El cáncer de mama es un cimbronazo. No importa si llega cerca de los 30 o mucho más adelante; con la experiencia positiva de casos cercanos o sin mucha idea; o acompañada de una fortaleza interna a toda prueba.
Pero después de ese shock surge el alivio que da saber cuánto hay por hacer y las excelentes perspectivas que tienen desde hace años los tratamientos.
En este camino, entre un 30 y un 50 por ciento de las mujeres diagnosticadas atravesará una mastectomía -la extirpación completa del seno- y que implica enfrentar el cambio estético más contundente.
“Hay varios factores que indican la necesidad de una cirugía radical y no siempre está relacionada con la gravedad ni el pronóstico”, aclara el médico cirujano Gastón Berman, especialista en cirugía oncológica, reparadora y mastología y miembro del Instituto Ángel Roffo.
Uno de los principales puntos que marca Berman es la relación entre el tamaño del tumor y el de la mama. En bustos más chicos, es más probable que deba realizarse una extracción total.
La indicación de una mastectomía no siempre está relacionada con la gravedad de la enfermedad Foto Shutterstock.
También incide el porcentaje de tejido que deba quitarse. Si es mayor al 40%, lo adecuado será una mastectomía.
Lo mismo sucede si el tumor está en diferentes sectores, hay antecedentes familiares de la enfermedad o mutaciones genéticas.
Tampoco hay que dejar de lado “las necesidades, preferencias y condiciones de cada paciente”, completa Berman.
La mujer, además, decidirá si elige hacerse o no una reconstrucción. En este punto, para cada una, pesarán o serán determinantes distintos motivos y razones.
“No tengo que llevar para siempre la marca del cáncer de mama”
Vanina Campana, a los 32 años, descubrió un domingo que su corpiño estaba mojado. De casualidad, tenía turno al día siguiente con su ginecólogo.
El médico le pidió el chequeo típico -con ecografía y mamografía– y no detectó nada. Como el síntoma seguía, volvió al consultorio y él le indicó un análisis del líquido. Pero tampoco hubo un resultado.
“No me quedé conforme. Sentía algo raro, la mama no estaba como siempre”, cuenta ocho años después, ya recuperada.
Pasaron unos meses y la secreción empeoró, a tal punto que usaba protectores diarios sobre el pezón.
“Como no conseguía turnos en la obra social, fui al Hospital de Haedo y les conté la situación. Actuaron rapidísimo. Ese mismo día me mandaron al sector de patología mamaria y me indicaron una punción. A los 15 días, me confirmaron que tenía cáncer de mamá”.
Por la demora en el diagnóstico, la enfermedad estaba más avanzada y tuvo que realizarse una mastectomía.
Vanina Campana a los 32 años tuvo cáncer de mama y hoy colabora para lograr más acceso a las mamografías Foto Gentileza.
“En esa misma operación, me pusieron un expansor, que es una especie de bolsa que se va llenando y haciendo el lugar en la cavidad donde va la prótesis”.
Un poco más tarde, llegó la reconstrucción, una operación para la simetría de la otra mama y otra para la simulación del pezón. Luego, otra reconstrucción y el tatuaje de la areola.
“Me pareció que era totalmente normal: si me sacaban algo y me lo podían reemplazar, no tenía por qué rechazarlo. Creo que por haber sufrido una mutilación por una enfermedad, no tengo que llevar para siempre semejante marca”, dijo sobre su decisión.
Además, “después de poner el cuerpo en los tratamientos, es reconfortante volver a mirarte al espejo y verte lo más parecida posible a lo que eras. Tenemos que ser felices y tener dos tetas a mí me hace feliz”.
Para ella, por otro lado, también tuvo algo de reafirmación personal. “Antes del cáncer de mama, no me hubiera hecho una cirugía estética. La enfermedad te lleva a animarte a más cosas”.
“Gané más de lo que perdí”
Por la pandemia, Eli Ochoa retrasó sus controles de siempre. Cuando pudo ir, los resultados encendieron una alarma que en los estudios siguientes quedó confirmada.
Eli tenía un tumor muy bravo de 10 centímetros y algunos ganglios afectados. El tratamiento -además de rayos y quimio fuertísimas- incluyó la extirpación total de esa mama.
Los controles anuales permiten la detección precoz del cáncer de mama Foto Shutterstock.
“Ni bien el médico me explicó que era un cáncer agresivo, le dije ‘Sacame todo´. Él me contestó que no iban a poder evitarlo”, cuenta.
Ante la pregunta sobre si fue un shock para ella, aclara: “Yo lo único que quería era vivir y sabía que la mastectomía me iba a salvar. Entré a la operación contenta porque sabía que después de eso iba a estar sana”.
“Entonces, para mí, verme sin lola fue ver vida. Si bien la mastectomía es una mutilación, sentía que era más lo que ganaba que lo que perdía”. También destaca que su valor va más allá de una lola.
Además, por el tipo de tumor, no podían hacer el primer paso de la reconstrucción, la colocación de los extensores para darle lugar a la prótesis, en la primera cirugía. “En casos como el mío, recomiendan esperar entre uno y dos años”, agrega.
Ahora, con ese tiempo cumplido, la idea no la seduce. “Tendría que pasar por dos o tres operaciones y no quiero sufrir más”.
Por otra parte, sabe que implicaría peleas desgastantes con la obra social y eso también la traba. Porque aunque la reconstrucción tiene que estar garantizada, esto no siempre se cumple sin una demanda judicial.
Eli Ochoa eligió no hacerse la reconstrucción mamaria. «Mi valor está más allá de una lola», dice. Foto Gentileza.
Para el día a día, usa prótesis mamarias externas y adaptó a su medida corpiños y mallas. “A veces, hasta no las uso. Porque me pesan o tengo la piel un poco más sensible».
Cuando no llevo prótesis, siento la mirada de la gente. Pero, como ya me acostumbré, no reparo en eso. Si a uno no le molesta, la gente no mira”.
“Me acepto como soy, me siento bien con mi cuerpo y agradezco a la vida”, completó.
¿Cuál es la mejor postura? “Cualquiera de las dos decisiones está bien. Creo que tenemos que ser felices”, concluye Vanina.
- Eli y Vanina son voluntarias en Macma -Movimiento Ayuda Cáncer de mama– una asociación dedicada a orientar y acompañar a las mujeres que están transitando la enfermedad, así cómo también a su familia y entorno. En Instagram @macma.ong.
- En Argentina, por ley, los hospitales públicos, obras sociales y prepagas están obligadas a cubrir el ciento por ciento la reconstrucción mamaria, incluyendo las prótesis y las intervenciones para la simetría.