Las fiestas de fin de año son sinónimo de encuentros, alegría y celebración, pero también pueden convertirse en una fuente de estrés para muchas personas y animales. Por eso se busca concientizar sobre los efectos negativos de la pirotecnia sonora y promover formas más inclusivas de festejar.
Los estruendos de petardos y fuegos artificiales afectan a distintos sectores de la comunidad. Niños pequeños, personas mayores, quienes tienen Trastorno del Espectro Autista (TEA) o Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), e incluso las mascotas, suelen padecer las consecuencias de los ruidos fuertes. ¿El resultado? Crisis nerviosas, episodios de ansiedad y un mal momento que todos podríamos evitar.
En Oberá, una ordenanza (2830/19) prohíbe el uso y la venta de pirotecnia sonora. Sin embargo, los productos lumínicos están permitidos para mayores de 16 años y son una excelente alternativa para disfrutar de la magia de las luces sin dañar a nadie. Las bengalas o los espectáculos visuales de luces se destacan como opciones ideales para darle un toque especial a las fiestas.
La invitación es simple: celebrar con alegría, pero también con respeto. Cambiar pequeños hábitos, como dejar de lado los ruidos fuertes, es una muestra de empatía hacia quienes más lo necesitan. Además, cuidar a nuestras mascotas y evitarles el estrés es una manera de demostrarles cuánto nos importan.
Que estas fiestas sean una oportunidad para construir momentos felices y compartir con los demás sin causar molestias ni sufrimientos innecesarios. Al fin y al cabo, celebrar en paz y con consideración es el mejor regalo que podemos darnos como sociedad.