Pochy Armúa, una sobreviviente de cáncer de mama, relató su lucha de cinco años con tratamientos de quimioterapia y cirugía. Su mensaje fue claro: con fe, apoyo familiar y detección temprana, el cáncer se puede superar.
Recientemente, en el marco del Mes Rosa, el Parque de la Salud de Misiones anunció la incorporación de un equipo de Tomografía por Emisión de Positrones (PET) en el Instituto Misionero del Cáncer, lo que permitirá diagnósticos más precisos y evitará que pacientes deban viajar a Buenos Aires, para realizarse estudios complejos.
Tras ver esa noticia publicada en las redes sociales de Canal 12, una usuaria llamada Pochy Armúa comentó con mucha alegría “qué bueno que podamos contar con ese equipo en nuestra Provincia. Hace un par de años tuve que realizarme ese estudio y sólo en Buenos Aires lo hacían. Para una persona enferma viajar tantos kilómetros es agotador”. Al ver ese comentario tan sincero, desde la redacción web de Canal 12 nos contactamos con Pochy para que nos cuente su historia. “Yo soy sobreviviente de cáncer de mama y mi mensaje es que detrás del cáncer hay vida”, fue lo primero que nos conto.
La historia y la garra de una sobreviviente de cáncer
Hace casi una década, Beatriz “Pochy” Armúa enfrentó una de las pruebas más difíciles de su vida: el diagnóstico de cáncer de mama. Esta docente de 55 años, residente de Posadas, rememora el 2014 como el año que marcó un antes y un después en su vida. “En ese momento no tenía antecedentes familiares, no sabía mucho del cáncer. Los controles me los hacía, pero realmente no conocía la enfermedad hasta que me tocó a mí”, recordó. Desde entonces, su camino se transformó en una lucha constante por su salud, apoyada en la fe, la familia y los tratamientos médicos.
Pochy junto a su hija Hana Milena cuando transitaba la enfermedad.
El diagnóstico la llevó a una mastectomía de su mama derecha y un vaciamiento axilar, debido a la presencia de ganglios comprometidos. Fue solo el inicio de un proceso largo y agotador. “Después de la cirugía, la oncóloga me dijo que teníamos que hacer quimioterapia de inmediato. Me hicieron 12 sesiones. Las seis primeras eran más fuertes, según me decían, pero yo no distinguía. Me sentía agotada después de cada una”, relató con una mezcla de serenidad y fortaleza con el recuerdo de un dolor palpable. Luego vino la radioterapia, con 26 sesiones muy arduas.
Uno de los momentos más duros, fue perder su cabello. “A los 13 o 15 días de la primera quimio, empecé a sentir que se me caía el pelo. Un día viernes me lo agarré y el sábado ya no había más. Fue el comienzo de una nueva etapa para mí y para mi familia”. Pero, a pesar del cansancio y las complicaciones, Pochy nunca perdió la fe en ella ni en Dios, se rapó la cabeza y siguió para adelante. “Estaba agotada, sí, pero siempre con la fe intacta de que estábamos haciendo las cosas bien y que podía salir adelante”, aseguró.
“Fue una enfermedad de años, pero segui adelante”
Tras cinco años de tratamiento riguroso, que incluyó la toma de tamoxifeno y otras medicaciones, su oncóloga le dio una noticia que ella describió como un alivio inmenso: estaba sana. “En el 2020 me dijeron que ya estaba bien. Fue una lucha agotadora, porque no es una enfermedad de días o meses, sino de años. Pero salí adelante”. Desde entonces, Pochy ha tratado de transmitir un mensaje de esperanza para quienes atraviesan situaciones similares. Aclaró que forma parte de ninguna asociación o grupo de concientización, pero lo hace por su cuenta con la misma convicción.
Pochy con su oncóloga Betania Mascheroni, se sacaron la foto después de una consulta a donde le dijeron que “estaba todo bien, gracias a Dios”.
Además, la noticia reciente de que Misiones incorporó un equipo de Tomografía por Emisión de Positrones (PET) al Instituto Misionero del Cáncer (IMC) le trajo recuerdos de su propio proceso. “En el 2016 tuve que viajar a Buenos Aires para hacerme ese estudio, porque acá no había. Ahora que veo que está en Misiones, me pone muy contenta, porque sé lo difícil que es viajar estando enferma”, recalcó emocionada. En aquella oportunidad, la docente realizó su viaje gracias a la cobertura del Instituto Previsión Social de Misiones, que se hizo cargo de todos los gastos, incluyendo el traslado y la estadía. “Si yo hubiese tenido que pagar todo esto, no sé si estaría contando esta historia hoy”, admitió
Justamente, el tratamiento que recibió en el sistema de salud pública de Misiones fue fundamental para su recuperación. “No pagué una sola medicación. Toda la medicación me la dio el IPS, desde las quimioterapias hasta las vacunas que me daban cuando bajaban mis defensas. Si no fuera por eso, no sé si hubiera podido costearlo”, añadió.
“Mi familia fue mi sostén”
Su experiencia de sobreviviente no solo marcó su vida, sino también la de su familia. Es más, reconoció que el apoyo que recibió de ellos fue incondicional “Mi familia fue mi sostén. Sin ellos no sé si hubiera salido adelante. Y con la fe siempre firme, confiando en que estaba haciendo lo correcto con los médicos y con el apoyo de mi gente”, expresó.
Hoy, sigue adelante con su vida como docente, trabaja tanto en Posadas como en localidades del interior de la provincia, como San Ignacio y Jardín América. A pesar de todo lo que ha pasado, no ha dejado de aportar su granito de arena a la sociedad. Además, ha participado en jornadas de concientización sobre el cáncer de mama, donde transmitió su experiencia y la importancia de la detección temprana. “Yo soy sobreviviente y mi mensaje es que detrás del cáncer hay vida. Si se detecta a tiempo, el cáncer de mama se cura. Lo más importante es hacerse los controles y no dejar pasar el tiempo”, reiteró.
Pochy junta a otras sobrevivientes en una jornada de concientización sobre la enfermedad.
Aunque su batalla directa contra el cáncer haya terminado, Pochy sigue comprometida con la causa y no duda en compartir su historia para ayudar a otros. Precisamente, contó en el 2022 participó en una jornada nacional de concientización en San Ignacio, donde pudo hablar frente a pacientes oncológicos y transmitirles su mensaje de esperanza. Para ella, su lucha no solo es personal, sino una herramienta para dar fuerza a quienes hoy enfrentan el cáncer.