Vanessa Almeida, de 46 años y española, es la primera alpinista con autismo en intentar subir al Manaslu, la octava montaña más alta del mundo ubicada en el Himalaya, Nepal.
Es regatista, campeona del mundo, entrenadora paralímpica y lidera el proyecto “8.000 sin barreras”, con el que quiere convertirse en la primera persona con TEA en ascender una de las montañas más altas del planeta y hacer visible su mensaje: “El autismo no me limita, me potencia”.
El 5 de septiembre, partió desde Madrid hacia Nepal con su compañero alpinista, Juan Vallejo. Durante las semanas previas, Vanessa se preparó con entrenamientos intensivos, acondicionamiento físico y logística, combinando la preparación técnica con la coordinación de su equipo de apoyo.
Sin embargo, ascendió hasta los 7.000 metros de 8.163, antes de que un temporal la obligara a suspender el ascenso. “Salir de la zona de confort transforma, te pone frente a ti misma”, relató en una entrevista.
“Subir montañas te hace ver la vida desde otra perspectiva. Volvés y muchas cosas cotidianas te parecen absurdas”, reflexionó. “Esos choques que te da la montaña te remueven y te recolocan por dentro”.
Cómo llegó a ser alpinista
Su vínculo con el alpinismo llegó hace cinco años, casi al mismo tiempo que su diagnóstico de Autismo de Alto Funcionamiento (TEA 1). Había dedicado su vida a la vela, pero sintió que algo había cambiado. “Ya no disfrutaba, no tenía esa chispa”, recordó.
“La montaña me robó el corazón. Y cuando me diagnosticaron autismo, entendí que podía unir ambas cosas: mi pasión y mi condición”, afirmó.
Vanessa Almeida es la primera alpinista con autismo en intentar subir al Manaslu.
En ese momento nació “8.000 sin barreras”, un proyecto que une deporte, ciencia e inclusión. Además, Almeida, que trabaja junto a un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández, lidera dos estudios sobre fisiología en altitud y nutrición deportiva. “Normalmente en una expedición de 7.000 metros la gente pierde entre 6 y 10 kilos; yo solo perdí medio».
“Vengo de la alta competición, que era muy estresante. En la montaña, no hay jueces, no hay espectadores, solo el silencio y el presente”, contó. Para Vanesa, caminar entre la nieve es una forma de meditar. “Entro en un estado de armonía total. Vibro con la montaña”, reflexionó.
De qué se trata el proyecto ‘8.000 sin barreras’
Busca derribar barreras físicas y sociales, demostrando que con esfuerzo, planificación y respaldo, las personas con autismo pueden alcanzar metas extraordinarias.
Además, su preparación contó con respaldo institucional. Antes de emprender su aventura, Vanessa fue recibida por Rubén Pérez Correa, secretario de Estado de Infancia y Juventud, acompañada por el Dr. Ricardo Canal, decano de la Universidad de Salamanca, y la Dra. María Merino, psicóloga especialista en autismo femenino de la Fundación Miradas de Burgos.
En este encuentro se destacaron los valores de superación, inclusión y visibilidad que representa su proyecto. «Esta aventura será extraordinaria: pienso exprimir cada instante, disfrutar cada momento, aprender y descubrir mucho más. Más allá de alcanzar la cumbre o no, me quedo con el camino y el autodescubrimiento», explica Vanessa.
Qué representa para Vanessa subir al Manaslu
Vanessa describió la montaña como un espejo: «Refleja quién sos, tus miedos, tus dudas y tus límites, pero también tu capacidad de sobreponerte. Arriba, mi autismo no es un obstáculo, sino parte de mi forma de estar en el mundo. No hay juicios, solo la libertad de ser«.
Vanessa Almeida planea seguir entrenando para nuevas metas. Fotos IG Vanessa Almeida
«No se trata solo de subir, sino de aprender a habitar el presente, escuchar el propio silencio y reconectar con lo que de verdad importa. La montaña enseña que, para sentirse en paz, a veces basta con respirar, dar un paso más y confiar en uno mismo», afirmó.
Con respecto al futuro, Vanessa planea seguir entrenando para nuevas metas. “Necesito tiempo para procesar, reestructurar y volver a empezar”, comentó. Asegura que seguirá entrenando y explorando nuevas cimas, aunque sin apuro. Su objetivo no es solo coronar el Manaslu, sino disfrutar del proceso.