Una vez más el barrio de La Boca se vistió de moda con el desfile al aire libre de la cátedra de Diseño de Indumentaria II liderada por Andrea Saltzman, el sábado por la tarde, en la vereda de la Fundación PROA.
Participaron estudiantes de los distintos niveles de la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil de la Universidad de Buenos Aires (UBA), a los que se sumaron bailarines invitados, siendo un total de 140 performers arriba de la pasarela. Esta iniciativa se realizó en el marco del Mes del Diseño y la Arquitectura que se está celebrando en la ciudad de Buenos Aires.
Sobre la pasarela, los diseños de los estudiantes se lucieron bajo un cielo impoluto el sábado 4 de octubre.
Y si se tiene en cuenta que pasaron quince temporadas desde el primer fashion show llevado a cabo por la cátedra de la UBA y PROA, así como anteriormente el foco estuvo en las exhibiciones de Joseph Beuys e Yves Klein, entre las más recordadas, esta vez, ¡Aquí estamos! Mujeres en el diseño 1900–Hoy, la muestra exhibida durante el primer semestre de este año, y la recientemente inaugurada Kara Walker, fueron las elegidas como inspiración para los distintos proyectos.
El desfile que contó con la dirección general de Saltzman, la musicalización de Tano Dj, y la coreografía de Agustina Sario, arrancó pasadas las 16, bajo un cielo inmaculado sobre el Riachuelo y al son de More than you, de Billie Holiday.
“Lo que hacemos es movilizar procesos proyectuales –explica la titular de la materia– en los que siempre está presente el diseño desde la piel como borde de contención, entre los cuerpos, la comunidad y lo ambiental”, agrega.
De espíritu circense, una pasada del desfile en PROA.
La pasada inicial arrancó con los diseños del proyecto 1, denominados adherentes, producidos por los alumnos del primer nivel de la cátedra, quienes tomaron como referencia la labor de las diseñadoras homenajeadas en la exposición. “Se terminaron de armar a partir de las marcas del propio cuerpo, con esos otros signos”, subrayó la profesora.
Este bloque creativo, a su vez, presentó las piezas denominadas de rebote. ¿De qué se trata? De textiles tridimensionales que dejan de funcionar como una lámina a partir de los pliegues, incluso de los cortes en la tela que sale al espacio y genera movimiento. También mostraron las tipologías tejidas, donde los futuros diseñadores guiaron su exploración generando un formato collage, que va de la densidad de la masa a la desmaterialización de la trama.
Cada año, las exposiciones de PROA inspiran a los estudiantes, bajo la dirección de Saltzm.an
Ponchos geométricos bifaz fueron los realizados en el proyecto 2 y 4, donde se expresaron las dos caras textiles, relacionadas a distintos universos de la exhibición, el adentro y el afuera de las piezas, para asimilar la movilidad y gestualidad del cuerpo.
La primera piel de esos diseños la confeccionaron a partir del reciclaje de atuendos de sastrería, como el saco y el pantalón, donde incorporaron la misma estrategia de interior-exterior usada en el abrigo. Con estos trabajos pusieron en discusión lo relativo a los géneros y a los personajes que pergeñan para las colecciones.
Colores y formas, en el desfile de estudiantes de Diseño de Indumentaria.
En torno al upcycling, también estuvieron otros desarrollos del proyecto 4, con camisas masculinas resignificadas. Los hicieron referenciados en lo más precario que puede remitir a Kara Walker y a partir de un análisis exhaustivo de la estructura de la prenda. Eso sumado al relleno del matelaseado en base a envoltorios de electrodomésticos descartados. En estos desarrollos contaron con los aportes de Juliana García Bello, diseñadora graduada de la UBA, con amplia experiencia en el rubro.
Como corolario, se vieron los trajes de movimiento, asociados al trabajo de vestuario, con una bajada circense, e inspirados en los hallazgos de los investigadores del Conicet que, unos meses atrás, transmitieron en vivo la expedición al fondo del mar. “Nos alimentamos de las formas de la naturaleza y a la vez del arte óptico, para generar esa metamorfosis”, sintetizó Saltzman.
Andrea Saltzman junto a los colaboradores del desfile.
Todas las pasadas se iniciaron con la aparición de los atavíos en los ventanales –o vidrieras hiperbolizadas– de la primera planta, dentro del edificio, para luego desplazarse hacia afuera, con los modelos que desandaron la pasarela, y después interactuaron recorriendo el Whirligig (Molinete), la obra permanente que fue diseñada especialmente por Dan Graham para PROA.
Lo cierto es que cada uno de esos recorridos reconfirmaron el propósito de extensión de este desfile, el de unir a la universidad con la comunidad y a la Fundación con el acontecer del barrio de La Boca.
El desfile se desplegó, además, por la vereda de PROA y a orillas del Riachuelo.
A su vez, tanto los desarrollos que se vieron como el gesto en la puesta en escena, son el resultado expansivo de la labor conjunta de los profesores, los estudiantes, los bailarines y otros invitados, a los que se añaden los saberes de los profesionales de la Fundación PROA.
Es que, si en la moda contemporánea proliferan las pantallas y la autorreferencialidad, esta experiencia respondió con acciones en el aquí y ahora, como consecuencia del trabajo colectivo. “Lo más hermoso de este proyecto es nuestro entusiasmo y la colaboración del equipo”, concluye Saltzman.