RFK admitió haber dejado un oso muerto en Central Park: la historia más insólita de su campaña

Conocido por sus polémicas posturas sobre las vacunas y el origen del autismo, entre otros temas, Robert F. Kennedy Jr. (RFK) asumió como secretario de Salud y Servicios Humanos en 2025. Nombrado por el presidente Donald Trump, desde hace tiempo, su nombre aparece envuelto en todo tipo de controversias.

Kennedy está a cargo del plan Make America Healthy Again (MAHA), una ambiciosa propuesta para introducir cambios en las políticas gubernamentales de salud y alimentación. Desde su asunción ha tenido declaraciones polémicas como volver a relacionar el origen del autismo con la aplicación de vacunas o estar a favor de suspender la vacunación contra el COVID-19 a mujeres embarazadas y niños sanos.

Casado con la actriz Cheryl Hines, conocida por ser la esposa de Larry David en la comedia Curb your Enthusiasm de la TV americana, Kennedy tiene 71 años y seis hijos de sus dos anteriores matrimonios. Como miembro de una de las familias más poderosas de Estados Unidos y un bufete especializado en realizar demandas por contaminación, trató de competir con Joe Biden en las primarias demócratas de 2024.

Al fracasar en su intento, porque Biden finalmente fue el primer candidato demócrata, luego suplantado por Kamala Harris, RFK se presentó como “independiente”. En esos meses de campaña, el propio Kennedy ayudó a resolver un misterio.

Un video revelador

RFK y la polémica del oso en Central Park. Los osos son habitantes naturales de muchos lugares de Estados Unidos.

En agosto de 2024, cuando RFK aún era candidato a la presidencia, el sitio NPR difundió la peculiar noticia. “Una década después del impactante descubrimiento del cadáver de un cachorro de oso en el Central Park, en Nueva York el misterio de quien lo arrojó allí finalmente ha sido resuelto”, dice. La responsabilidad era de Kennedy. Si, del mismísimo Robert F. Kennedy Jr. (RFK), hoy secretario de Sanidad y Servicios Humanos de los Estados Unidos.

El autor de todo tipo de “teorías conspiranoicas” en temas de salud, publicó en la red social X un video de tres minutos donde aparece en la cocina contándole a la comediante Roseanne Barr cómo el cadáver del oso terminó en su camioneta y, finalmente, en una bicicleta ubicada debajo de un arbusto del Central Park.

Según explica en el video, estaba manejando hacia el norte del estado de Nueva York para llevar a un grupo de personas a cazar cetrería en el valle del río Hudson cuando otro conductor atropelló y mató al cachorro. “Me detuve, recogí el oso y lo metí en la parte trasera de mi camioneta, porque (el otro) iba a despellejarlo”.

Pero el oso nunca regresó a su hogar, en Westchester. Según NPR, “Kennedy dice que se vio sorprendido por un día ajetreado de cetrería y luego tuvo que regresar rápidamente a la ciudad para cenar en Peter Luger Steak House, un evento que terminó tarde”, según afirma en su artículo el sitio NPR.

Aunque son originarios de dos partidos muy diferentes, RFK Jr. y Donald Trump parecen cortados por la misma tijera de la desmesura y las bromas de mal gusto./ REUTERS / Kevin Lamarque.

Al otro día, como no quería dejar el cuerpo en la camioneta, según dice en el video, “tuvo una idea”. Entonces, tenía una bicicleta vieja y alguien le había pedido que se deshiciera de ella. Recordó que la ciudad “recién habían instalado carriles bici” tras varios accidentes graves, y decidió simular que el oso había sido atropellado por una bicicleta. “Yo no bebía, claro, pero había gente bebiendo conmigo que pensó que era buena idea”, agregó. “Así que fuimos, lo hicimos y pensamos que sería divertido para quien lo encontrara”.

El cachorro de oso fue noticia nacional después que lo encontrara un paseador de perros. Las autoridades llevaron el cuerpo a Albany, capital del estado de Nueva York, para analizarlo y determinaron que había sido atropellado por un coche. También confiscaron la bicicleta para buscar huellas dactilares. Sin embargo, el misterio perduró durante años. Kennedy reveló lo ocurrido antes de que fuera noticia en The New Yorker.