Otra vez la película de la mujer sola que espera, uff. Con la determinación de quien se dispone a dar una metralleta de likes a todas las fotos de Instagram durante una noche de aburrimiento, así decidí tildar todas las películas de la cartelera del cine para ir a ver en la semana. Porque nada mejor -pensé- que ir al cine en enero. Aire acondicionado, butacas de sobra para elegir, poco tránsito a la salida. Y cuando me senté en el Lorca a ver “Hasta el fin del mundo”, creí que iba a presenciar la trillada historia de la mujer sola que espera la llegada de su amor. Por suerte me equivoqué.
O casi, porque la nueva película de Viggo Mortensen sí trata de una mujer sola que espera, pero sin caer en ningún lugar común. Es más, es la gran protagonista de su western, el género cowboy que siempre fue exclusivo de los hombres. Y con qué valentía cumple su rol la actriz luxemburguesa Vicky Krieps.
Bien por Viggo, que salvó a caballo la semana cinéfila que había comenzado bastante floja con “Megalópolis”, la interminable y ambiciosa película de Francis Ford Coppola sobre la utopía de un mundo mejor. Un delirio que termina emborrachando a la platea con demasiados estímulos visuales que no se llegan a procesar. Tal vez sean de esas películas que hay que volver a ver para darle una segunda oportunidad.
«Megalópolis», de Francis Ford Coppola.
El tour por los cines porteños siguió en Recoleta con “Babygirl”, protagonizada por una Nicole Kidman siempre empecinada en parecer joven. Promocionado como un thriller erótico, el filme tiene escenas de sexo que no hubiesen estado tan mal si al menos provocaran vergüenza en lugar de risas en las butacas.
Babygirl. El promocionado ¿thriller erótico?
Ella es la CEO de una empresa que parece tener todo, menos buen sexo con su marido (¡Antonio Banderas!). Hasta que conoce a un becario de veintipico, y bueno… En una escena, por caso, el joven le pide que se ponga de rodillas y que coma de la palma de su mano. ¿El nuevo erotismo?
Luego fui al Gaumont por una pendiente: «El jockey», de Luis Ortega. Lo bueno fue que al salir, la luna llena me empujó a cantar temas olvidados de Sandro, Palito, Nino Bravo y Leo Dan, de la banda de sonido del film que la Argentina envió para el Oscar (y no pasó la primera ronda).
“El Jockey”, el film de Luis Ortega.
Hasta que por fin llegué a Viggo Mortensen para salvar la semana. De chico, el actor y director estadounidense vivió en la Argentina, donde aprendió a andar a caballo y a mirar películas del Oeste. A la vuelta de los años se atrevió a contar la historia de una mujer común -como muchas otras que vivieron allá por 1860 en el interior de los EE.UU.- para explorar qué le pasa cuando su padre o su esposo van a la guerra. ¿Qué hace para sobrevivir? ¿En qué piensa? Por lo general, cuando un hombre se va a la guerra, la cámara suele irse con él. La mujer queda detrás de cámara, y de todo.
Viggo optó por mostrar a esa mujer sola que espera, pero a través de un hilo rojo basado en el amor, en el respeto y en la idea de que la vida puede ser un poco menos dura de a dos.
Mirá también
Mirá también