La región tiene el 60% de diversidad biológica del mundo y ecosistemas clave como la Amazonia, los páramos o los corales del Caribe, pero muchos están amenazados. La COP16 de Cali servirá a los países latinoamericanos para ofrecer soluciones frente a la pérdida de especies
Más de 12.000 delegados de cerca de 190 países, entre ellos siete jefes de Estado y un centenar de ministros de Ambiente, se darán cita en la ciudad colombiana de Cali a partir de este lunes para participar en la COP16, la cumbre mundial de la biodiversidad, que le servirá a América Latina y el Caribe para sacar músculo. En medio de la crisis ambiental que vive el planeta, la región —que cuenta con seis de los 10 países más megadiversos del mundo: Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador y Venezuela—, alrededor del 60% de la diversidad biológica y un tercio del agua dulce del planeta, quiere mostrar su potencial para ofrecer soluciones. La COP16 de Cali será una primera oportunidad para establecer el liderazgo latinoamericano en las negociaciones climáticas antes de la Conferencia de Cambio Climático (COP30), que se realizará en Brasil el próximo año.
Mapa diversidad terrestre de América ok
América Latina y el Caribe tiene algunos de los ecosistemas clave para la seguridad alimentaria, la salud pública y la economía global. Estos son, además, una fuente importante de soluciones frente al cambio climático. La Amazonia, los bosques secos tropicales, los páramos andinos, los manglares o los arrecifes de coral del Caribe, entre otros, tienen una gran capacidad de absorber emisiones de dióxido de carbono y, por lo tanto de regular el aumento de la temperatura y moderar eventos climáticos extremos. Pueden ver la lista de ecosistemas críticos y por qué son importantes para el planeta en esta galería de fotos:
LA AMAZONIA. Con un territorio de más de siete millones de kilómetros cuadrados en ocho países (Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Guyana, Ecuador y Surinam), la Amazonia alberga cerca del 20% del agua dulce del planeta y el 25% de su biodiversidad. Aunque está experimentando una rápida deforestación, se estima que absorbe entre el 10% y el 15% de las emisiones anuales de dióxido de carbono del mundo.
Pero pese a la enorme biodiversidad, muchos de los ecosistemas de la región están en estado crítico. El último informe Planeta Vivo que publicó WWF reveló que es la región que ha vivido el peor descenso en el tamaño promedio de las poblaciones de vida silvestre en los últimos 50 años. Mientras la cifra a nivel mundial es de 73%, la de América Latina llega a 95%. Es decir, una gran perdida de biodiversidad, por la que pasaron otros territorios como Europa y Norteamérica hace más de 50 años, está sucediendo ahora en esta región ante nuestros ojos. La Amazonia, esa gran selva que cubre varios países de Sudamérica, es mencionada con alerta por el documento: si se destruye entre el 20% y 25% de este ecosistema podría llegarse a un punto de inflexión que cambie su sistema climático y altere el de otras partes del mundo. Se estima que ya se ha deforestado entre un 14% y 17%.
Cuando se habla de pérdida de biodiversidad, se habla de muchas dimensiones: ecosistemas enteros, plantas, animales y hongos, microorganismos que ni imaginamos que existen y el material genético que carga cada uno de ellos. Pero lo que sucede con los mamíferos y las aves, por su tamaño y por el rol que cumplen en su hábitat, suelen ser un buen indicador de lo que está viviendo la región. Según la Lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), solo en Sudamérica hay 4.445 especies en peligro de extinción y, entre estas, 665 especies están bajo la categoría de peligro crítico, solo una categoría antes de que pasen a “extintas en la naturaleza” y “extintas” del todo.
El Gobierno de Colombia, anfitrión de la COP16, quiere que esta sea la “COP de la gente”. Es una estrategia que, en parte, no solo busca resaltar a diversidad de pueblos indígenas, afro y comunidades locales que hay en la región, sino su importancia en la conservación de la biodiversidad. El dato lo han repetido varias agencias de las Naciones Unidas: a pesar de representar un mínimo porcentaje de la población mundial, estas comunidades protegen el 80% de la biodiversidad.
No solo la naturaleza de América Latina y el Caribe es diversa. También lo es su gente y sus lenguas. La Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), en la que científicos del todo el mundo reúnen las conclusiones que han arrojado las investigaciones sobre el estado del planeta, señala que en el continente americano están el 15% de las lenguas del mundo. El riesgo es que el 61% de ellas puedan extinguirse y, con ellas, sus culturas asociadas. No es un dato menor cuando se habla de preservar la naturaleza si se tiene en cuenta que los pueblos indígenas, con sus prácticas ancestrales, contribuyen a la conservación del 80% de la biodiversidad del planeta.
Biodiversidad América futura
La biodiversidad atraviesa la vida de formas que, a veces, ni siquiera percibimos. Conservar las especies que habitan en América Latina y el Caribe permite que podamos comer, tener agua, energía y desarrollar medicamentos, entre otros muchos factores. La biodiversidad es también el eje de nuestra economía. Un estudio publicado en Current Research in Environmental Sustainability en 2020 calculó que el valor total de los servicios ecosistémicos (VSE) de América Latina y el Caribe en 2011 llegaron a ser de 15,3 billones de dólares al año. Es decir, si se suma lo que cuesta cada uno de los producto o beneficios que aporta la naturaleza, ese es el número al que se llega.
Por eso, la amenaza del cambio climático y la pérdida de biodiversidad es también para la economía. El estudio exploró qué pasaría en tres posibles escenarios: uno en el que no se haga nada frente al cambio climático, otro en que la crisis se acelera, y uno en el que se tomen acciones tanto para mitigar el cambio climático como para garantizar la sostenibilidad. En el primer caso el potencial del VSE a nivel regional se perdería hasta en un 32%, en el segundo decrecería hasta el 47% y en el tercero, más ideal, el potencial aumentaría en 25%. Y es que lo que se negocia en esta COP16 va más allá de salvar plantas o animales. Tiene que ver con la economía, con garantizar un estilo de vida digno para cada humano que habita la Tierra
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