Ni bien entró a la casona en pleno Villa Devoto reconvertida en cafetería, Fernando Iglesias Molli estuvo atento a cada detalle. Desde la alquimia de aromas y sabor de su café recién preparado en la cafetera Chemex, hasta que todo estuviera donde debía estar. Eso incluye las obras de arte que se exhiben cual pequeña galería, hasta la ubicación de los libros disponibles para ser disfrutados por todo los clientes, pasando por el volumen de la música que suena en el tocadiscos, hasta la disposición y estado del mobiliario, que él mismo diseñó.
“Esta mesa la hice yo solo, con mis manos”, comenta con orgullo de todo lo logrado mientras acaricia el mueble sobre el que está sentado en la sucursal de Av. Lincoln al 4200 de Öss Kaffé. Lo mismo dice de las bibliotecas, los asientos y recepción del lugar, todo tallado en madera por él.
De familia de arquitectos —padre, madre y cinco hermanos— Iglesias Molli logró que su profesión lo lleve a descubrir el apasionado mundo del café y las cafeterías. Todo comenzó en Noruega, uno de los países donde más café se consume. “Hice una viaje contratado por el gobierno noruego para construir una escenografía para una película. Estuve tres meses trabajando y descubrí la importancia y la calidad del café en toda su trazabilidad. Todo lo que hacen los escandinavos lo hacen con una perfección única”, comenta sobre su experiencia en el país nórdico.
Sus inicios en Núñez, en el garaje de su casa
Cuando aún no había estallado el boom de los cafés de especialidad e inspirado en el espíritu cafetero de la cultura noruega, abrió en 2017 su primera cafetería en el garaje de su casa en Núñez, sobre la calle Roosevelt, de apenas 15 metros cuadrados. Al igual que el nuevo espacio de Devoto, allí no solo se disfrutaba de un buen café, sino también de la música, el arte, la escultura y la lectura. Atendido por él mismo, pronto se convirtió en un lugar único en el barrio y en el punto de partida de un sueño que hoy sigue creciendo.
“La arquitectura, el arte, la lectura, la música y el café, son mis grandes pasiones y Öss es un combo de todas esas pasiones y saberes”, resume Fernando. Y agrega: “Es el gran secreto de por qué está generando tanto interés: está hecho con pasión”.
Desde entonces, inspirado en el maestro de la arquitectura Le Corbusier, Fernando concibe cada local como una extensión de su modo de vivir: espacios habitados, atendidos por sus dueños, donde el trabajo y la vida se entrelazan de forma natural.
En este sentido, contagió esa energía a su gran amigo de la niñez, Gastón Martiniano Iudica, que junto a su mujer, María Josefina Córdoba, encargada de la pastelería, montaron Öss en el barrio de Villa Devoto siguiendo la misma lógica: abajo, la cafetería; arriba, su hogar. “No venís a una cafetería cualquiera: venís a lo de Gastón y Josefina a tomar café”, comenta Fernando. Esta visión de cercanía, de sentirse en un hogar, acompañado, es, precisamente, el espíritu de la palabra noruega Öss, que en español significa “nuestro”.
Desembarco en Uruguay, Barcelona y Madrid
“Tenemos el sueño de abrir un local en cada ciudad del mundo”, aspira su creador. Ya hay siete locales que llevan el nombre de Öss Kaffé, no solo en Buenos Aires, sino también en Montevideo, Uruguay; Barcelona y Madrid, en España. Pronto, la idea es abrir en Francia y Japón, según adelanta, e inaugurará otro en el barrio de Palermo.
En Barcelona, el desembarco fue casi inmediato: en apenas 15 días encontraron el local y abrieron las puertas. En cambio, en Madrid el proceso llevó más tiempo, nueve meses de búsqueda hasta dar con el espacio adecuado.
El local de Montevideo se ubica en una casona de Carrasco, donde convive en un multiespacio de emprendedores, desde decoración, perfumería, velas aromáticas y hasta un coworking. En todos los casos, Fernando repite su fórmula: diseñar, construir y habitar los locales, optimizando los recursos lo más posible. En Madrid, por ejemplo, tiene una casa donde habita en el mismo lugar donde se encuentra el local; lo mismo en Barcelona, y también en Recoleta.
“Somos la única cafetería que vende 20 litros de café de filtro por día”, destaca Fernando. Es su forma de entender y apreciar el café desde su origen hasta la taza.
“Saber de dónde viene un café es saber por qué sabe así”, reflexiona. Explica que durante décadas Colombia fue el gran referente mundial, pero países como Perú o Nicaragua han ganado protagonismo gracias a sus suelos, climas y excelentes condiciones de cultivo. Hoy, el café se produce en 28 países y existen más de 240 varietales, cada cual con su identidad propia. “Los verdaderos protagonistas de esta historia son los caficultores: los honramos siempre como el primer y más importante eslabón”, finaliza.