Quien visite Formosa y registre la cantidad y variedad de carteles de todo tipo y color que dan cuenta de la supuesta la bonanza provincial habrá comprado una imagen absolutamente falsa del reino Insfrán, construido a lo largo de casi 30 años. En las últimas elecciones, el autoritario caudillo se alzó con el 70% de los votos, lo cual no refleja más que el nivel de temor que anida en los formoseños, resignados a votarlo una y otra vez para no perder sus míseros trabajos en la densamente poblada administración pública de una provincia cuya actividad económica se concentra en un 70% en el Estado.
Defender el modelo a como de lugar ha sido siempre la consigna del gobernador, silenciando todo cuestionamiento o crítica, habiendo aniquilado a la prensa independiente y alimentando con pauta publicitaria estatal a los afines. Resuenan aun las valientes denuncias contra Gildo Insfrán del fallecido Jorge Lanata, entre ellas las relacionadas con los pozos tapados por la provincia en el marco de la campaña para dar fin al “hambre de agua” que tantas persecuciones le valieron. En marzo pasado, la periodista Guadalupe Vázquez había sufrido intimidaciones al pretender investigar el escándalo de las pensiones por invalidez asignadas a personas sanas. Un equipo de LA NACION fue también víctima el mes pasado cuando quiso retratar la realidad de la comunidad originaria niclavé.
La Asociación para la Promoción de la Cultura y del Desarrollo (APCD) había funcionado de nexo para concertar los encuentros. El equipo a cargo del proyecto “Hambre de Futuro” de LA NACION pretendía conocer cuáles eran los sueños y desafíos que enfrentaban estos jóvenes de la comunidad de San José, en Río Muerto, y del Algarrobal, previendo una estancia de un par de días. Bastó que el equipo liderado por Micaela Urdinez llegara al primer lugar, según lo pautado, para que un móvil policial se acercara queriendo saber a qué se dedicaban, cuánto se iban a quedar, registrando nombres y fotografiando los DNI de los cuatro visitantes.
A partir de entonces, dos camionetas policiales comenzaron a seguir el derrotero periodístico, filmando con sus celulares todos los movimientos. Uno de los vehículos les pasó por al lado. “Saben que son periodistas y ya los persiguen…Les hacen inteligencia, los graban…Yo les recomendaría por su integridad física que se vayan”, les advirtió un vecino que se les acercó, deseoso de compartir con los periodistas todo aquello que, como muchos otros, no se anima a decir a voz en cuello.
Más aún, los periodistas fueron notificados de una supuesta denuncia presentada por el cacique de la comunidad San José respecto de que habían alterado la tranquilidad del lugar. Lo cierto era que incluso los habían invitado a regresar el sábado siguiente y que la falsa denuncia había sido firmada por el denunciante sin siquiera saber de qué se trataba.
La pretensión policial de que los enviados fueran a la comisaría a prestar declaración obligó al equipo a asesorarse legalmente. “Ustedes publicaron en Instagram que el gobierno de Formosa no los reconoce como pueblo”, los increparon unas personas de civil que no quisieron identificarse y llevaban adelante todo el operativo. Transcurridas dos horas de discusiones, dado que luego de la lectura que se hizo fuera de la comisaría no fueron autorizados a fotografiar el documento de la acusación, el equipo periodístico resolvió no prestar declaración y firmar en disconformidad. La causa se inició en Las Lomitas, a cargo del juez Omar Padilla.
La policía también amedrentó a los integrantes de la propia comunidad con averiguaciones, mostrando enojo porque ya había imágenes de las visitas subidas a las redes, como siempre ocurre en este tipo de coberturas.
La intimidación policial no cesó hasta que el equipo abandonó la provincia. Disciplinar a quienes no veneran al caudillo vitalicio es la consigna. Cartas documento, demandas penales, presiones y aprietes integran la realidad cotidiana de esta crujiente provincia. En sintonía con la mendacidad que tiñe la realidad formoseña, en ocasión del Día del Periodista celebrado el 7 de junio pasado, Insfrán destacó “el valioso trabajo de quienes informan con profesionalismo, fortaleciendo el derecho a la información del pueblo formoseño”. Otro ejemplo de su flagrante cinismo, caradurismo y desvergüenza.