La actriz María Socas, reconocida en el ambiente artístico argentino por los distintos papeles que desempeñó tanto en obras teatrales como en destacadas ficciones de televisión, murió este martes a los 65 años. Se encontraba internada desde hace varios días en un instituto oncológico de Buenos Aires.
El deceso de la actriz, recordada por sus trabajos en «Brujas», «Mujeres de Nadie», «Amas de casa desesperadas» y «Mujeres asesinas», fue confirmado por la Asociación Argentina de Actores y Actrices.
«Expresamos nuestra más profunda tristeza por el fallecimiento de la actriz y afiliada María Socas, que ha dejado una imborrable huella en el cine, el teatro y la televisión argentina. Acompañamos a sus familiares y seres queridos en este doloroso momento», publicó ese sindicato al que Socas se unió en 1985.
Nacida el 12 de agosto de 1959, Socas construyó una extensa carrera teatral que incluyó participaciones en obras como «El padre», «El pobre hombre», «Nuestro fin de semana», «Gorda», «Siete», «El secreto de la vida», «Por amor a Lou», «Amanda y Eduardo» y «Platonov».
En televisión su recorrido no fue menos destacado. En ese medio interpretó a distintos personajes en ficciones como «Zona de riesgo», «Atreverse», «La marca del deseo», «Amor en custodia», «El precio del poder», «Tiempo final» y «Grecia», entre muchas otras.
Socas también trabajó en cine, en películas como «Los chicos de la guerra», «No habrá más penas ni olvido», «La clínica del Dr. Cureta», «Kamchatka», «Las manos», «Paco», «El espejo de los otros», «La sangre roja» y «Sobredosis».
Socas nació en Buenos Aires, aunque a veces le preguntaban si era brasileña por una novia de Charly García cuyo apellido era parecido al suyo, y tuvo una «infancia de mucha naturaleza» debido a que fue criada en parte en Entre Ríos porque su papá viajaba «mucho para allá”.
«Te diría que casi no tuve muñecas, salvo unas chiquitas, de colección. Yo jugaba con las plumas de los pájaros, con las hojas, me entretenía con poco. Y sigo siendo igual: si vos hubieras llegado tarde, yo me habría colgado mirando, pensando. Para mí no existe el concepto de espera», reflexionó en una entrevista con Clarín en 2011.
De pequeña quería ser detective y luego pasó por su cabeza la idea de estudiar Derecho Penal. Sobre el final de la secundaria también tuvo en mente anotarse en Filosofía y Letras. “Pero como para inscribirme debía esperar hasta las vacaciones de invierno, una amiga me pidió que la acompañara al Conservatorio, cursara unas clases y luego me fuera. Fui con ella a dar el examen de ingreso, en el que contestaba cualquier cosa porque no iba al teatro ni miraba tele, ni nada. Y curiosamente entré», recordó esa vez.
«El primer día de clases, una profesora me dijo que no entendía cómo había ingresado. Yo los irritaba. Pero a los dos meses empecé a escuchar, a conectarme con un mundo apasionante. Tenía una sensación de plenitud muy fuerte”, reconoció quien también fue alumna de Carlos Gandolfo y de Augusto Fernandes.
ES
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