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Instan a consultar con un especialista ante estos signos
Inestabilidad, náuseas y dificultad en el equilibrio, son algunos síntomas del vértigo
El vértigo es la falsa sensación de movimiento de uno mismo o del entorno. Puede provocar la impresión de que las paredes se acercan o se alejan, el suelo sube o baja y el techo se desplaza. No debe confundirse con el mareo, que se describe como una sensación más difusa, como si la cabeza estuviera flotando, agrandándose o siendo comprimida. Mientras que el mareo es más difícil de definir, el vértigo es un signo clínico evaluable.
“La causa más común de vértigo es el vértigo paroxístico posicional benigno (Vppv). Se produce cuando los otolitos -pequeñas piedras formadas por cristales dentro del oído- se desacomodan y generan una falsa sensación de movimiento. Esto puede ocurrir por un golpe en la cabeza, una crisis hipertensiva, movimientos bruscos del cuello o cambios rápidos de posición. Los episodios pueden ser breves o prolongados, dependiendo del tipo de vértigo. Para tratarlo, es necesario realizar una maniobra específica que reposicione los cristales”, sostuvo el neurólogo Pablo Barissi.
Otra causa frecuente de vértigo es la afectación del cerebelo, un órgano que regula la coordinación, el equilibrio y los movimientos finos. Cuando hay una alteración en esta zona del sistema nervioso central, el vértigo puede ser más intenso que en otros casos. También existe la neuronitis vestibular, una inflamación del nervio vestibular que transporta la información del equilibrio y la audición. Generalmente, se debe a una infección viral, aunque también puede ser causada por radiación. En estos casos, el vértigo suele acompañarse de fiebre y malestar general.
“Cuando hay una lesión en el cerebelo o en el tronco del encéfalo, pueden aparecer vértigos intensos acompañados de otros síntomas. Un accidente cerebrovascular, un hematoma, un tumor o una infección en esta zona pueden desencadenar vértigos. En estos casos, el diagnóstico se basa en la anamnesis, el examen físico y maniobras específicas que permiten determinar si la causa es periférica, es decir, del oído interno, o central, relacionada con el sistema nervioso. Dependiendo de los hallazgos, se solicitan estudios como resonancia magnética o tomografía”, detalló el especialista.
Asimismo, el vértigo puede presentarse en diversos cuadros clínicos. Existe el vértigo atáxico, asociado a neuropatías que afectan la sensibilidad de los pies. En personas diabéticas, por ejemplo, la falta de sensibilidad en las extremidades genera la percepción de que están flotando o caminando sobre una superficie inestable. En estos casos, la sensación de vértigo no está relacionada con el oído, sino con la alteración neurológica que afecta la percepción del equilibrio.
“El tratamiento del vértigo depende de la causa. Si es un vértigo periférico como el Vppv, se realiza rehabilitación vestibular con maniobras específicas. En la enfermedad de Ménière, que provoca vértigos recurrentes junto con pérdida progresiva de la audición, hay medicación para aliviar los síntomas, aunque la pérdida auditiva es irreversible. En casos de neuropatía diabética, se trata la enfermedad de base, controlando los niveles de azúcar y ajustando la medicación. Si el vértigo es causado por un ACV o un tumor en el cerebelo, el abordaje es diferente y depende de la gravedad del cuadro”, indicó el neurólogo.
De igual manera, el vértigo también puede estar relacionado con la migraña vestibular, en la que los episodios de vértigo son el síntoma predominante. Las personas con esta condición pueden experimentar intolerancia a la luz y los sonidos, junto con náuseas y vómitos. Además, el vértigo es un síntoma frecuente tras un traumatismo craneal, donde puede presentarse junto con mareos y cefaleas intensas.
“Cuando se sospecha que el vértigo es de causa central, se recomienda una resonancia magnética. La tomografía no es tan precisa para evaluar estructuras como el cerebelo o el tronco encefálico. Si se detecta un problema en estas áreas, el enfoque del tratamiento cambia y se orienta según la patología detectada”, explicó el especialista.
En cuanto al estrés y la ansiedad, no tienen una influencia significativa en el vértigo. Sin embargo, las migrañas sí pueden provocarlo, ya que muchas veces los dolores de cabeza se acompañan de episodios de vértigo, mareos, náuseas, vómitos e intolerancia a estímulos externos como luces y ruidos.
“El vértigo de origen neurológico no se puede prevenir, pero es importante movilizarse con precaución. Muchas personas, sobre todo los adultos mayores, se levantan bruscamente de la cama o de una silla y experimentan vértigo o mareos que pueden provocar caídas y fracturas. Es recomendable tomarse unos segundos antes de incorporarse, estirar ligeramente las piernas y contraer los músculos para evitar estos episodios. También es fundamental mantenerse bien hidratado, especialmente en días de calor”, advirtió el especialista.
Consultado sobre las señales de alarma, el médico mencionó que incluyen la aparición de movimientos involuntarios de los ojos, conocidos como nistagmus, dificultad para coordinar brazos y piernas, sensación de estar caminando como si estuviera borracho, vómitos constantes o problemas para articular palabras. Cualquier episodio de vértigo recurrente o acompañado de estos síntomas debe ser evaluado por un especialista para determinar la causa y recibir el tratamiento adecuado.
Rehabilitación vestibular, un enfoque clave en el tratamiento
Los kinesiólogos pueden tratar pacientes con vértigo de origen central o periférico. Los primeros están relacionados con trastornos del sistema nervioso central, como ataxias, mientras que los segundos afectan el oído interno. Según el kinesiólogo Martín Mondo, es fundamental diferenciar el vértigo de otras sensaciones como el mareo o la inestabilidad, ya que muchas veces se confunden.
“En kinesiología pueden tratarse pacientes con sintomatología de vértigo, que es la sensación de giro del entorno o de uno mismo, así como también mareos, que se describen como una sensación más inespecífica de vaivén o caminar sobre nubes. También se atienden casos de inestabilidad, cuando la persona siente que está por caerse al ponerse de pie”.
En esta línea, el profesional puntualizó que la rehabilitación vestibular es un área específica dentro de la neurorehabilitación kinésica y consiste en evaluar a los pacientes derivados por médicos neurólogos u otorrinolaringólogos. El objetivo es analizar la sintomatología y clasificarla dentro de uno de estos tres síndromes para luego planificar un tratamiento adecuado.
“A partir de una evaluación inicial, se busca encasillar al paciente en un síndrome vertiginoso, de mareo o de inestabilidad. Luego, se valora si tiene riesgo de caída y cómo afecta este síntoma en su vida cotidiana. En función de esos resultados, se planifica una serie de sesiones de rehabilitación”.
El vértigo paroxístico posicional benigno (Vppv) es una de las patologías más frecuentes en pacientes mayores de 30 años. Se trata de un trastorno mecánico del oído interno en el que los otolitos se desprenden y migran del utrículo y el sáculo al canal semicircular posterior, generando una sensación de giro del entorno al cambiar de posición.
Particularmente, esto afecta mayormente a personas mayores de 60 años, aunque también puede presentarse en individuos más jóvenes con patologías predisponentes, como migrañas vestibulares o neuronitis. En general, el cuadro es poco común en niños, y cuando un paciente pediátrico presenta síntomas de inestabilidad, se deben realizar diagnósticos diferenciales antes de atribuirlo a un caso de vértigo.
“Los pacientes con patologías vestibulares agudas pueden deberse a dos causas principales. Una es la hipofunción vestibular, que ocurre cuando uno de los vestíbulos deja de funcionar y genera inestabilidad y dificultad para caminar. La otra es el Vppv, que se trata con maniobras de reposicionamiento canalicular”.
En lo que refiere a tratamiento, el kinesiólogo aseveró que estos dependen del origen del vértigo. En los casos de Vppv las maniobras de reposicionamiento suelen ser suficientes, y en una o dos sesiones el paciente puede recibir el alta sin riesgo de caída. En cambio, aquellos con hipofunción vestibular sufrieron un daño en el nervio vestibular, lo que provoca episodios de vértigo de hasta 48 horas de duración.
Ante eso, Mondo subrayó que los pacientes con hipofunción vestibular suelen ser hospitalizados en la fase aguda antes de ser derivados a rehabilitación. El tratamiento en estos casos es más prolongado y puede durar entre dos y tres meses, con sesiones semanales hasta que el paciente recupere la estabilidad.
“Si bien algunos casos pueden resolverse únicamente con tratamiento kinésico, hay situaciones en las que se requiere un enfoque interdisciplinario. Por ejemplo, en pacientes con síndrome de Ménière, primero se realiza un tratamiento farmacológico para estabilizar la condición antes de iniciar la rehabilitación vestibular”.
En otros casos, como el mareo posicional por hipotensión ortostática, el abordaje debe ser médico, ya que el problema radica en la regulación de la presión arterial. En estas situaciones, la kinesiología puede aportar ejercicios de equilibrio como complemento, pero el control clínico es prioritario.
“No hay una recomendación específica para prevenir el vértigo porque generalmente no tiene una causa aparente. Sin embargo, se aconseja mantener hábitos saludables como la práctica regular de actividad física, una buena alimentación y un descanso reparador”, enfatizó.
Según Mondo, la postura no es un factor determinante en la aparición del vértigo. Aunque algunas personas creen que las alteraciones posturales, como la rectificación cervical, pueden causar mareo, esto solo ocurre en un porcentaje muy bajo de casos. “Solo el 3% de los mareos pueden atribuirse a una causa cervicogénica. En estos casos, la rigidez del cuello genera una sensación de inestabilidad, pero se llega a este diagnóstico por descarte, una vez excluidas otras patologías vestibulares”.
En sintonía, el profesional recomendó que es fundamental que ante síntomas como vértigo, mareo o inestabilidad, los pacientes consulten a un especialista. Tanto el neurólogo como el otorrinolaringólogo realizarán una evaluación inicial y, si es necesario, derivarán al paciente a rehabilitación vestibular.
“Lo más importante es acudir a los especialistas adecuados ante la aparición de síntomas. Neurólogos, otorrinolaringólogos y kinesiólogos especializados en rehabilitación vestibular pueden determinar la causa del problema y brindar el tratamiento más adecuado en cada caso”.
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