En 2024, año del Centenario del nacimiento de Gyula Kosice (1924-2016), se inauguró en Malba Gyula Kosice: Intergaláctico, la primera exposición monográfica póstuma dedicada al artista. Escultor, pintor, poeta y teórico argentino, Kosice fue un artista visionario y de vanguardia, cuyas obras con agua, luz, plástico, movimiento y participación del espectador se anticiparon a su tiempo.
La Ciudad Hidroespacial, una obra a la que dedicó su vida y que consiste en una serie de maquetas, esculturas lumínicas, dibujos y fotomontajes de una ciudad utópica futura que une arte, ciencia y tecnología, considerado su proyecto más ambicioso, fue una de las protagonistas de la muestra, que contó con obras del Museum of Fine Arts of Houston (Estados Unidos), el Museo Kosice (Buenos Aires) y el Planetario Galileo Galilei (Buenos Aires).
La experiencia se puede vivir hasta el 27 de abril, se proyecta los sábados y domingos a las 19. Foto: gentileza Malba.
En una nueva instancia de colaboración, a fines de enero se estrenó en el Planetario Galileo Galilei Travesía intergaláctica: La Ciudad Hidroespacial de Gyula Kosice, una función audiovisual 360º en el domo que presenta el mítico proyecto artístico y científico del gran maestro argentino, como nunca antes se lo vio.
La película, realizada junto al Malba, la productora UxArt y la Fundación Kosice, es apta para todo público, cuenta con grabaciones en 360º, reconstrucciones en 3D, registros históricos y segmentos audiovisuales realizados con Inteligencia Artificial. Está escrita por los equipos educativos del Malba y del Planetario, y su producción audiovisual estuvo a cargo de los equipos creativos y técnicos de UxArtLab y el Planetario Galileo Galilei.
Imágenes de Travesía intergaláctica: La Ciudad Hidroespacial de Gyula Kosice durante el estreno. Foto: gentileza Malba.
Hasta el 27 de abril, se proyecta los sábados y domingos a las 19, con entradas desde 3.000 pesos, que se reservan en lla web del Planetario.
Adiós a David Lynch
El mundo va a extrañar una voz tan original y única. Como un mantra, algo incrédulos, los amantes del cine y del arte despidieron a David Lynch, que murió el 15 de enero con 78 años, en su casa de Los Ángeles. En agosto de 2024 había anunciado que, debido a un efisema pulmonar que le dificultaba la respiración, ya no podría salir de su casa y dirigir películas en persona.
Visionario, uno de los cineastas más influyentes del cine de autor contemporáneo, descubrió su pasión en la facultad de Bellas Artes de Pensilvania en los años 70, y desde sus primeras películas creó inquietantes retratos de la vida estadounidense que inspiraron a a directores como Quentin Tarantino o los hermanos Cohen. Todas incluían una inquietante calma que se convertiría en una de sus señas de identidad.
FILE – Filmmaker David Lynch poses at his Los Angeles home March 14, 2002. (AP Photo/Chris Weeks, File)
Desde la intriga sadomasoquista Terciopelo azul (1986) hasta el thriller lésbico Mulholland Drive (2000), Lynch se convirtió en cineasta mundial de culto, con filmes que resisten el paso del tiempo, muy valorados por aquellos que ven en el cine un arte capaz de revelar lo indescriptible. Pero es posible que sea recordado por su fascinante e innovadora serie de televisión Twin Peaks, pionera del género antes de la era del streaming.
Gigante del cine estadounidense, Lynch fue muy apreciado en Europa, sobre todo en Francia, donde diseñó una selecta discoteca en el corazón de París, Silencio. También en París, la Fundación Cartier le dedicó una gran exposición monográfica en 2007, The Air is on Fire.
Fue nominado al Oscar en cuatro ocasiones, y solo se llevó una estatuilla honorífica, en 2019. Sin embargo, ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 1990 por Corazón Salvaje y luego Premio a la Mejor Dirección en 2001 por Mulholland Drive; en ese festival presidió el jurado en 2002.
Y en 2006 ganó el León de Oro a la Trayectoria del Festival de Venecia, cuando proyectó su última obra maestra Inland Empire, y dio por concluida su carrera en el cine.
En las últimas décadas exploró la fotografía y la canción hasta convertirse en un gurú de la meditación trascendental. También de gurú es su frase más célebre: “Mantén la vista en el donut y no en el agujero”.