(CNN Español) — La elección de Donald Trump para liderar la diplomacia de su entrante gobierno recayó sobre el senador Marco Rubio, quien sería el primer hispano en ser confirmado como secretario de Estado. Como activo seguidor de lo que pasa en América Latina y el Caribe, con una marcada retórica antiizquierdista, el anuncio desató expectativas sobre lo que puede implicar su nombramiento para Venezuela y Cuba, a cuyos gobiernos ha criticado en numerosas oportunidades.
“Es interesante que (Trump) ponga a un latino. Me parece que es en respuesta a cómo respondió el electorado”, dijo a CNN la politóloga Silvina Romano, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet, Argentina), en referencia al aumento de apoyo al republicano entre los latinos. Romano remarcó que Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, “viene de un sector de Miami claramente anticomunista”.
Ante la posibilidad de una mayor atención sobre la región en el Departamento de Estado a partir del nombramiento de Rubio, la investigadora rechaza la idea de que América Latina no haya ocupado anteriormente un lugar sustancial en la política exterior de EE.UU. Muchas veces rezagada de los discursos frente a la competencia con China, las tensiones con Rusia o los conflictos en Medio Oriente, Romano destaca que la institucionalidad de las relaciones en el hemisferio “hace que (América Latina) sea invariablemente importante”.
Esta semana, tras el anuncio de Trump con la elección de Rubio, el senador aseguró en un comunicado que pondrá los intereses de EE.UU. “por encima de todo” y expresó: “Lograremos la paz a través de la fuerza”.
“Es relativo”
Mirna Yonis, profesora de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y directiva del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales, señaló que Rubio “no es un advenedizo”, sino que “es sumamente reconocido” por su carrera en el Senado, donde lleva más de una década y actualmente es vicepresidente de la Comisión Selecta de Inteligencia y miembro de alto rango de la Comisión de Relaciones Exteriores.
“Si bien se exalta su origen latino, que puede ser una garantía de puente para un mejor relacionamiento, creo que es relativo. La procedencia o las raíces no necesariamente garantizan la inclinación de la política exterior”, matizó Yonis. “Hay una ventaja desde el punto de vista cultural, lingüístico, que da una cercanía a las delegaciones, a los que hacen lobby, pero no implica que haya una preferencia, sino que va a depender de las directrices de la administración”.
Para el caso de Venezuela, Yonis dijo que “es posible que se retomen” algunas acciones y se firmen nuevas sanciones contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro, pero evitó ser categórica al respecto. “Hay todo un dilema. No solo son las sanciones, sino cómo manejar los intereses”, consideró.
En ese sentido, la internacionalista dijo que “no es lo mismo estar en el Congreso que en el gobierno”, y que Rubio, como jefe de la diplomacia, deberá ajustarse a las directrices de la presidencia, que pueden o no estar en línea con sus posturas personales.
En septiembre, casi dos meses después de las polémicas elecciones en Venezuela, Rubio presentó un proyecto junto al senador Rick Scott con las siglas “Stop Maduro” para aumentar de US$ 15 millones a un máximo de US$ 100 millones por información que conduzca al arresto y condena de Maduro. La recompensa inicial, todavía vigente, por acusaciones de narcotráfico que Caracas tachó de “miserables, vulgares e infundadas”, fue publicada durante el primer gobierno de Trump.
El discurso y la realpolitik
Romano, del Conicet, dijo que el escenario internacional complica hacer proyecciones sobre lo que puede ocurrir en el vínculo entre Washington y Venezuela, “por el contexto que hay con (la guerra en) Ucrania y el tema de los hidrocarburos, que son cada vez más necesarios”. Yonis, en esa línea, dijo que “el tema de Medio Oriente está cada vez más candente y, aunque Venezuela no representa una mayoría en términos porcentuales del suministro (de EE.UU.), sigue habiendo intereses”.
Por ello, Romano planteó como hipótesis: “Estados Unidos puede llegar a tener un discurso muy estridente y que a su vez busque algún tipo de negociación. Las reservas (petroleras) de Venezuela siguen siendo una de las más importantes. Una cosa es el discurso y otra la realpolitik”.
En ese marco, la politóloga destacó el proyecto que Rubio presentó en 2022 sobre la estrategia de seguridad para el hemisferio occidental. “Lo que planteaba no era la amenaza de Venezuela o de Cuba, sino la de Rusia o China, y que había que aumentar el presupuesto de asistencia militar y humanitaria para la región”. Y agregó: “Si bien (Rubio) en su momento fue muy recalcitrante, quizás ahora se focalice más en cómo ampliar la proyección de EE.UU. en virtud de esa competencia que hay con China”.
El senador también ha modificado algunas posturas a lo largo de estos años, en los que compitió con Trump por la nominación presidencial republicana en 2016. “Ha hecho una transición de 180 grados, de ser un republicano de centroderecha con ciertos temas que defendía como la inmigración, a convertirse en un seguidor total de Donald Trump”, dijo a CNN Al Cárdenas, un exmentor de Rubio que fue titular del Partido Republicano de Florida.
Trump ha elegido para su gabinete a personas que considera leales y está por verse qué margen de acción tendrán con respecto a las disposiciones presidenciales.
Las expectativas
Si bien Washington y Caracas no tienen relaciones diplomáticas formales desde hace casi seis años, cuando EE.UU. reconoció a Juan Guaidó como presidente encargado, los canales alternativos de diálogo se han mantenido abiertos por varios temas y difícilmente podrían ser cortados con la gestión entrante de Trump, ya que hay varios estadounidenses detenidos en Venezuela. Además, sería inviable aplicar una política de deportación de venezolanos a su país sin un acuerdo entre ambos gobiernos.
“En el gobierno pasado (de Trump) hubo mucho show. Ese es el lugar donde se sienten más cómodos. A la hora de la hora, vamos a ver qué es lo que realmente deciden”, afirmó Romano.
Yonis dijo que su expectativa es que el gobierno entrante “posiblemente sea más cruento si tenemos en cuenta sus promesas electorales, pero tenemos que esperar los hechos”. La internacionalista proyecta que habrá una confrontación “declarativa, fomentando un retorno de sanciones”, e incluso espera que Venezuela esté incluida en una primera batería de órdenes ejecutivas que firme Trump. “Pero no necesariamente las respuestas van a estar acorde con lo que esperan los grupos de presión”, agregó.
Entre las primeras reacciones a la nominación de Rubio, la líder opositora María Corina Machado dijo en X que es “una excelente noticia para toda América Latina” y sostuvo que el senador “tiene una profunda comprensión de las amenazas que regímenes como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela representan para todo el hemisferio”. Por su parte, el ministro de Interior de Venezuela, Diosdado Cabello, dijo que Rubio “tiene 25 años atacando” al país y deslizó que podría ser el primer despedido del gobierno de Trump.
Yonis explicó que es complicado plantear precisiones sobre la relación con Caracas porque el gobierno de Trump comenzará solo 10 días después de la fecha en la que se debe iniciar un nuevo mandato en Venezuela.
Estados Unidos no reconoce un triunfo de Maduro, declarado ganador por el Consejo Nacional Electoral sin la publicación de resultados desglosados por centro y mesa de votación, y afirmó que el opositor Edmundo González fue el “claro” ganador de las presidenciales de julio. Rubio calificó el proceso electoral como “una farsa”. Sin embargo, se desconoce si Washington lo reconocerá como presidente a partir del 10 de enero (o desde el 20, cuando asuma Trump).
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