La voz de Ricardo Kirschbaum
El decreto nombrando en “comisión” a Ariel Lijo y Manuel García Mansilla en la Corte Suprema se da por descontado y ocurriría el 30, contemporáneo con retiro de Juan Carlos Maqueda, un juez de origen peronista que se retira advirtiendo los “riesgos institucionales” por venir.
No es el único que tiene esas prevenciones. Las comparten Horacio Rosatti y Carlos Rozenkrantz, quienes paradójicamente fueron catapultados por un decreto similar firmado por Mauricio Macri pero que consiguieron luego la plena convalidación del Senado. En cambio, festeja Ricardo Lorenzetti, el numen de la postulación de Lijo, que trabaja a destajo para recuperar lo que siente que le birlaron: la presidencia de la Corte. Maqueda habría sembrado pistas que llevan a que la mano de Lorenzetti podría haber estado detrás de operaciones para perjudicarlo -y que terminaron en el juzgado de Lijo- luego que se rompiera la alianza que los unía y se inclinara la balanza en favor de Rosatti.
Los últimos fallos de volumen político -Insfrán, Hotesur, Tratado con Irán- ya fueron emitidos. Es un modo de mostrar que no hay vuelta atrás.
Javier Milei está dispuesto a seguir su avance impetuoso, montado en los resultados concretos de sus logros económicos, equilibrio fiscal e inflación a la baja, dólar controlado.
Sus asesores están convencidos que si la sociedad comienza a percibir la mejora económica, las cuestiones “institucionales” perderán más en la medida que la estrategia anti casta de Milei.
Como el Congreso y todo aquello que no haya sido tocado por la varita mágica libertaria, la Corte forma parte de la casta.
Desde ese punto de vista, no hay impedimento que detenga el decreto.
Con el Congreso cerrado, y el manejo del presupuesto a su arbitrio, Milei suma poder y lo ejerce sin retroceso. Solo frena y recalcula cuando la opinión pública se disgusta. Ese desapego institucional trasmina las acciones políticas, con la sobreactuación para agradar al Presidente, por añadidura. ¿Cómo se debe interpretar, por ejemplo, el faux pas del canciller Werthein, por usar un término diplomático, que exigió censura previa a una periodista, que informaba sobre el gendarme detenido en Venezuela por la dictadura de Maduro?
Simultáneamente el sitio sobre Villarruel se estrechará. Para los más duros, es decir Karina, ya no basta con la capitulación. El objetivo del ataque es afectar la imagen pública de la Vice, que sigue siendo alta, emparentándola con cuestiones que tienen repercusión social inmediata, como lo son los salarios de los senadores. Villarruel, que abreva en la derecha nacionalista, conserva y alimenta sus lazos con peronistas no kirchneristas y con militares retirados, además de manejar con corrección su relación con los distintos bloques del Senado.
Ahora, Milei y Karina están acumulando, a expensas del PRO de Macri, que se desangra. Observemos el caso de Christian Ritondo y la denuncia sobre propiedades off shore no declaradas de su esposa. No hubo comentario alguno del PRO sobre tamaño asunto: solo una promesa del jefe del bloque a Macri prometiéndole que se autodenunciaría en febrero cuando termine la feria judicial.
Milei, en cambio, salió a su rescate, respaldándolo. Ritondo es el músculo libertario en el Congreso y el Presidente todavía necesita a los macristas, varios de cuyos dirigentes están saltando la tapia sin vergüenzaa. La Libertad Avanza se nutre esencialmente de ese afluente, aunque no es el único, y va al asalto de la Ciudad.
Jorge Macri mira las encuestas y se asusta. Con la presión de Karina Milei, que hizo un acto en el distrito macrista por excelencia, quiere aprovechar este momento y mostrar fortaleza. Si Patricia Bullrich se aviene a ser candidata a senadora, con la promesa de que luego coronará como jefa de Gobierno, el PRO tendrá que responder eficazmente a ese desafío o administrar los efectos de una posible derrota.
Macri (Jorge) adelanta, como en muchos distritos la elección local y, quizá, llame a una reforma constitucional para que su nombre encabece la boleta. La otra variante es que Mauricio se juegue el resto en una candidatura a senador, jugada que tendría mayor carnadura para poner coto al desmoronamiento del PRO.
Mientras, del otro lado de la General Paz, Axel Kicillof parece imitar a Milei al poner un freno al tratamiento del presupuesto. Ese manejo discrecional le da mayor poder en la negociación con los intendentes, que parecen haber perdido la batalla por lograr una nueva reelección. La situación en el peronismo está tan picante que un dirigente de peso se aventuró a decir que en febrero, si no hay acuerdos, “estallará todo”.
Cristina, alejada como está de Kicillof, no quiere que se desdoble la elección y mete presión. Un ejemplo: citó a Julio Alak, intendente de La Plata, en un tiempo perentorio. El ex ministro corrió al Instituto Patria, llevando chocolates de la marca que le gustan a Cristina, quizá para endulzar lo que veía venir. Dicen que la ex Presidenta lo trató con una gentileza exquisita pero lo despachó con un mensaje claro para él y para el gobernador bonaerense: el que desdobla la elección es un traidor, le dijo.
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Ricardo Kirschbaum
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