Misiones
El estrés y la mala alimentación aumentan el riesgo de sufrir un ACV

En el marco del Día Mundial de la Concientización sobre el Accidente Cerebrovascular, que se conmemora hoy para promover la prevención y el diagnóstico temprano, el neurólogo Carlos Barros Martínez señaló que se trata de una emergencia médica que puede presentarse a cualquier edad y requiere atención inmediata. En Argentina se registran cerca de 60.000 casos por año, es decir, uno cada veinte minutos, lo que la convierte en una de las principales causas de muerte y de discapacidad.
“El accidente cerebrovascular es un cuadro en el cual podemos dividir en dos tipos de ACV: uno que es isquémico y otro que es hemorrágico. Cuando hablamos de ACV en líneas generales se hace más mención al isquémico, que ocurre cuando hay una obstrucción en un vaso sanguíneo y eso genera falta de irrigación cerebral a un sector determinado del cerebro. El hemorrágico hace mención a la ruptura de la pared de un vaso sanguíneo con la consiguiente acumulación de sangre dentro del cerebro”, explicó el especialista.
Por otra parte, precisó que los principales factores de riesgo son los cardiovasculares, como la hipertensión, la diabetes, la aterosclerosis, el tabaquismo, la obesidad y algunas arritmias cardíacas. En la población joven, en cambio, pueden presentarse causas menos frecuentes o la influencia de hábitos poco saludables que agravan el cuadro.
“En el último tiempo se ha observado un aumento de casos de ACV en pacientes jóvenes, aunque no supera a la población con mayores factores de riesgo. En este grupo suelen encontrarse causas infrecuentes o los mismos factores que en adultos, pero presentes desde edades más tempranas”, indicó. Asimismo, señaló que se considera un ACV “joven” cuando ocurre antes de los 45 años, una franja etaria que preocupa por el impacto social y laboral que conlleva.
“Los síntomas más comunes son debilidad o falta de fuerza súbita en un brazo, la pierna o la cara, sobre todo en la comisura labial. Eso se llama hemiplejía cuando no puede mover nada o hemiparesia cuando hay una debilidad parcial. También puede haber trastornos del lenguaje como disartria o afasia de expresión, y en menor medida, trastornos visuales”, añadió Barros Martínez.
En relación con los tipos de ACV, detalló que el isquémico es el más frecuente y representa más del 85% de los casos. El hemorrágico, en cambio, constituye alrededor del 15% e incluye el sangrado intracerebral y la hemorragia subaracnoidea, esta última generalmente producida por la ruptura de un aneurisma.
“El estrés, la mala alimentación, el sedentarismo y el consumo de sustancias recreativas también son factores de riesgo. Las drogas estimulantes como la cocaína o las anfetaminas activan en forma abrupta el sistema adrenérgico, lo que aumenta las probabilidades no solo de un ACV, sino también de infartos y otras complicaciones cardiovasculares”, detalló el neurólogo.
De igual modo, subrayó la importancia de controlar el colesterol y los triglicéridos, ya que su elevación -ya sea por mala alimentación o causas hereditarias- incrementa significativamente las probabilidades de sufrir un evento cerebrovascular.
“Para prevenir un accidente cerebrovascular en la vida cotidiana es fundamental realizar controles médicos habituales, especialmente a partir de los 40 años. Un análisis sanguíneo permite detectar si hay diabetes, colesterol elevado u otros problemas que, de identificarse a tiempo, pueden reducir el riesgo de ACV”, sostuvo.
Además, destacó que la actividad física regular, la reducción del estrés y una alimentación equilibrada son medidas clave para cuidar la salud cerebral. “Si el cuerpo está en alerta permanente, liberando adrenalina y cortisol, se genera un desgaste que incrementa el riesgo de ACV”, agregó.
Recuperación
En cuanto a la recuperación, indicó que las secuelas dependen del área del cerebro afectada y de la extensión del daño. “Los síntomas leves, como una debilidad aislada del brazo, pueden recuperarse por completo, pero en casos de hemiplejía o afasia severa la rehabilitación puede ser más prolongada y no siempre se alcanza el 100% de la recuperación”, precisó.
En ese sentido, remarcó que la rehabilitación debe iniciarse lo antes posible e involucrar tanto la kinesiología como la fonoaudiología, especialmente cuando hay alteraciones del lenguaje.
“En el tratamiento agudo, desde el momento en que comienzan los síntomas, existe un período de cuatro horas y media durante el cual ciertos pacientes pueden recibir un tratamiento trombolítico. Este medicamento anticoagulante busca desobstruir el vaso sanguíneo que genera el ACV isquémico”, describió.
Por último, explicó que, si el trombolítico no logra destapar el vaso, puede realizarse una trombectomía mecánica mediante un catéter. “El beneficio del trombolítico también se observa en la rehabilitación: incluso si los síntomas no mejoran de inmediato, quienes reciben el tratamiento suelen evolucionar mejor a los tres meses”, concluyó Barros Martínez.
Madariaga
Por otra parte, el Hospital Escuela de Agudos Dr. Ramón Madariaga dispone de un Servicio de Neurología conformado por especialistas que atienden los distintos tipos de accidentes cerebrovasculares. Desde el centro de salud se enfatizó la necesidad de reconocer las señales de alerta a tiempo, ya que la detección temprana resulta determinante para evitar secuelas graves.
El neurólogo Christian Bortoluzzi, integrante del servicio, señaló que los síntomas de presentación pueden incluir pérdida de fuerza o sensibilidad en la cara, el brazo o la pierna, dificultades para hablar o comprender, alteraciones visuales, vértigo de inicio súbito o dolor de cabeza intenso y repentino sin causa aparente. Explicó además que “ante alguno de estos síntomas de forma súbita debemos asistir lo más rápido posible a la emergencia, ya sea en el Hospital Madariaga o en el SAMIC de Eldorado, donde contamos con un tratamiento que, si se aplica antes de las cuatro horas y media, puede revertir los síntomas y las secuelas definitivas”.
A su vez, se recordó que los factores de riesgo modificables abarcan la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la diabetes, el sedentarismo, el tabaquismo, el sobrepeso y la obesidad. Bortoluzzi indicó que “controlando estos factores de riesgo podemos disminuir muchos riesgos de desarrollar tanto eventos isquémicos como hemorrágicos”.
Desde la institución recomendaron mantener hábitos saludables y controlar la presión arterial de manera diaria, registrando los valores para lograr un seguimiento adecuado. Este control, junto con la adopción de un estilo de vida equilibrado, reduce significativamente la posibilidad de padecer un episodio.
En el país, una persona sufre un ACV cada 15 a 20 minutos, lo que lo posiciona como la primera causa de discapacidad en adultos y la tercera causa de muerte. Los especialistas sostienen que hasta el 80% de los casos pueden prevenirse mediante controles médicos regulares y una alimentación saludable acompañada de actividad física.
Además, se difundió un listado con cinco señales de alerta para reconocer un accidente cerebrovascular a tiempo: pérdida de fuerza o sensibilidad en un solo lado del cuerpo, dificultad para hablar o entender, alteraciones visuales, pérdida del equilibrio o coordinación, y dolor de cabeza súbito e intenso. Detectarlas con rapidez y acudir de inmediato a un centro especializado puede salvar vidas.
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