Cuando Carolina Colalillo, de 56 años, se presenta en Córdoba y descubren que es la dueña del único cementerio de mascotas de la provincia, a menudo escucha: “¡Qué buena idea tuviste!”. La última vez que se lo dijeron aclaró -como hace siempre- que la idea no fue suya, sino de su abuela. “Todo el mundo me mira como diciendo: —‘¿Tenés abuela?’, —‘Sí’, le digo, ‘mi abuela tiene 107 años’, y me dicen: —‘¡Ah!, ¿vos sos nieta de la Carlina? ¡Pero sí es vecina de mi mamá! A mi abuela la conoce todo el mundo”, cuenta a Clarín.
María Carlina García de Colalillo nació en Las Arrias, un pueblito del noreste cordobés de unos mil trescientos habitantes, el 25 de junio de 1917. En las elecciones de 2017 fue una de las centenarias que salió a votar y un medio regional la entrevistó. En cien años pueden vivirse muchas vidas en una y, para Carolina, su abuela es casi inabarcable. Cuando lo intenta narra que Carlina se casó a los 18 años con Carlos Colalillo, sus abuelos vivieron primero en Saladillo y luego en Ciudad de Córdoba.
En la capital cordobesa la pareja traía camiones desde el norte argentino con postes de quebracho, fardos de alfalfa y carbón. De a poco, pudieron abrir un pequeño almacén de ramos generales y, más tarde, un supermercado chico. El matrimonio tuvo tres hijos varones: Luis Carlos, Carlos Jonás y Carlos. Pero, en 1973, a sus 56 años, Carlina quedó viuda. Eso no destruyó su espíritu y, a pesar de todo, sacó a su familia adelante.
“Es una persona que toda la vida fue muy emprendedora y fue pionera en un montón de cosas. Entonces, ella tiene una lucidez mental increíble al punto tal de ocurrírsele una cosa así”, dice Carolina al referirse al último gran emprendimiento de su abuela. Antes de “jubilarse”, a los 81 años, Carlina resolvió comprar tres hectáreas en un descampado en Unquillo, a un costado de la Ruta E53, la vía por la que se va de Ciudad de Córdoba a Río Ceballos. Allí creó Parque del Amigo, un cementerio de mascotas.
Carlina García de Colalillo, creadora del cementerio de mascotas «Parque del Amigo» el año pasado durante su cumpleaños 107 junto a su nieta Carolina, su bisnieta y dos tataranietos. Gentileza: Carolina Colalillo
“En 1995, ella se muda de una casa con un terreno muy grande a otra casa con un terreno más chiquito y un patio chico. Todo el mundo le preguntaba por qué no tenía perro, porque ella siempre había tenido”, relata Carolina. Pero, para doña Carlina, no tener un lugar para enterrar a su siguiente mascota cuando muriese era un serio inconveniente. Siempre había podido darles sepultura en su propio patio, como solían hacer aquellos que contaban con un espacio al aire libre.
Al principio, su fundadora organizaba actividades especiales dos veces por año: en el Día del Amigo y el Día del Animal; en la actualidad su nieta realiza más encuentros de este tipo en el predio. La entonces octogenaria eligió la denominación de parque porque, ante todo, quería que fuese eso: un parque en homenaje a los animales de compañía.
El «Parque del Amigo», en Unquillo, Córdoba, cuenta con unas 3 mil parcelas individuales ocupadas. Abrió sus puertas en 1996 y su creadora, Carlina de Colalillo, tiene 107 años. Gentileza: Parque del Amigo (en Instagram, @parquedelamigo)
Con el paso del tiempo, Carlos continuó dirigiéndolo y, desde el 2000, Carolina, su sobrina e hija de su hermano Carlos Jonás, se unió al equipo. Actualmente, es quien lo dirige junto a su hija, su yerno, el padre de sus hijos y dos empleados más.
Cómo funciona un cementerio de mascotas: desafíos de enterrar perros, gatos, pajaritos y caballos
Colalillo explica que el Parque ofrece dos servicios: el alquiler de parcelas individuales, que tiene un costo de unos 200 mil pesos por única vez y luego una cuota anual de 25 mil; y el de espacios compartidos, sectores organizados para un entierro en un espacio común, con un costo de 48 mil pesos.
En sus 29 años de funcionamiento, el cementerio alberga 3 mil de estas parcelas individuales, y más de quince mil en los espacios compartidos donde no hay solo perros y gatos, también cobayos, pajaritos, tres caballos y hasta las cenizas de cinco dueños que pidieron descansar junto a sus mascotas al morir.
El equipo de Parque del Amigo: Cande abrazando a Pirata; Monserrat y Charlie, hija y yerno de Carolina Colalillo (en el centro junto a Tobi); Gustavo, padre de Monserrat, cargando a su nietito Bruno. Gentileza: Carolina Colalillo
No se trata de una tarea fácil: como otros servicios funerarios, trabajan todos los días del año. Los únicos dos días en que no se hacen entierros son el 25 de diciembre y el 1° de enero. En esos casos, dice Carolina, si llegara a presentarse algún retiro, cuentan con una cámara de refrigeración en el lugar.
“Se entierra directamente el cuerpito sin collar, sin tela, sin nada, a una profundidad tal que no se descomponga rápido, que no contamine las napas de agua y que a la vez no salga olor”, explica la dueña del cementerio. En el lugar también hay algunos animales cuyos dueños los trasladaron desde La Rioja, Santa Fe y San Luis, aunque el grueso es de Córdoba.
Para perros de razas grandes como San Bernardo o Dogos de Burdeos, por ejemplo, el pozo debe ser “lo suficientemente grande como para que arriba del cuerpo haya, por lo menos, medio metro de tierra o un poco más; entonces, de esa manera, se va manteniendo la parcela, a medida que la tierra va cediendo, vamos rellenando de nuevo y así hasta que se compacta de manera tal que el cuerpito ya empieza todo el proceso de descomposición”, indica.
Los tres regentes de «Parque del Amigo» en sus 29 años de historia: Carolina Colalillo, su tío Carlos Colalillo y doña Carlina García de Colalillo. Gentileza: Carolina Colalillo
El lugar se ha sometido a auditorías y, según corroboró este diario, cuenta con una licencia ambiental emitida por el ministerio de la provincia por sus procedimientos. Antes del Parque del Amigo, su dueña más joven no se habría imaginado que éste se convertiría en el negocio de la familia, no tuvieron ningún pariente que se dedicara a ese rubro. El hilo conductor que les trajo hasta acá fue el amor por los animales.
Carolina recuerda que, de niña, ella y sus primos jugaban en el negocio de su abuela con Huracán. “Huracán era un bull terrier que andaba siempre por ahí, ¿viste que todo el mundo les tiene miedo?, pero era buenazo, buenazo. Cuando era chiquita, me acuerdo verla a mi abuela sentada, tomando mate, atendiendo el negocio y el Huracán a los pies de ella, la seguía a todos lados”.
Carolina es testigo del cambio universal de las últimas décadas en nuestro vínculo con las mascotas como un integrante más de la familia y el duelo que su muerte supone.
Vanessa (38) y Daniel, su pareja, visitan a Pulgas y a Juana cada vez que pueden en el cementerio. Pulgas murió en julio de 2023, a sus 15 años, después de tragar una pelota de plástico y no sobrevivir a la cirugía. Vanessa todavía se conmueve cuando habla de él con Clarín y recuerda cómo lo rescató con pocos días de nacido y mínimas chance de sobrevivir. Lo mismo con “Juanita”, a quien tuvieron que “dormir” al año siguiente, a sus 13 años, a causa de una insuficiencia renal severa. Hoy todavía tienen a Felicitas y a Tito.
Los visitantes dejan homenajes, flores y tributos a sus mascotas. En el espacio compartido hay placas con sus nombres. Gentileza: Parque del Amigo (en Instagram, @parquedelamigo)
“No todos tenemos una casa propia o algún terreno en donde podamos enterrar a nuestras ‘perrihijos’ o ‘gatihijos’ y demás animalitos; y este tipo de lugares ayuda muchísimo”, añade Vanessa, mientras agradece el profesionalismo que, dice, mostraron los empleados en ambas ocasiones: “Supieron darnos nuestro espacio para que nos despidiéramos, hoy en día es una decisión tomada que todos mis ‘gatihijos’ y ‘perrihijos’ serán enterrados ahí”.
Carolina Colalillo entiende muy bien el sentimiento. Su schnauzer enano mestizo, Charol, la acompañó durante 19 años. “Cuando se murió Charol, el 18 de noviembre de 2018, lo enterré frente a mi oficina. Hoy tengo otros perros que los amo con toda mi alma, pero Charol va a ser Charol toda la vida, nunca va a ser el mismo sentimiento, es lo mismo que con las personas”.
Carolina Colalillo cuenta que hay más de 3 mil parcelas individuales en uso. Gentileza: Parque del Amigo (en Instagram, @parquedelamigo)
El Parque abre al público los fines de semana y, según cuenta Vanessa, muchas veces los visitantes acaban compartiendo anécdotas de los animales que van a visitar mientras toman mates y dejan algunos recuerdos. Ella ya está preparando una foto en serigrafía sobre cerámica de sus mascotas para colocarlos en sus espacios comunes cada vez que los visiten.
Mientras tanto, Carolina cuenta que su abuela Carlina, la creadora del lugar, a los 107 años no ha bajado los brazos y, aunque perdió la vista, sigue lúcida y pregunta siempre por su árbol, un inti que sembró y está cerca de la oficina del lugar.
Carlina celebra su cumpleaños tres días seguidos: el 24 con amigos y vecinos, el 25 siempre con una misa y junto a la familia, el 26 con “las chicas”, sus amigas, algo menores que ella. “¿Para describir a mi abuela? Todo es poco… Es la sabiduría, la fortaleza… Mi abuela sigue siendo para mí una persona admirable en todo sentido”, dice su nieta.