El adelantamiento de las elecciones locales en CABA movilizó a todos los protagonistas. Es la primera batalla del año, de la cual dependen las demás. Pelean por el control de los tiempos: en una guerra a vida o muerte. El que pierde en las elecciones de CABA desaparece del mapa.
Mauricio Macri ya cabalga una candidatura porteña. Interrumpirá sus vacaciones en Cumelén para constituirse en la Capital entre el martes de esta semana y la que viene para discutir esa nominación.
También para atender con los senadores nacionales del PRO la sucesión de Luis Juez, que avisó que renuncia a la jefatura del bloque. Se va atraído por la operación de carancheo que emprendió el gobierno sobre la dirigencia de su partido.
Con esa salida de Juez, queda a cargo del bloque el entrerriano Alfredo De Angelis, y Mauricio tiene que sostener el techo con las manos por las relaciones entre De Angelis y el gobernador Rogelio Frigerio, otro paciente de la operación de carancheo.
Se justifica el viaje si, además, corona con su presencia un pase hacia el PRO de un alto cargo de La Libertad Avanza que busca amparo ante las inclemencias a que lo somete Olivos, un carancheo, pero para el otro lado.
Está en barbecho, pero si sale lo vestirá de jefe a Mauricio. Cristina de Kirchner ya opera, también en CABA, para asegurar la suerte de sus militantes en ese distrito y en la provincia de Buenos Aires. Su destino está colgado de si sale o no la suspensión o la abolición de las PASO.
El peronismo tiene una tradición de elasticidad para el encuadramiento que facilita el ejercicio de la autoridad sin la necesidad de un sistema como las PASO. Pero no entra en sus intereses que en algunos distritos haya una dispersión del peronismo en varias listas.
O que el PJ de CABA se emancipe, sin PASO, del control del partido y los candidatos sean elegidos por un Congreso controlado por dirigentes que no son de su observancia y tuvieron su días más felices con Alberto Fernández de presidente.
Cámara rápida vs. cámara lenta
La administración porteña de los Macri está convencida de que puede obtener un triunfo claro en las elecciones a legisladores locales. Le permitiría inflingirle una derrota al tándem Milei-PJ que tiene como objetivo aplastar la hegemonía del PRO y sus aliados en el distrito vidriera del país.
Jorge Macri aprieta el cronograma para quitarle al gobierno nacional el capital dorado de este proceso, que es el tiempo. Inaugurar el proceso electoral con una derrota de los Milei en CABA le asegura a los Macri una sobrevida que pueden remachar con una segunda victoria, para lo cual esperan que Mauricio Macri sea candidato a senador nacional.
De ahí el apuro del gobierno local para darle al proceso una velocidad vertiginosa, y la necesidad opuesta de Olivos de que todo ocurra en cámara más que lenta, cuadro por cuadro. Creen que su mejor chance es que maduren las medidas económicas que mostrarán los brotes verdes – si los hubiera o hubiese – recién cuando vuelva a reír la primavera.
Milei piso alto, techo bajo
Lo que el gobierno nacional necesita para mostrar un rédito electoral que transmita sustentabilidad en el tiempo es tener elecciones lo más tarde posible. Para lograr eso sirve la derogación o la suspensión de las primarias. Le permitiría abrir las urnas nacionales recién el 26 de octubre.
Para Uspallata, en cambio, ganarle a Milei unas elecciones en la primera mitad del año es dejarlo sin tiempo. La estrategia de aprovechar el poder de fuego que le da el control de los tiempos electorales se basa sobre convicciones que los campañólogos de Jorge Macri presumen de tener certificadas por sus consultores.
Figura en el informe que guardan en secreto como herramienta infalible, que concluye: 1) la intención de voto hacia Milei o sus representantes en la CABA tiene un piso alto de adhesiones, pero con un techo bajo; 2) el lema Macri (el que fuera) y su campo de representación cuenta, por el contrario, con un piso más bajo de adhesiones, pero con un techo más alto que el de Milei; 3) en esta ecuación, el oficialismo de CABA se coloca para una elección local con una diferencia a favor de por lo menos 9 puntos. Con esta percepción es que el gobierno de los Macri hace fuerza para adelantar lo más que se pueda la fecha de las elecciones legislativas locales. Si es sin PASO, mejor, porque podrían pasar del 6 de julio – fecha ya fijada – al 19 de mayo.
La motosierra no se paga
En estas consultas la marca Milei se extiende a un arco de aliados entre los que sólo se destaca, en punto a conocimiento por parte de los vecinos, el nombre de Patricia Bullrich. La marca Macri incluye un arco más elástico de figuras más conocidas, como el propio Macri, Waldo Wolf, Laura Alonso.
La racionalidad del esquema radica, según los tres consultores que aportaron a este escenario de pisos y techos, en el poco entusiasmo que despierta en la Capital la consigna del «rompé todo» al que mileísmo atribuye su prosperidad en otras comarcas.
La pesquisa, alimentada por encuestas y por focus groups, revela que el vecino del distrito está lejos de los extremos y no se identifica con esas consignas. En todo caso la mayoría querría que se mejorase lo que anda mal, pero que no destruya lo que ya existe.
Chocolate por la noticia. Es una percepción que explica lo que ocurrió en las elecciones de 2023. Cuatro de los cinco candidatos de la primera vuelta, salvo Myrian Bregman, expresaron una agenda moderada y aperturista sin mayores diferencias entre sí. Las hubo en cuanto al estilo, con Milei exaltado y extremista – un 29% de apoyo – y el resto tirando al centro. Cuando pasamos al salón ballotage, ganó el rechazo a la gestión fernandista que encarnaba la fórmula Massa-Rossi.
La guerra por el tiempo
Esta primereada macrista despertó células que parecían dormidas. La más notable Cristina de Kirchner, que reapareció en CABA a comienzo de semana para buscar alguna definición en esta guerra de los mundos que es la guerra de los tiempos.
El peronismo asume que toda división entre el PRO y el mileísmo es buena para ellos, que resisten con una unidad que blinda su capacidad competitiva, en el país donde el que se divide pierde. Tienen objetivos comunes con el mileísmo, y coinciden en distritos como CABA, fortín sobre el que cargaron tanto Alberto Fernández como Javier Milei desde Olivos.
Los dos presidentes han compartido la agenda de sofocar a la CABA con el recorte de fondos y la limitación de su autonomía. Lo han hecho con el mismo entusiasmo con el cual los dos gobiernos arrinconaron a la Suprema Corte.
El fernandismo con pedidos de juicio político y el mileísmo con el desguace que significó negarle la continuidad a Juan Carlos Maqueda, y la amenaza de jibarizar la Corte hasta la paralización con la designación de jueces por decreto. Al macrismo no le quedan dudas que ni con el peronismo ni con el mileísmo tendrá una segunda oportunidad sobre la tierra
Cristina consulta sobre las PASO
Cristina dedicó la semana a recorrer un rosario de dirigentes para consultar la posición oficial del PJ, que ahora preside, sobre la intención del gobierno de derogar o suspender las PASO.
Tiene que resolver qué hará el partido en los dos distritos clave en donde el cristinismo arriesga posiciones, PBA y CABA. Su idea es llegar a una decisión que permita resguardar la división. Teme que en algunas provincias el peronismo vaya con varias listas y disipe el capital clave de la unidad.
Si eso ocurre será un revés a su gestión y ella cargará con el costo político. La situación de la CABA define mucho, por la visibilidad del distrito. Los Macri quieren derogar las PASO locales, pero necesitan el voto del peronismo para lograrlo en la legislatura. Si eso ocurre, sin PASO la decisión sobre las candidaturas quedará en manos del Congreso del partido, que preside Juan Manuel Olmos.
Este dirigente domina en el distrito, junto al portero Víctor Santa María, y no oficia en los altares del cristinismo, pero han aprendido a convivir. Con la lapicera en manos de ellos, el futuro del cristinismo que representa Mariano Recalde, entre otros, se opaca.
Contacto en San Telmo
Cristina almorzó discretamente con Olmos el martes en un restaurante del barrio de San Telmo. Por más que necesiten la unidad representan dos peronismos distintos. Uno es el veterokirchnerismo y el otro es el PJ Capital, que entornó la presidencia de Alberto Fernández, el peronista porteño que llegó más alto, y de la mano de Cristina.
Olmos y su tribu querrían el dominio total de las decisiones en cuanto a las candidaturas. Cristina querría salvar en CABA y en PBA la suerte de sus seguidores. Esta intención la pone en la necesidad de negociar con Olmos y también con Axel Kicillof. Como le ocurre a Macri en el PRO, la forma más eficiente de aferrar su autoridad partidaria es ser ellos mismos candidatos a los cargos más importantes.
Al Senado desde la Capital
Macri ya avisó que está dispuesto a jugar y el primo Jorge lo presume, o más bien lo necesita, como candidato a senador nacional. Cristina no ha dicho que vaya a ser candidata, pero la necesidad la empuja. ¿Diputada por Buenos Aires? Si escala la diferenciación de Kicillof será imprescindible.
Pero resguardar a los suyos en CABA, el distrito en donde tiene su principal adversario, el PRO, la podría necesitar como senadora nacional.
Volver a la cámara que ha sido su alma mater como legisladora y vicepresidente, le daría un rango nacional en un bloque que siempre ha sido mayoritario en esa cámara.
No es su distrito, porque es donde nació el antikirchnerismo, pero ya en 2017 entró por Buenos Aires por la minoría, que es lo máximo que puede pretender en CABA.
¿Tiene los papeles en orden? Desde abril pasado fijó domicilio en el distrito en donde residió siendo vicepresidente. Ha bromeado en ese almuerzo sobre esa eventualidad en estos términos: ¿acaso no lo hicieron porteño a Jorge Macri?
¿Quién sería la candidata ideal de ella por CABA? Pone en la cancha a su abogada Graciana Peñafort, hoy legisladora. Olmos, por su parte, la tiene anotada a Claudia Neira para acompañarlo a Leandro Santoro que es su número para diputado o senador nacional.
Las elecciones de 2025 son una tentación para dirigentes que puede disputar en las grandes ligas: Macri y Cristina, pero también Elisa Carrió que, en alianza o no con el PRO porteño, se ha comprometido a asegurar la gobernabilidad de Jorge Macri.
La votación de la suspensión de las PASO; si el peronismo se suma, puede llegar a aprobarse por 49 votos. La sesión ocurrirá en la primera semana de febrero, pero el voto peronista depende las negociaciones entre Olmos y Cristina.
Sobre la firma
Ignacio Zuleta
Periodista y consultor político
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