Hubo un tiempo en que los profesores le tenían miedo a las calculadoras, creyendo que matarían la habilidad de sumar. Luego vino Google, y todos nos volvimos expertos en enciclopedias de Wikipedia y diagnósticos de WebMD. Hoy, la nueva amenaza es ChatGPT.
Un estudio reciente del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) sugiere que, efectivamente, quienes escriben con IA lo hacen mejor… pero piensan peor. Y no, no es solo una forma de hablar: sus cerebros realmente se «apagan» mientras escriben. ¿La parte más espeluznante? Ni siquiera se dan cuenta.
Vamos con el experimento que demuestra esta teoría. Durante cuatro meses, un grupo de personas escribió ensayos. Unos usaron ChatGPT, otros solo su mente. ¿Resultado? Los del grupo que utilizó IA fueron más elocuentes, pero no recordaban ni una frase de lo que habían escrito minutos después. El MIT lo llama «deuda cognitiva«: usas hoy capacidad que tu cerebro luego no recupera. Es el efecto Google Maps: tanto usar GPS, y ahora no sabes volver a tu casa sin él. Literalmente, estamos tercerizando la memoria… y, peor aún, el pensamiento.
Pero calma. El mismo estudio descubrió una solución brillante y sencilla: pensar primero, escribir después, y entonces usar la IA para pulir. Como cuando editas un texto que ya escribiste: refinar, no reemplazar. De esta forma, no solo se conserva la actividad cerebral, sino que se potencia. La diferencia no está en usar o no usar ChatGPT, sino en cuándo y cómo. No es una amenaza para tu inteligencia, salvo que decidas apagarla primero.
La pregunta poderosa que subyace es la siguiente: ¿Por qué no usar la IA para pensar mejor? En muchas organizaciones ya estamos viendo inversiones millonarias en copilotos de código, resumen de actas y generación de contenidos, mientras los empleados siguen pidiendo ayuda para tomar decisiones, identificar prioridades o explicar ideas complejas. ¿No sería hora de alinear el presupuesto con el problema real?
Dato curioso: en experimentos neurológicos se ha visto que al usar GPS se reduce la activación del hipocampo, la zona que gestiona la memoria espacial, lo que explica por qué a muchas personas les cuesta recordar rutas si confían demasiado en la tecnología.
Sobre la firma
Pablo Foncillas
Columnista de la sección Economía
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