este tipo de entrenamientos “como si se tratara de gimnasio cerebral y tenemos unos resultados fantásticos en este ámbito, potenciando la autoconfianza y estabilidad emocional”.
-Hasta no hace mucho se decía que la posibilidad de desarrollar nuestro cerebro se detenía en cierto momento de la vida. Ahora sabemos que esto no es así. ¿Puede explicarnos por qué?
-Durante mucho tiempo se creyó que el cerebro alcanzaba su desarrollo máximo en la juventud y que, después, todo era cuesta abajo. Hoy sabemos que esto es un mito. La neuroplasticidad, que es la capacidad del cerebro para crear nuevas conexiones y reorganizarse, se mantiene a lo largo de toda la vida. Es cierto que hasta los 25 años aproximadamente esta neuroplastia es mucho más grande que en otras épocas, pero aunque la velocidad de aprendizaje puede disminuir un poco con la edad, el cerebro sigue siendo moldeable y capaz de adaptarse a nuevos retos si lo entrenamos de manera adecuada. Esta es una noticia fantástica porque significa que, sin importar la edad, siempre podemos seguir desarrollándonos, aprendiendo y mejorando nuestras capacidades mentales y emocionales.
-Otro mito supone que el entrenamiento cerebral es solo para aquellos que tienen grandes desafíos mentales como deportistas de alto rendimiento o creativos, pero usted propone entrenar el cerebro para la vida cotidiana. ¿Qué podemos cambiar en nuestra vida diaria con esas prácticas?
-Es cierto lo que decís, pero en realidad todos podemos hacerlo. Nuestro cerebro regula cada aspecto de nuestra cotidianidad: cómo manejamos el estrés, cómo tomamos decisiones y cómo nos relacionamos con los demás. Al entrenar funciones como la atención, la flexibilidad cognitiva y la regulación emocional, podemos notar cambios profundos en cómo afrontamos los retos cotidianos. Algo tan simple como aprender a manejar mejor nuestras emociones o a concentrarnos más en las tareas diarias puede tener un impacto directo en nuestro bienestar y en la calidad de nuestras interacciones. Todas las personas podemos beneficiarnos del entrenamiento cerebral, al igual que si ejercitamos nuestros músculos nos sentimos más fuertes y nos lesionamos menos, ocurre lo mismo con nuestro cerebro: siempre es susceptible de entrenamiento y nos reportará mucha mayor fortaleza mental y desarrollo de nuestras capacidades cerebrales.
-Muchos de los malestares de hoy provienen del ambiente: presión laboral, desafíos económicos, ansiedad… ¿Podemos entrenarnos para manejarlos de otro modo y que no nos sumerjan en un círculo negativo?
-Definitivamente. El estrés y la ansiedad, que son respuestas naturales del cerebro a situaciones difíciles, pueden ser gestionados de manera más eficiente cuando entrenamos las áreas cerebrales que regulan estas emociones. Sabemos que la corteza prefrontal y la amígdala juegan un papel fundamental en cómo reaccionamos ante el estrés. Con ejercicios específicos que trabajen estas áreas podemos cambiar la forma en que respondemos a situaciones de presión. No se trata de eliminar el estrés, sino de entrenar al cerebro para que lo gestione de manera más adaptativa, evitando caer en ciclos negativos que nos afectan emocional y físicamente. Una de las claves del entrenamiento cerebral es poder reducir la activación de la amígdala y que tome el mando el córtex prefrontal, lo que nos permite poder evaluar las situaciones que se nos presentan con mayor perspectiva, reflexión y sin activar los circuitos cerebrales de la alarma que son los causantes de sufrir tanto estrés en el día a día.
-Supongamos que no he hecho nada de entrenamiento con mi cerebro. ¿Por dónde y cómo me recomienda comenzar?
-Siempre es bueno empezar de manera simple y con constancia. Recomiendo en primer lugar ser muy consciente de los niveles de esfuerzo y de descanso que tenemos en el día a día. Muchos de los problemas mentales surgen de no respetar los descansos necesarios. Es importante evaluar cómo estás cuidando tu energía, cómo te alimentas, cómo dormís, si hacés ejercicio físico, las personas con las que te relacionas y si estás unido a un buen propósito vital. Todas estas claves son básicas para el buen funcionamiento cerebral.
-¿Podría ofrecerme dos o tres prácticas sencillas que puedo hacer en la vida cotidiana y que me pueden servir para tener un cerebro más robusto?
-Primero, la actividad física es clave. Está demostrado que el ejercicio regular no solo mejora nuestra salud física, sino que también fomenta la creación de nuevas neuronas, especialmente en áreas relacionadas con la memoria, como el hipocampo. Segundo, mantener una buena higiene del sueño es esencial para la salud cerebral; el cerebro necesita tiempo para procesar la información del día y regenerarse. Y tercero, incluir actividades que ayuden a tu mente a relajarse y descansar, como escuchar música que evoca buenos momentos vividos, actividades que te relajan sin tener un objetivo concreto más allá que el de disfrutar. Es muy importante introducir momentos placenteros en el día a día.
-La falta de tiempo es un hito que nos marca casi todo lo que hacemos. ¿Hay algo que podemos hacer para entrenarnos en el uso del tiempo?
-En gran parte se trata de entrenar las funciones ejecutivas, que incluyen la planificación y la toma de decisiones. Una forma eficaz de mejorar nuestra gestión del tiempo es entrenar la atención. Al reducir las distracciones y enfocarnos en una tarea a la vez, el cerebro comienza a ser más eficiente. Además, es importante aprender a priorizar. En lugar de intentar hacer todo al mismo tiempo, podemos entrenar nuestra mente para concentrarse en lo más importante y así mejorar la productividad.
-Las pantallas son el gran tema de esta era. Nos ofrecen un montón de recursos, pero a la vez nos quitan gran parte de nuestra concentración. ¿Cómo podemos trabajarla?
-Son una herramienta increíble, pero también pueden sobrecargar nuestro cerebro con estímulos constantes. Para mejorar la concentración, es fundamental entrenar al cerebro en la capacidad de mantener el foco en una tarea específica. Una buena práctica es establecer tiempos libres de pantallas y dedicar esos momentos a actividades que requieran atención sostenida, como leer un libro o realizar tareas manuales. Además, aprender a desconectar de los dispositivos durante ciertos momentos del día permite que el cerebro descanse y recupere su capacidad de concentración. No se trata de eliminar las pantallas, sino de gestionar su uso de manera más consciente.
-¿Qué recursos podemos poner en juego para ayudar a nuestros niños a entrenar sus cerebros desde temprano?
-La infancia es un momento clave para el desarrollo cerebral, y es fundamental fomentar hábitos que promuevan un entrenamiento adecuado. Los juegos que implican resolución de problemas, memoria y creatividad son excelentes formas de entrenar el cerebro de los niños. Además, es importante que tengan tiempo para el juego libre y el ejercicio físico, ya que estas actividades estimulan el desarrollo neurológico. La educación emocional también es crucial desde una edad temprana, ya que les enseña a gestionar sus emociones de forma sana y a desarrollar habilidades que serán esenciales en su vida adulta.