El presidente Javier Milei designó al frente de la nueva Dirección General de Impositiva (DGI) a Andrés Edgardo Vázquez, un funcionario que acumuló polémicas por su actuación en la entidad tributaria durante los años del kirchnerismo. Fue quien lideró un megaoperativo de la AFIP contra el Grupo Clarín en 2009, tuvo bajo su órbita la vigilancia de actividades de Cristóbal López y Lázaro Báez y quedó en la mira judicial cuando se descubrió que controlaba dos cuentas no declaradas en el exterior con casi medio millón de dólares, según reconstruyó LA NACION.
Ascendió ahora a la cúspide de la DGI de la mano del tercer integrante del “triángulo de hierro” de los hermanos Milei, Santiago Caputo. Durante meses su nombre circuló por la Casa Rosada sin que se concretara su designación. Lo logró ayer, con un mínimo traspié: el comunicado de Presidencia lo identificó con otro segundo nombre –“Gerardo”-, que el vocero presidencial, Manuel Adorni, remendó ante consultas de la prensa.
Al flamante jefe de la DGI lo consideran enemigo los ex titulares de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) Ricardo Echegaray y Alberto Abad, y el otrora titular de la DGI, Horacio Rodríguez Larreta, que por motivos muy distintos lo desplazaron de sus funciones y lo relegaron a áreas secundarias del organismo, pero sin lograr que lo exoneraran.
LA NACION procuró consultar a Vázquez, pero no fue posible ubicarlo en el correo electrónico disponible, ni a través de un vocero de la AFIP (ahora reconvertida en ARCA).
Contador y referente insoslayable de la llamada Dirección de Inteligencia Fiscal del organismo tributario, hace ya casi un cuarto de siglo, de la mano de Carlos García Lorea, Vázquez tejió desde esa área vínculos con el poder y el espionaje de Francisco Larcher y, más aún, Antonio Stiuso. Es un cultor del bajísimo perfil, hasta el punto de que no hay fotos de él disponibles en sitios de internet y en redes sociales.
En 2007, según reveló LA NACION por entonces, una supervisora y una inspectora del equipo de Operaciones Financieras del Departamento de Investigación del área de Grandes Contribuyentes Nacionales de la AFIP, Haydee Boyadjian y Verónica Castiello, reportaron a sus superiores que cuando fueron a requerir documentos al casino flotante de Puerto Madero los recibió Vázquez. El barco era propiedad de la española Cirsa y de Hipódromo de Palermo, de Federico de Achával, pero con Cristóbal López como una sombra omnipresente. Tras el reporte de la supervisora y la inspectora, Abad –en su primera gestión al frente de la AFIP, durante el kirchnerismo– abrió un sumario que terminó con Vázquez “congelado”.
La renuncia de Abad y la posterior asunción de Echegaray al frente de la AFIP le permitieron a Vázquez volver al ruedo. Quedó al frente de la estratégica Regional Sur Metropolitana, área donde lidió con Lázaro Báez, quien modificó el domicilio fiscal de varias de sus empresas. Así fue como, por ejemplo, Vázquez quedó al frente del caso Gotti Hermanos. Es decir, el entuerto de las facturas falsas que había acumulado esta constructora de Santa Cruz que, con el tiempo, se descubrió que era de Lázaro Báez. En 2008 cayó toda la línea que la investigaba: desde el jefe de la Regional, en Comodoro Rivadavia, Norman Williams, a su superior en Buenos Aires, Jaime Mecikovsky, y al entonces titular de la DGI, Horacio Castagnola.
El siguiente episodio en el que el nombre de Vázquez cobró notoriedad llegó el 10 de septiembre de 2009, cuando lideró el megaoperativo con 200 inspectores contra la sede central del Grupo Clarín, en momentos en que Cristina y Néstor Kirchner encabezaban una batalla pública contra esa empresa de medios. La ofensiva dio la vuelta al mundo y Echegaray debió pedir disculpas públicas, mientras que en un sumario interno del organismo tributario cruzó acusaciones con Vázquez.
Sin retroceder
Por aquellas horas, y con toda la presión pública sobre sus espaldas, Echegaray juró que él no había ordenado el operativo y que había dispuesto “el despido” esa misma tarde de Vázquez -a quien desde el círculo del propio titular de la AFIP lo vincularon con la Secretaría de Inteligencia (SIDE)-, además de disponer, también, la salida del superior inmediato de Vázquez, Sergio Mancini.
Diez meses después, sin embargo, la situación de ambos funcionarios era muy distinta. Mancini, amigo de Echegaray desde sus tiempos en la militancia de derecha en la Universidad Nacional de Mar del Plata, debió renunciar a su puesto político en la AFIP, aunque continuaba dentro del organismo como “empleado raso”. Por el contrario, el sumario interno concluyó que “lo que hizo el director regional [por Vázquez] estaba dentro de sus facultades, y sigue en su cargo”, confirmó entonces Echegaray a LA NACION, sin ocultar su incomodidad.
A diferencia de Echegaray, Vázquez estuvo lejos de retroceder. Sin que mediara una pregunta directa del instructor del sumario, Pedro Róveda, Vázquez detalló que poco antes del megaoperativo contra el Grupo Clarín se organizó un cónclave con Echegaray y toda la cúpula de la AFIP: “Expresa el administrador federal [por Echegaray] que el objeto de la presente [por la reunión] es, dentro del ámbito de la investigación en curso sobre el Grupo Clarín, desarrollar acciones concretas y, en su caso de corresponder, radicar las pertinentes denuncias penales antes del día lunes, aclarando que el día de la reunión fue el día jueves”.
Escoltado por su abogado particular, Vázquez fue más allá. Dijo que en pleno operativo dialogó con Mancini y Echegaray por teléfono. Y, entonces sí, ante una pregunta del sumariante, aportó otro detalle de la reunión: “También recuerda que se trataron acciones concretas con los productores agropecuarios”.
En negro
Vázquez perduró dentro de la AFIP, incluso después de que LA NACION reveló en 2010 que acumulaba casi medio millón de dólares en dos cuentas bancarias secretas en el Caribe y en Europa que operó a través de una “cueva” financiera que el BNP Paribas operaba en Buenos Aires, fondos que mantuvo por fuera de los controles formales y que no declaró ante el fisco, es decir, ante el organismo para el cual trabaja.
En los formularios que la Justicia recuperó durante un operativo que ordenó contra la “cueva” del BNP Paribas constan, en ese sentido, tres datos llamativos. El primero, que Vázquez declaró que no era funcionario; el segundo, que fijó su domicilio en una dirección inexistente de la ciudad de Buenos Aires; el tercero, que se presentó como contador y dueño de un estudio contable independiente.
Consultado entonces por este diario, Vázquez se negó a confirmar o desmentir que fuera el titular de esas cuentas y esos fondos “por razones de seguridad personal”. Sólo cuando el vocero de la AFIP, Pedro López, lo urgió a desmentirlo, dijo que la información “no tiene ningún asidero” y que “nunca” tuvo cuentas en el exterior.
Su desmentida duró poco. Un informe desarrollado por la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) durante la gestión del fiscal Carlos Gonella, rastreó las operaciones de Vázquez y cientos de clientes más, empresarios y sindicalistas incluidos, que fugaron más de US$1000 millones. Con esos datos, el juez Osvaldo Rappa procesó en junio de 2016 a 20 ejecutivos de BNP Paribas y ordenó embargarlos por cifras récord. Vázquez terminaría desvinculado, a raíz del blanqueo.
“Para operaciones sucias”
Los documentos del BNP Paribas reflejaban que la por entonces directora de la Regional Neuquén de la AFIP, Miriam Noemí Azza, también recurrió a la sucursal clandestina que el BNP Paribas montó en el piso 27 de una torre del barrio de Retiro. Se presentó con casi US$90.000, y ante la pregunta concreta de los operadores sobre cómo llegó hasta ellos indicó que llegó por “recomendación de un tercero”. Y precisó a ese nombre: Vázquez.
En ese contexto, referentes de la Coalición Cívica (CC) reclamaron que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner echara “de inmediato” a Vázquez, pero no ocurrió. “Vázquez es la mano de obra barata dentro de la AFIP para operaciones sucias”, indicó el espacio liderado por Elisa Carrió. “La maniobra del funcionario de la AFIP es un hecho muy grave, habitual en el mundo K del revés, donde los encargados de hacer cumplir la ley la violan. Vázquez tiene que combatir la evasión y evade”.
Vázquez, no obstante, continuó dentro de la AFIP hasta que, tras el triunfo de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales de 2015, Abad retomó las riendas del organismo tributario y lo desplazó, otra vez. Desde entonces, Vázquez perduró en funciones periféricas: lo habían relegado al área aduanera del puerto La Plata. Pero se abocó a sembrar lazos y relaciones que lo acercaron al mundo libertario.