Cuando Valeria Lois cumplió 50 años, el director Mariano Tenconi Blanco y sus compañeros de elenco le regalaron un libro, La novela luminosa, del narrador uruguayo Mario Levrero.
En ese momento, la actriz no podría haber imaginado que, como un presagio, ese libro sería fundamental tiempo después, para ponerse en la piel de la imponente María, el personaje que construyó en Madre Ficción, la obra que acaba de estrenar en el Teatro Metropolitan.
Ahora, sentada en un bar de Retiro, en la última mañana del invierno, Lois cuida la voz, porque aún debe acostumbrar la garganta a una escena en la que grita y un estruendo sale de su boca. Está “asimilando la fiesta”, luego de las primeras funciones a sala llena, con risas y ovaciones de pie al final.
Madre Ficción cuenta la historia de Carlos Butti (Diego Velázquez), un dramaturgo argentino que recibe un encargo de la Comedia Nacional de Montevideo y se encuentra con un bloqueo creativo. En medio de esa situación, empieza a escribir compulsivamente en su diario y reflexiona sobre qué significa el Uruguay para él: la tierra de su madre, de su abuela, el lugar de donde ambas fueron expulsadas, castigadas por la pobreza, pero también por ser mujeres en una sociedad decididamente patriarcal.
Sin dudas, mi propia maternidad le aporta experiencia a estos distintos personajes de madre que hago en Madre ficción como en Precoz.
Valeria LoisActriz
Lois es la madre de Butti, una mujer resiliente, con elogios y quejas a su hijo que distribuye con la acidez de una idishe mame, que explota sin razón aparente mientras va enfundada en su gran abrigo de piel y con una monumental peluca de rulos peinados en la peluquería y firmes a fuerza de una potente laca. El elenco lo completan Marcos Ferrante y Camila Peralta, con la música en vivo de Ian Shifres y Gonzalo Pérez Terranova.
La obra es una ficción autobiográfica de Tenconi Blanco -que desde 2018 trabaja con Lois y Lorena Vega en La vida extraordinaria– y que cruza drama, comedia, baile y literatura uruguaya con un guiño directo a Levrero. Madre Ficción es un homenaje de Tenconi Blanco a su madre y su abuela y a la Montevideo que él imagina a partir de sus relatos, dividida por la avenida 18 de Julio y cruzada por el viento que te abraza en cada esquina.
Lois opina que el dramaturgo hace “obras grandes”, a veces difíciles de imaginar cómo se van a poder concretar. “Ensayamos mucho tiempo y en las últimas semanas terminó de tomar forma con la escenografía, la música.
Primero decís: ‘No va a ser posible que alguien se cambie la ropa y la peluca tan rápido’. Tenés que imaginarte en qué escaloncito vas a estar parada, mucho texto, mucha entrada y salida de personajes”, recuerda. Pero ese “acto de fe” que les pedía Tenconi Blanco dio resultados y hoy, asegura: “Soy feliz”.
-¿Cómo te llega la propuesta para este proyecto?
-Él primero hizo esta obra en Uruguay, con otro elenco en una producción con la Comedia Nacional. Yo no había leído el texto, pero las imágenes que veía me gustaban, miraba los personajes y pensaba dónde me veía yo dentro de ese cuarteto y me gustaba esa madre.
Valeria Lois y elenco en Madre Ficción. Están en teatro Metropolitan hasta noviembre.
-¿Qué te atraía del personaje?
-Algo de la parafernalia, de ese look de señora de los ‘90 que está en una situación de duelo, de empastillamiento, con cambios de ánimo sin motivos aparentes y con esta impunidad que te da la edad para decir ciertas cosas terribles sin filtro. Al mismo tiempo, es una madre idealizada por su hijo. Había algo en mostrar a esa madre con todas las combinaciones y conflictos, que me atraía mucho.
-Hay algo muy marcado en María que es cierta añoranza por su lugar de origen, ¿cómo fue la composición de ese personaje?
-Te desarmo un poco la pregunta. Mi mamá es italiana, ella vivió la guerra y vino acá a los 15 años con sus hermanos y su madre. Mi abuelo ya estaba acá. Cada vez que esa familia se junta, cuenta cosas terribles, que me conmueven o me dan ganas de llorar, pero ellos lo cuentan entre risas. Creo que lo mismo hace Mariano con María y con Rosa, la abuela, hay siempre un escape a la risa, como que a la tragedia siempre la cruza algo luminoso. Yo intenté no victimizarla a María, hacerla una especie de heroína de esa tragedia a partir de lo cotidiano, encontrándole la chispa y mostrando lo heroico en una persona común y corriente. Mariano quiso traer a su madre y a su abuela, homenajearlas, pero no de manera solemne, sino que las hizo divas.
Series como División Palermo y Viudas negras tiene mucho aprecio por su público, porque ofrecen un humor para el que hay que estar activo.
Valeria LoisActriz
-En Precoz también interpretás a una madre, ¿qué similitudes y diferencias tiene con María y cómo influye en esos personajes tu propia maternidad?
–Sin dudas mi propia maternidad le aporta experiencia a estos personajes. Hay una escena en la que abro los brazos para que Butti se acerque y abrazarlo: estoy segura de que viene de mi forma de ser madre. La madre de Precoz es una madre que preocupa. Uno la llega a querer a pesar de todo el derrotero con su hijo que podrían llevar a decir: “Uy, qué mala madre”. Mientras que María es muy querible, se la ve un poco más frágil, hogareña y te puede recordar a tu propia madre o a tu abuela.
Entre lo comercial y lo under
Formada con Pompeyo Audivert y Ciro Zorzoli, entre otros, Valeria Lois es una criatura anfibia que se mueve entre el teatro comercial y el independiente, el cine y la televisión o las plataformas. Tiene cinco obras de teatro que están actualmente en cartel: además de Madre Ficción y La vida extraordinaria, hace 13 años que protagoniza La mujer puerca, escrita por Santiago Loza; actúa en Precoz, donde la dirige su compinche Lorena Vega y con texto de Ariana Harwicz; y es codirectora junto a Juanse Rauch de Viento blanco, protagonizada por Mariano Saborido.
Participó en tiras de Pol-ka como Guapas o Silencio de familia. Estuvo en la pantalla grande en distintas películas y en 2020 protagonizó junto a Rita Cortese Las Siamesas, dirigida por Paula Hernández, por la que recibió el Cóndor de Plata y el Premio Sur a mejor actriz protagónica.
Un año después, fue de ella el Premio Konex, por su trayectoria durante la última década en Unipersonal. En 2023 protagonizó el cortometraje premiado en el Bafici Somos las dos con Lorena Vega.
Y este año volvió a la pantalla chica con División Palermo, donde encarnó a la jefa de Gobierno que crea una guardia urbana inclusiva como parte de una bastante accidentada estrategia electoral.
Por si fuera poco, hasta abril, también se ponía en la piel de Nora en Esperando la carroza. “Quizás algunos se hayan decepcionado porque algunos estábamos más y otros menos parecidos a los personajes de la película, pero para nosotros no era un problema. Yo lo pasé fenomenal: era como un parque de diversiones poder actuar la hipocresía. Hacer de falluta es muy divertido”, afirma.
Valeria Lois, una actriz versátil. Foto: Gentileza V.L.
-¿Te parece que la frontera entre lo mainstream y lo independiente hoy es más porosa?
-Vi cuando empezó el movimiento de ir desde lo mainstream a buscar lo independiente, y desde lo independiente permitirse pasar a lo mainstream. Me parece que en otra época había cierta culpa, como la sensación de “venderse”, de entregarse al sistema, de transar, de dejar de ser serio o que se ponía en juego el prestigio. Siento que lo comercial y lo independiente dialogan cada vez más. Eso lo celebro. Después cada uno hará el camino que quiera o que pueda. Está bien si un actor independiente no quiere pasar al mundo de lo masivo y también puede pasar que un actor que viene del teatro comercial vaya a una salita para 20 personas fuera del circuito de la calle Corrientes. Y me parece que hay un público para todo: tenés al que solo va a ver a su ídolo de la televisión al teatro comercial, pero también están los que van ahí y después nos vienen a ver a Lorena, a mí, o a Érica (Rivas), que se hizo famosa con Casados con hijos.
-¿Cómo fue trabajar en División Palermo?
-Lo disfruté muchísimo. Es el clima en el que uno quiere trabajar. Creo que hay algo que pasa con la serie y también con la de Male Pichot (Viudas negras) y es que ambas tienen mucho aprecio por su público porque ella y Santi Korovsky no caretean nada. Al público le gustan porque ofrecen un humor para el que hay que estar bien activo, no pasivo. Y eso lo agradezco como público y como intérprete, porque sé que ofrecen un material mucho mejor para actuar que la típica comedia romántica donde la chica linda se enamora del chico lindo.
-¿Qué te pasó con esa jefa de Gobierno de División Palermo que a veces tiene aspectos que podemos identificar en políticos reales?
-Bueno, hay cierta sensación de que la ficción no logra superar la realidad (risas). Vos pensás: “Che, esto no da hacerlo”. Pero cuando mirás la realidad, no es tan descabellado que mi personaje presente pistolas Taser vencidas, le acaricie la cabeza a una persona de talla baja o que le reproche a un no vidente que no le avisó que había caca de perro. Podés hacer todo porque la realidad te habilita a hacer todo.
-¿Y cómo ves la situación en el mundo de la cultura?
-Con mucha preocupación, porque hay poco trabajo y eso no sólo implica a los actores, sino a técnicos, vestuaristas, maquilladores… Intentamos hacer una cadena para recomendar el trabajo de otros. Obviamente que están desamparados las personas con discapacidad, los jubilados, los estudiantes, y me preocupa adónde vamos a ir a parar. Con respecto a los actores y actrices, a la cultura, creo que es pesadillesco tener que explicar todo el tiempo que no vivimos del Estado, tener que dar explicaciones sobre un discurso que construyó el poder político y un sector de la prensa.
-Cuando hablás de tus trabajos con Tenconi o con Lorena Vega, hablás de personas que son “como familia”, ¿cómo funciona esa retroalimentación?
–Las personas que tengo alrededor son aquellas con las que quiero trabajar. Siento que una cosa me va llevando a la otra desde los 20 años. Mi vínculo con Lore es de ese momento y sigue activo hasta hoy. Y así fueron apareciendo otras personas. Es como una manta de patchwork, se va entretejiendo con personas que pensamos parecido y nos reímos de lo mismo.
-¿Proyectos para el futuro?
-Ahora quiero que Madre Ficción sea una de esas obras que me acompañan mucho tiempo. Estoy malacostumbrada a eso: hago La mujer puerca hace 13 años, La vida extraordinaria hace 8 años y Precoz cumple su tercer año. Ahora, lo que más me gustaría es que Madre Ficción tenga un largo camino.