Muchas personas tienen la costumbre de llegar tarde a todos lados, aun cuando los citen o se comprometan a llegar a cierta hora. Pero, ¿qué se esconde detrás de esta conducta? Entre las varias razones que existen, podemos pensar en dos que son las más frecuentes:
1. Ser una persona pasivo-agresiva
Es aquella que suele tener mucha ira contenida en su interior y la expresa a través de sus constantes llegadas tarde. Necesita romper el límite como una manera de sentir que cometió una transgresión y expresó ese motivo muy guardado que los demás desconocen.
2. Ser una persona narcisista
Es aquella que, con su accionar, entrega el siguiente mensaje: “A mí no me importa el horario ni lo que piensen de mí; a mí lo único que me importa es que voy a llegar a la hora que yo elijo”. Es decir, que no valora a los demás, que no valora el tiempo ajeno. Y el tiempo no es dinero, como suele decirse, sino vida.
Cuando uno llega tarde a un lugar, a una cita o a un evento, ya sea por una actitud pasivo-agresiva o narcisista, por una mala planificación, o por la razón que sea, transmite una imagen muy negativa.
¿Por qué? Porque está dejando muy en claro que no es capaz de administrar ese recurso valioso llamado tiempo. Y, si yo transmito el mensaje de que no puedo administrar un recurso tan básico y primordial como el tiempo, ¿cómo van a confiar en mí para manejar otros recursos?
Es por ello que resulta fundamental, si no sabemos hacerlo, aprender a administrar nuestros tiempos. ¿Y cómo lo hacemos? Básicamente organizándonos para llegar a horario, o incluso un poco antes de lo acordado.
¿Cómo te llevás con el tiempo? ¿Solés llegar tarde o a horario? Recordá esto: cuando tenemos la costumbre de llegar a tiempo, le estamos diciendo a los demás: “Vos sos importante para mí; tu tiempo y mi tiempo son valiosos”. Un mensaje poderoso, ¿verdad?