El espacio siempre ofrece sorpresas, pero pocas tan curiosas como la reciente confusión entre un asteroide y un Tesla Roadster. El 2 de enero de este año, un astrónomo aficionado detectó un objeto en órbita que se aproximaba a nuestro planeta, a solo 150.000 millas de distancia, más cerca que la Luna.
Este objeto fue catalogado inicialmente como un asteroide por el Minor Planet Center (MPC) y designado como 2018 CN41. Sin embargo, la sorpresa llegó pocas horas después: el supuesto asteroide era en realidad el Tesla Roadster lanzado al espacio por SpaceX en 2018, de acuerdo con el comunicado de prensa oficial.
El Tesla, conducido por el icónico maniquí “Starman”, fue una carga única utilizada por Elon Musk para el vuelo inaugural del cohete Falcon Heavy. Este coche, ahora una reliquia flotante, orbitaba cerca de la Tierra, generando un breve momento de confusión en la comunidad astronómica.
El origen de la confusión
El descubrimiento inicial estuvo a cargo de un astrónomo aficionado turco conocido como “G”. Tras observar el objeto, “G” reportó su hallazgo al MPC, lo que desencadenó su designación oficial. Sin embargo, al analizar más a fondo la órbita del supuesto asteroide, comenzaron a surgir dudas. La trayectoria coincidía con la de un objeto artificial conocido: la etapa superior del Falcon Heavy que llevaba al Tesla Roadster.
Jonathan McDowell, astrónomo del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, fue clave para resolver el misterio. De acuerdo con el portal Astronomy, al revisar los registros, confirmó que el “asteroide” era, de hecho, el coche que Musk había lanzado al espacio como un experimento para demostrar las capacidades del Falcon Heavy. La confusión, aunque resuelta rápidamente, dejó en evidencia un problema creciente en la astronomía: la falta de transparencia y seguimiento de los objetos artificiales en el espacio profundo.
Este caso no es el primero en el que un objeto creado por el ser humano es confundido con un asteroide. Misiones como Rosetta, destinada al cometa 67P, o BepiColombo, rumbo a Mercurio, también fueron erróneamente identificadas como cuerpos celestes. Estos incidentes ponen el foco en la necesidad de contar con un sistema centralizado que registre la posición de todos los objetos artificiales, especialmente aquellos en órbitas profundas.
Según McDowell, “la proliferación de objetos no rastreados podría obstaculizar los esfuerzos para proteger la Tierra de asteroides potencialmente peligrosos”. Incluso podría generar desperdicio de recursos en misiones dirigidas a estudiar objetos que luego resultan ser etapas de cohetes o satélites abandonados.
El legado del Tesla Roadster
El Tesla lanzado en 2018 sigue orbitando el Sol, pasando ocasionalmente cerca de la Tierra y Marte. Aunque fue concebido como una maniobra publicitaria, su presencia en el espacio adquirió un carácter simbólico y científico. Por un lado, demuestra los avances tecnológicos alcanzados por SpaceX; por otro, recuerda la importancia de mantener un registro claro del creciente tráfico espacial.
Mientras el “Starman” y su coche continúan su viaje por el cosmos, este incidente deja una lección clave: en un espacio cada vez más concurrido, la colaboración y la transparencia serán esenciales para evitar confusiones y garantizar la seguridad de futuras misiones.