En octubre de 2024, la provincia de Valencia, España, sufrió graves consecuencias por el fenómeno meteorológico DANA. Las lluvias torrenciales, que provocaron inundaciones, dejaron un saldo de más de 200 muertos, cientos de desaparecidos y la infraestructura completamente destrozada.
Durante esos días, miles de voluntarios llegaron al lugar caminando. En sus manos traían escobas, rastrillos, baldes y palas para colaborar con la limpieza. Además, entre todos se encargaron de juntar toneladas de comida y agua para los desamparados.
En medio del caos, la solidaridad de estas personas trajo alivio a la ciudad. Pero, además, de manera inesperada, nació un romance.
Entre los voluntarios que ayudaron durante más de tres meses, se encontraban Alejandra Luna (29) -venezolana, sexóloga, fotógrafa y mamá de dos hijos- y Miguel Illescas Gómez (26), un masajista español.
Ella se encargaba de organizar los alimentos donados en los galpones y él ayudaba en varias tareas como limpiar el barro de las calles y el reparto de la comida.
La pareja se conoció a finales de noviembre, cuando llegaron a Sedaví, un municipio ubicado al sur de Valencia, con el fin colaborar por primera vez en un voluntariado. No se imaginaban que el destino los uniría con un propósito.
Historia de amor en las inundaciones de la DANA.
Foto: Alejandra Garcia
Cómo nació el amor en medio de la tragedia
La DANA dejó un desastre en las calles y a los voluntarios un intenso trabajo. Las largas y arduas jornadas hicieron que todos los que ayudaban tuvieran que vivir juntos en un polideportivo.
Durante la convivencia, en medio de las intensas tareas en las que aveces no había mucho tiempo para comer o ducharse, Alejandra y Miguel se iban conociendo y acercando cada vez más.
En conversación con Clarín, Alejandra Garcia detalló que ella desde el primer día que vio al español, él captó de inmediato su atención, pero él era bastante tímido, por lo que no conversaban mucho.
«Cuando hablaba, hablaba lo justo y lo necesario. Me gustaba mucho la perspectiva que solo él tenía sobre diferentes temas», recordó. Y se sinceró: «Me enamoró lo inteligente, respetuoso, cariñoso y sensible que es».
Con el transcurso de los días, comenzaron a coquetear con «miraditas y sonrisitas«, hasta que la venezolana se animó a enviar el primer mensaje.
«Te espero en las duchas, tengo que decirte algo», le dijo ella sin dudar, refiriéndose a un baño que no se usaba. Minutos después, se encontraron y ahí fue donde Alejandra le confesó que le gustaba y que quería besarlo.
Así comenzó su historia de amor, contra todo pronóstico, ya que la sexóloga confesó: «casarme no estaba para nada dentro de sus planes». Asimismo, Miguel varias veces afirmó que «no estaba preparado para relaciones».
Sin embargo, los encuentros en la duchas abandonadas eran cada vez más frecuentes para pasar un momento juntos. «Comencé a contarle cosas personales y cada día que pasaba sentía que mi corazón por él latía fuerte, cada día me gustaba más», detalló Alejandra.
Como los otros voluntarios comenzaron a preguntarles sobre su vínculo, decidieron comunicar de manera oficial que habían empezado una relación.
Un mes después, el mejor final para una historia de amor…
En entrevista con Miguel Gómez, él admitió que finalmente la idea de casarse fue de él. Se lo propuso a Alejandra en Navidad.
Antes de dormir, luego de festejar en familia la noche navideña, él la miró y le preguntó: «¿Y si empezamos el año casados ?». Ella no podía creerlo, pero contestó con un rotundo «acepto».
Alejandra y Miguel, el día de su boda. Foto: Alejandra García
Durante toda la semana siguiente, en medio de reparto de juguetes para los niños que habían quedado sin hogar y la entrega diaria de comida, empezaron los preparativos para su boda.
Finalmente llegó el gran día, era 31 de diciembre y «no nos dio tiempo de invitar a toda la gente que queríamos, obviamente nuestros familiares y amigos no tenían ni idea de que nos íbamos a casar», contó Miguel entre risas.
«Nuestra idea era que todo el mundo se enterara el mismo día cuando subiéramos las fotos y los videos, y sí, fue algo así. No queríamos contarle al resto del mundo más que a los mismos voluntarios y los afectados que teníamos más cercanos, que al final nos unieron«, explicó.
Tras la pregunta de porqué eligieron una pileta para casarse, el español reveló que optaron por ese lugar porque estaba dentro del polideportivo donde vivieron día tras día su historia. Para ellos significaba todo lo que atravesaron en el voluntariado, sobre todo, los momentos duros que tuvieron que pasar juntos.
Alejandra García y Miguel Gómez se casaron en una pileta porque para ellos representaba algo especial. Foto: Alejandra García
El casamiento fue completamente improvisado. Terminaron la decoración sólo minutos antes de la celebración; los casó una de sus colegas; y Miguel no tenía anillo porque en la joyería no tenían su talle. Aún así ambos definen aquella noche como «maravillosa».
«Yo creo que no se necesita un papel o años y años de preparación, lo que se necesita realmente es disfrutarlo con tus seres queridos y que esté el amor de tu vida. Es lo que necesitas para que sea una boda», reflexionó Alejandra, mientras su voz se quiebra por la emoción.