El día arrancó con el Presidente Javier Milei dando su batalla cultural en el Foro de Davos contra la cultura «woke» y concluyó con el ministro de Economía Luis Caputo mostrando los resultados y las consecuencias de la batalla fiscal. En otras palabras, Caputo fue a los bifes, o a los granos. Y contó que la reducción de las retenciones anunciada este jueves fue posible tras contar los porotos. O en concreto, del saldo a favor del Tesoro que dejó en 2024 el superávit fiscal.
El jefe de Hacienda se tomó unos minutos de la presentación del jueves a la tarde para explicar para qué sirvió el ahorro fiscal logrado con un tremendo esfuerzo de la sociedad a lo largo del año pasado.
En este caso, afirmó, el superávit le dio resto a la caja para bajar las retenciones al campo. A los principales granos y oleaginosas en forma parcial y por un plazo determinado. Y a las llamadas economías regionales en forma total y permanente.
Caputo venía insistiendo en los últimos días con la necesidad de bajar impuestos a nivel nacional, al tiempo que invitaba a que las provincias y los municipios hicieran lo mismo. Durante todo 2024 se vino hablando de provincias que subían la alícuota de ingresos brutos y de municipios que aumentaban o inventan nuevas tasas municipales.
En un punto, la reacción de los gobiernos provinciales y municipales fue la reacción esperable ante el severo recorte de las transferencias llamadas discrecionales, es decir a los fondos del Tesoro que van a las provincias. En 2024, esa motosierra se comió 1,1 billón de pesos del gasto público. En términos reales, las provincias recibieron 75% menos que en 2023, según calculó la Oficina de Presupuesto del Congreso.
Volviendo a las retenciones, no hay que olvidar que el superávit primario y financiero que se registró en 2024 se explica no sólo por los recortes del gasto, sino porque el campo le deja al fisco una parte importante de los recursos que genera. O uno de cada tres camiones de soja que manda al puerto. El desafío gigantesco para este Gobierno, y no es seguro que lo logre en este mandato presidencial, es alcanzar el equilibrio fiscal pero con retenciones 0% a toda la cadena de valor del campo.
Las retenciones 0% fueron obra del gobierno de Carlos Menem. Y con ese incentivo, más la autorización al uso del gfisosato y las semillas transgénicas, la producción del campo voló, en volumen y en rindes. Las retenciones volvieron en el 2002 con una alícuota que hoy parece módica: 20%. Los Kirchner las subieron hasta 35%. En el medio apareció la Resolución 125 y todo lo que siguió. Macri las redujo unos puntos, pero ese alivio no duró mucho. Pero en el medio también ocurrió que los países vecinos despegaron y se alejaron de la Argentina. Brasil se convirtió en una locomotora sojera y supera ampliamente a la Argentina en rindes por hectárea. Allá se usa toda la tecnología disponible, acá la justa y necesaria.
La batalla por el equilibrio fiscal podría ser entonces no sólo una cuestión de pesos, sino también parte de una batalla cultural. Con elogios y críticas al primer año de Gobierno, el ex ministro Hernán Lacunza, en una reciente entrevista con Clarín, dijo esto: «Un mérito incuestionable del Milei fue transformar el ajuste de pecado político a mérito. Es un gran avance. Diría que si Milei se fuera hoy y dejara eso como legado, sería un gran progreso”.
Sobre la firma
Gustavo Bazzan
Editor jefe de la sección Economía. [email protected]
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