En 1957, en el pueblo inglés de Hexham, una familia perdió a dos de sus hijas en un accidente automovilístico. Joanna y Jacqueline Pollock, de 11 y 6 años, murieron atropelladas mientras caminaban hacia la iglesia.
La tragedia no solo marcó a sus padres, John y Florence, sino que también dio origen a uno de los casos más conocidos
La conductora del auto, una mujer en estado de ebriedad, iba a gran velocidad. John aseguró haber tenido visiones de sus hijas antes del accidente. Desde entonces, su interés por la reencarnación se convirtió en una obsesión.
John creía que las almas de sus hijas regresarían. Evitaban visitar el cementerio porque creía que si bien sus cuerpos estaban ahí enterrados, sus almas no.
Veía lo ocurrido como una especie de «desafío divino»: si Dios lo ponía a prueba, él demostraría que la reencarnación existía.
El nacimiento que cambió todo
En 1958, Florence volvió a quedar embarazada. Los médicos le dijeron que esperaba un solo bebé, pero el parto trajo una sorpresa: gemelas. Las llamaron Gillian y Jennifer. No había antecedentes de embarazos múltiples en la familia, lo que para John fue la confirmación de que sus hijas habían vuelto.
La noticia sobre el accidente de las hermanas Pollock y un amigo de ellas. Foto: Captura de Pantalla
Desde muy pequeñas, las gemelas empezaron a mostrar comportamientos difíciles de explicar. Jennifer nació con una cicatriz en el rostro y una marca en la cintura, exactamente iguales a las de sus hermanas fallecidas.
A medida que crecían, reproducían gestos, costumbres y hasta juegos que recordaban a Joanna y Jacqueline.
Reconocieron juguetes que nunca habían visto y los llamaron por sus nombres originales. Recordaban con claridad regalos de Navidad que habían pertenecido a las hermanas y jugaban con las muñecas como si las tuvieran hace más tiempo.
Incluso escribían y dibujaban de la misma forma: una de ellas sostenía el lápiz de manera idéntica a como lo hacía Jacqueline.
El detalle más sorprendente tuvo lugar cuando las niñas hablaron del accidente. Gillian dijo que le sangraban los ojos porque el auto le había golpeado la cabeza. Jennifer respondió: «No quiero que me vuelva a pasar, fue horrible». Tenían miedo a los autos y evitaban acercarse a la calle sin sus padres.
Durante una visita a Hexham, reconocieron lugares donde nunca habían estado. Identificaron su antigua casa, el parque donde jugaban las hermanas fallecidas y la iglesia a la que solían ir.
La plaza principal del pueblo de Hexham en 1950. Foto: Hexham Local History Society
El caso convocó al parapsicólogo Stevenson
El caso llamó la atención de Ian Stevenson, un parapsicólogo que dedicó gran parte de su vida a estudiar la reencarnación. Stevenson viajó a Inglaterra para conocer a la familia Pollock y analizar el comportamiento de las gemelas.
Su método consistía en observar marcas de nacimiento, recuerdos espontáneos y reacciones emocionales relacionadas con posibles vidas pasadas.
El investigador registró que las niñas compartían rasgos y gestos similares a los de sus hermanas fallecidas. También notó que los padres evitaban hablar del accidente, por lo que descartó que las niñas estuvieran influenciadas.
Stevenson consideraba que los niños eran sujetos ideales para estudiar este tipo de fenómenos, ya que no estaban condicionados por creencias o pensamientos confusos.
Cuando las gemelas cumplieron cinco años, los recuerdos desaparecieron por completo. Stevenson explicó que, según la teoría de la reencarnación, existe un «umbral» que marca el final del proceso: el momento en que el alma deja atrás su vida anterior para adaptarse a la nueva.
Ian Stevenson estudió más de dos mil casos de reencarnación. Foto: Captura de pantalla (IMDb)
El estudio se cerró poco después, pero el caso quedó documentado como uno de los más famosos de su carrera.
Creer o no creer
Años más tarde, cuando las gemelas crecieron, sus recuerdos habían desaparecido por completo. Sin embargo, su infancia quedó marcada por las expectativas de sus padres y por una historia que el mundo no olvidó.
El caso fue incluido en el libro «Los niños que recuerdan las vidas anteriores», junto a otros trece casos que Stevenson analizó en su carrera.
Con el paso del tiempo, la familia se fragmentó. Florence murió a los 57 años y John cinco años más tarde, sin abandonar nunca la fe en la reencarnación.
Gillian falleció en 2001, y de Jennifer no se supo más nada hasta que, en 2024, Apple produjo un podcast titulado «Extrasensory» (Extrasensorial), que volvió a poner el caso en el centro del interés público.





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