Los bonos de la deuda argentina necesitarán de “nuevos catalizadores” si se quiere que reinicien un raid alcista, como el que concretaron en la segunda mitad del año pasado, capaz de comprimir la tasa de riesgo país hacia un nivel promedio de 400 puntos básicos.
La nuevas hojas de ruta que comienzan a diseñar los estrategas de mercado descuentan que, en el corto plazo -y tras el abrupto descenso del rango de los 1550 puntos a la zona de los 600/650 en que se encuentra hoy-, la cotización de los bonos argentinos quedó “normalizada”.
Esto equivale a decir que evalúan que su desempeño ahora ya está más ligado al clima financiero internacional y, en particular, a las volatilidades que le comenzó a inyectar a él la controversial política comercial de Donald Trump.
Ese contexto, al haber sido los más rendidores, les juega particularmente en contra a los bonos argentinos, como quedó en vista en las últimas ruedas, en especial tras haber pasado el cimbronazo en Brasil, lo que activó una relocalización entre las carteras emergentes.
“Ya aterrizados en el planeta Tierra y rindiendo entre los créditos CCC y los peores B-, es interesante analizar cuál podría ser un rango de riesgo país razonable para la curva soberana”, planteó, por caso, un informe de Delphos Investment.
“Con una macroeconomía más estabilizada y una percepción más positiva tanto en términos de capacidad como de voluntad de pago, tiene sentido volver a identificar los canales de rendimiento en los que la curva soberana hard-dollar podría operar en un escenario más normalizado”, propone.
Al avanzar en ese ejercicio, tras analizar los últimos 20 años, explica que en los períodos de mayor estabilidad “la Argentina ha cotizado entre el EMBI Latam (como ‘piso’ del riesgo país) y los spreads ajustados por opcionalidad de los corporativos estadounidenses CCC y menores (operando como techo)”. Y observa que la valoración actual “ya está dentro del rango que habíamos perdido durante el anterior mandato, aunque seguimos ubicados en el cuartil más alto”, dice el director de la firma, Leonardo Chialva.
Es entonces cuando plantea que para romper la inercia actual sería necesario “una salida del cepo” o una “victoria sustancial del oficialismo en los comicios” de medio término para que esa compresión del riesgo se verifique.
Otros catalizadores
Eduardo Ganapolsky, presidente de Proficio Investment, coincide en que el mercado necesitará nuevos catalizadores para retomar la tendencia alcista e identifica a esos dos factores como sus posibles dinamizadores, aunque señala que ve probable que estén muy entrelazados, ya que imagina que la salida del cepo se dé “tras los comicios”.
Pero acota que el mercado podría anticipar ese movimiento sostenido al alza de los bonos si las encuestas ayudan o se aceleran los tiempos de un acuerdo con el FMI.
Incluso imagina que el apetito por la deuda argentina volvería a crecer previamente si el Gobierno logra dar nuevas sorpresas positivas en relación a la “inflación, el nivel del superávit y logra regresar a los mercados internacionales consiguiendo buenos plazos y tasas”.
Para Eric Ritondale, economista jefe de Puente, el próximo hito relevante para las valuaciones soberanas estará vinculado “al anuncio de un nuevo acuerdo con el FMI y, de la mano de un nuevo acuerdo, una resultante suba de la calificación crediticia por parte de las agencias calificadoras que amplíe el universo de inversores para los bonos soberanos”.
En este sentido ve un nuevo acuerdo (potencialmente un Stand-By corto) como probable “antes de las elecciones”. Aunque en Puente no esperan que dicho acuerdo “involucre cambios destacables en cuanto al régimen cambiario”, suponen que dará pie a un “recorrido adicional al alza para los bonos soberanos y una compresión adicional del riesgo país”.
Chialva, por el contrario, le adjudica una “alta probabilidad” al escenario en el que el equipo económico “no cede ante las pretensiones del FMI, priorizando la desinflación y la convergencia de la brecha por sobre la acumulación de reservas.
De allí que explique que esta postura imagina que muy probablemente “ralentice la negociación de un nuevo programa, lo que implica que, en ausencia de fondos frescos y sin una salida del cepo en el corto plazo, podríamos ver una lateralización de los bonos globales, mientras los inversores real money esperan la aparición de drivers más contundentes para ingresar”.