El poeta Jules Supervielle consideraba que en Montevideo el aire era “tan ligero y fácil que los colores del horizonte se acercaban para ver las casas”. Sus padres habían migrado del Béarn francés a la capital uruguaya para trabajar en el banco familiar, pero él prefirió las letras a las cuentas y sus palabras sobre su ciudad natal siguen siendo una de las mejores invitaciones a pasar unos días del otro lado de las aguas del Río de la Plata. En una ciudad donde el tiempo no pasa con la misma prisa que en Buenos Aires, es posible encontrar ahora, igual que al principio del siglo XX, ese aire del que hablaba.
Hasta la monumentalidad en Montevideo es más tranquila, o –se podría decir– razonable. Las plazas, las torres, los edificios públicos y las estatuas no terminan de convencerse de que están en una capital. Mientras tanto, los choferes de taxi detectan al instante si su pasajero viene desde la gran ciudad vecina, para comentar los últimos chismes de la farándula y del fútbol porteño. Hermanas por donde se las mire, comparten historia, idioma, acento, pasiones, músicas y hasta la misma cocina.
La cercanía geográfica y cultural no quita el interés. Todo lo contrario. Se quiere lo que se conoce, sobre todo cuando se aprecian las sutiles diferencias. Es una de las razones por las cuales Montevideo será siempre uno de los destinos preferidos para una escapada urbana. El circuito de los imperdibles incluye el Mausoleo de Artigas, la Torre Salvo, la Casa de Gobierno y su museo, el Teatro Solís, la Puerta de la Ciudadela, la peatonal Sarandí, la Plaza de la Constitución, el Mercado del Puerto y la Plaza de la Independencia. A estos atractivos hay que agregarles los restaurantes, los supermercados y las tiendas, ya que Uruguay es ahora conveniente para hacer compras. En pocos días es imposible verlo y probarlo todo, pero son suficientes para disfrutar y tener ganas de volver, porque a pesar de no ser tan exuberante como Buenos Aires, Montevideo es igual de atractiva y seductora.
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En la Ciudad Vieja
Nada mejor para empezar una escapada oriental que recorriendo el corazón más antiguo de Montevideo. La Ciudad Vieja estaba protegida en el siglo XVIII por una Ciudadela de la cual solo se conservó una puerta. En ese barrio histórico de calles empedradas y edificios antiguos y desvencijados, el tiempo frenó aún más su carrera que en el resto de Montevideo. Hay un aire tranquilo y un ritmo que se diría suspendido, que siempre brinda tiempo para un desayuno de bienvenida o un café en los lugares más emblemáticos: La Farmacia Café, una antigua botica reconvertida en espacio cultural y gastronómico; o el legendario Café Brasilero, fundado a fines del siglo XIX y frecuentado por escritores como Juan Carlos Onetti, quien allí comenzó su novela El pozo. Un imperdible: probar el café Galeano, homenaje al gran Eduardo, otro habitué de la casa.
Al igual que Buenos Aires, Montevideo es una ciudad profundamente literaria. Poetas como Mario Benedetti, Idea Vilariño, Ida Vitale o Marosa di Giorgio marcan su espíritu. Para empaparse de esta esencia, vale la pena visitar librerías como Más Puro Verso, ubicada en un hermoso edificio restaurado en la Ciudad Vieja, o Escaramuza, un encantador café-librería en el barrio Cordón.
Para quienes disfrutan de la historia, los museos abundan. En pocas cuadras se concentran el Museo del Carnaval, el Museo de la Inmigración, el Museo de Arte Precolombino e Indígena, el de Artes Decorativas y el conmovedor Museo Andes 1972, dedicado al accidente aéreo que conmovió al mundo. Pero lo más valioso de esta zona es que es, en sí misma, un museo a cielo abierto: con la peatonal Sarandí, la Catedral Metropolitana, las plazas coloniales y las fachadas antiguas.
Al llegar el mediodía, nada mejor que almorzar en el clásico Mercado del Puerto, donde la tradición se sirve a la parrilla. Otra vez Montevideo y Buenos Aires desdibujan la frontera que las separa. Pero en el lado oriental del río, se saborean chivitos al plato y pamplonas. Junto con las parrilladas, el mercado reconvertido en una de las principales atracciones turísticas de la ciudad es un ambiente que combina buena comida con arte callejero y música, con preferencia para el tango.
Desde el mercado, el paseo lleva los pasos del caminante a la Plaza Independencia, centro simbólico de Montevideo, donde la historia colonial se entrelaza con la identidad nacional. Se accede a través de la Puerta de la Ciudadela, y en el centro de la plaza se impone la estatua ecuestre del general José Artigas. Entre los edificios que la rodean se destacan el Palacio Estévez y la Torre Ejecutiva, dos caras del gobierno uruguayo. Pero el ícono por excelencia es el Palacio Salvo, diseñado por Mario Palanti e inaugurado en 1928. Con sus 105 metros de altura, sigue siendo uno de los edificios más altos de la ciudad y atesora una historia peculiar: en el mismo lugar estuvo la confitería La Giralda, donde se interpretó por primera vez el tango La cumparsita. Hoy, el museo del tango revive esa memoria, y las visitas guiadas permiten subir a la cúpula para ver Montevideo desde las alturas. A unos pasos, el Teatro Solís, inaugurado en 1856, es uno de los más antiguos de Sudamérica. Su arquitectura y acústica lo convierten en una joya cultural, con visitas guiadas todos los días para quienes no puedan asistir a una función.
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Y si es sábado o domingo, la jornada puede cerrar con una merienda elegante en el restaurante Arcadia, en el piso 25 del hotel Radisson Montevideo. Desde allí, la vista panorámica del río y la ciudad al atardecer es inolvidable. Para una opción más popular, pizza y café en La Pasiva, muy cerca de la plaza, también cierran una jornada oriental.
Al borde de la Rambla
La Avenida 18 de Julio es la columna vertebral del Montevideo moderno. Desde la Plaza Independencia hasta el barrio de Tres Cruces, esta arteria concentra tiendas, cafés, edificios históricos, galerías y vida urbana. A mitad de camino, el Mirador Panorámico de la Intendencia, en el piso 22, ofrece una vista espectacular y es un excelente punto de orientación para planear el resto del día.
De allí, el viaje se vuelve costero. La Rambla de Montevideo es el alma abierta de la ciudad: más de 20 kilómetros de paseo junto al Río de la Plata, entre playas, parques, donde se cruzan por igual a pescadores y ciclistas. Desde la Playa Ramírez hasta la bahía del Buceo, pasando por la famosa Playa de los Pocitos, la Rambla ofrece postales inolvidables. Allí también están las letras gigantes que forman la palabra Montevideo, punto obligado para una buena foto con el río de fondo. Para almorzar, las opciones van desde la marisquería El Italiano, con vista al río, hasta el más internacional Hard Rock Café.
La rambla de Montevideo tiene una extensión total de 21 kilómetros y bordea la costa. Las playas más famosas son las de Pocitos y Carrasco, pero hay muchas otras. Cada una tiene un carácter distinto, pero todas comparten el hecho de ser urbanas, que se pueden disfrutar por un día o unas horas, incluso luego de salir de la oficina, del colegio o para hacer un corte en el día. A diferencia de Buenos Aires, la capital uruguaya integra su costanera y las aguas del Río de la Plata en la vida diaria de sus habitantes.
Pocitos es la postal más conocida de la costa montevideana. Con sus arenas claras bordeadas de edificios altos, tiene cierto parecido con los balnearios del Mediterráneo. Mientras que la vecina playa del Buceo es mucho menos conocida, sobre todo entre los visitantes. Dio su nombre al cementerio vecino, que se puede comparar con el de la Recoleta. Más lejos, las playas Malvin y Honda tienen un poco de oleaje para practicar deportes náuticos y hasta iniciarse al surf en un ámbito suave y bien preparado. Finalmente, las playas más alejadas son las de los Ingleses y de Carrasco, pero durante una escapada, es más fácil quedarse cerca de los barrios más céntricos. Por esta razón, una excelente opción es la playa Ramírez, muy familiar (porque sus aguas no son profundas) y a pasos del Parque Rodó, uno de los principales pulmones verdes de la ciudad, que combina naturaleza, arte y vida estudiantil. Su lago artificial, las sedes de la Universidad de la República y el Museo Nacional de Artes Visuales lo convierten en un lugar vibrante. En la zona del Prado, el Museo Blanes y su vecino, el Jardín Japonés, invitan a un paseo más contemplativo.
Moverse por Montevideo es sencillo, con una red de buses eficiente y un sistema que permite conexiones dentro de la misma hora con un solo boleto. La noche encuentra su ritmo entre barrios con identidad. Sur, Palermo y Cordón cobran vida con candombe callejero y tambores. Otro barrio y otra cara de una ciudad que tiene miles: en la Ciudad Vieja, el Bar Fun Fun ofrece una cena con espectáculo donde conviven el tango, el candombe y la bohemia.
Montevideo tiene mil rostros, y cada viajero puede armar su propio recorrido. Pero sin dejar de captar este aire tan especial, que Supervielle consideraba el más fácil del mundo…
Datos útiles
Shopping
Además de sus tiendas y boutiques de ropa (incluyendo la cadena HyM), indumentarias y decoración y de su patio de compras, el mall Nuevocentro cuenta con un supermercado de la cadena francesa Géant. Propone muchos productos importados a precios competitivos.
• Abre de 8 a 23. Av. Luis Alberto de Herrera.
Gastronomía
Viti, bar de vinos
En Colón 1543. Más de 100 etiquetas y vinos por copa. El 80% de las referencias son uruguayas. Se sirven con empanadas y tablitas.
• Degustaciones a partir de US$ 11 por botella o 4 por vaso. De jueves a lunes, de 12 a 00.
Para degustar un postre Massini. Este clásico de Montevideo se puede saborear en muchos locales. Una de las sucursales de La Pasiva está a pasos del Palacio Salvo y es una excelente opción para no desviarse mucho.
• Av. 18 de Julio 899. Abre de 10 a 00. Cuesta unos US$6.
Comer un chivito en La Chacra del Puerto. Uno de los locales de mayor renombre en el Mercado del Puerto. El precio ronda los US$19. Abre de 11 a 18 todos los días.
Semana Santa
Semana Criolla del Prado 2025. Se dice que es “una de las principales expresiones de la tradición gaucha” en la ciudad. Con espectáculos ecuestres, música folklórica, gastronomía y actividades culturales. Del 13 al 20 de abril, en el Parque Prado, entre las 10 y las 22.
• La entrada cuesta US$ 6,50.
Cambio
Un dólar equivale a 42 pesos uruguayos; un peso uruguayo, a 25 pesos argentinos.
@nahuelrochaa