En Sudamérica hay lugares que parecen sacados de una postal, rincones que mezclan paisajes naturales imponentes con historias que merecen ser contadas. Este destino, escondido entre montañas y accesible gracias a una ruta única, es una joya que ofrece mucho más que vistas espectaculares.
Ideal para quienes buscan una escapada diferente por Sudamérica, este lugar combina historia, aventura y un entorno natural que no deja a nadie indiferente.
Argentina, la cuna del paraíso de montaña de Sudamérica que esconde historia y cultura
El protagonista de esta historia es Mendoza, una provincia argentina conocida por sus vinos, sus paisajes imponentes y, en este caso, por ser el hogar de la Reserva Natural Villavicencio. Este destino no solo fascina por su belleza, sino también por su historia y por un acceso que es una aventura en sí misma.
La entrada a este paraíso comienza en la Ruta Provincial Nº 52, conocida popularmente como el Camino de los Caracoles. Este tramo, que conecta la ciudad de Mendoza con la reserva, serpentea entre montañas y ofrece vistas panorámicas que te harán detenerte más de una vez. Es una ruta que combina historia y naturaleza: antaño fue utilizada como vía de conexión entre Buenos Aires y Valparaíso, siendo fundamental para el comercio colonial.
Al final de este trayecto aparece la joya del lugar: el icónico Hotel Villavicencio, un edificio de estilo normando alpino que, aunque ya no recibe huéspedes, sigue siendo el centro de la reserva. Desde allí, todo se transforma en una experiencia para los sentidos.
El icónico Hotel Villavicencio, Monumento Histórico Nacional, es un testimonio de lujo y diseño en la precordillera. Foto: Reserva Natural Villavicencio.
Actividades y rincones imperdibles en Villavicencio
Este paraíso no es solo para mirar; es un lugar para explorar y experimentar. La reserva, que abarca más de 60.000 hectáreas, ofrece actividades y atractivos para todos los gustos, desde el trekking hasta la observación de aves.
El Hotel Villavicencio es el epicentro de la reserva y un símbolo de su historia. Construido en 1940, su arquitectura y jardines, diseñados por Carlos Thays hijo, transportan a otra época. Aunque no podés alojarte allí, su fachada y alrededores son el escenario perfecto para aprender sobre la historia de la región y tomar fotografías inolvidables.
Villavicencio es el punto de partida perfecto para conectar con la inmensidad de la naturaleza. Foto: Reserva Natural Villavicencio.
Pero este lugar no es solo historia. Los senderos de la reserva te llevan por paisajes únicos, donde los humedales y manantiales son protagonistas. Con más de 100 vertientes, la reserva es el origen del agua mineral Villavicencio, famosa en todo el país.
Entre los imperdibles, se encuentra el Mirador El Balcón, una formación geológica que permite apreciar la inmensidad de la precordillera. Desde allí, podés ver cómo el viento y el agua tallaron el paisaje a lo largo de miles de años. También destaca la Cruz de Paramillos, el punto más alto de la reserva a 3.100 metros sobre el nivel del mar, desde donde se puede avistar el imponente Aconcagua.
Si buscás un poco más de adrenalina, Villavicencio ofrece actividades como tirolesa, arborismo y travesías en vehículos 4×4 que te llevan al corazón de la reserva. Para quienes prefieren algo más tranquilo, el birdwatching y las caminatas guiadas son opciones ideales para conectarse con la naturaleza.
Cada rincón de la reserva Villavicencio cuenta una historia entre montañas y paisajes imponentes. Foto: Unsplash.
Cómo llegar y consejos para aprovechar al máximo la visita
Llegar a Villavicencio es sencillo y, al mismo tiempo, una experiencia en sí misma. Desde la ciudad argentina (Mendoza), el viaje dura una hora en auto, yendo por la Ruta Provincial N°52, en dirección al Norte. A medida que ascendés por el Camino de los Caracoles, el paisaje cambia, y cada curva ofrece una vista que parece sacada de una postal.
Si preferís no manejar, hay excursiones guiadas que incluyen transporte y te aseguran no perderte ningún detalle. Sin embargo, si elegís viajar por tu cuenta, tené en cuenta lo siguiente:
- Llevá agua y protector solar, ya que la altitud y el clima seco pueden afectar.
- Revisá las condiciones de tu vehículo antes de salir: aunque el camino está en buen estado, las pendientes y curvas demandan atención.
- Planeá tu visita temprano para aprovechar el día completo, ya que el acceso cierra una hora antes del atardecer.
La reserva abre de miércoles a domingos y feriados, de 10 a 19 horas, con el último ingreso permitido a las 18. Desde su propio portal web recomiendan llevar ropa cómoda y algo de abrigo, ya que las temperaturas pueden descender rápido al caer el sol.
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