
Por: Fernando Oz
@F_ortegazabala
El diputado Pepe Pianesi, previo a unos lances de florete por X, escribió una breve columna de opinión donde apunta al Frente Renovador de la Concordia, su oponente predilecto. En resumidas cuentas, se queja de la gran cantidad de sublemas que presentó el oficialismo, una “maniobra” a la que calificó como “un abuso electoral” y que se financiará con la “nuestra”. Protestando, nuevamente, contra las reglas del juego.
Primero acomodemos los melones. En las elecciones del 8 de junio la provincia elegirá a 20 diputados provinciales, la mitad de la Legislatura. A su vez, sólo en 11 de los 78 municipios, también se votarán concejales. Esos once municipios son clave para la estabilidad política del Cantón, allí se encuentra casi el 70% del electorado.
En esos enclaves, donde los intendentes se ven obligados a reforzar o mantener el statu quo, se inscribieron 347 sublemas. La renovación presentó 159 y la sumatoria de toda la oposición 188. La marca de los hermanos Milei, La Libertad Avanza, inscribió 37. En cuanto a los radicales y el último pelotón del PRO, asociados en el Frente Unidos por el Futuro, 68. El resto de las fuerzas políticas, las de menor peso y con menos intención de votos, suman en total 83 sublemas.
Y acá vale una aclaración. Varios sublemas inscriptos abandonaron la competencia antes de arrancar, ya sea por pura estrategia electoral, acuerdos políticos, económicos o por lo que fuera, pero los números que se lanzaron en esa primera rueda son los mencionados. Otro capítulo de las reglas, tan cuestionables como acomodaticias.
Pianesi se queja de las reglas, la Ley de lemas es una de ellas. En su escrito esgrimió que el oficialismo “después de más de 20 años al frente del gobierno, todavía necesitan estas maniobras para sostener las mayorías en los poderes legislativos de la provincia y los municipios”. También describió, a su modo, un mecanismo que conocemos todos, que no es más que una estrategia, avalada por la norma, que viene dando muy buenos resultados al frente que lidera Carlos Rovira.
Luego continuó con un poco más de lamentos y un rocambolesco pronóstico electoral para octubre. Y tiró un lance final: “La Renovación quedará muy expuesta en sus propias contradicciones y tendrá la responsabilidad de cambiar el paso”. Una estocada fallida para quien integra un partido lleno de “contradicciones”. Tal vez, deberían ser los dirigentes de la oposición quienes tengan que actuar con mayor “responsabilidad” y “cambiar el paso”.
Como consecuencia del desdoblamiento de las elecciones de los dos principales distritos electorales del país, provincia de Buenos Aires y CABA, las más importantes fuerzas políticas dejaron por la libre a sus referentes y electores de Misiones y otras jurisdicciones. El kirchnerismo y el PJ se concentran en la resistencia del territorio bonaerense. Los primos Macri, con lo que queda del PRO, hacen lo mismo en defensa del bastión porteño. Los radicales siguen los objetivos de Martín Lousteau, que rara vez cruzan la General Paz.
Hasta el electorado que se auto percibe libertario, al que se le está montando una campaña ficticia, fue dejado a su suerte. Sus principales referentes, con el tributarista Carlos Adrián Nuñez a la cabeza, están muy ocupados, junto a los radicales con peluca, en los entuertos de la EBY. No están dispuestos a hacer muchos esfuerzos en las elecciones provinciales; como saben que parten de la nada, todo lo que venga de arriba por la marca, es ganancia pura.
Lo que Pepe y el resto de la oposición deberían preguntarse es qué hicieron durante todos estos años para cambiar las reglas. Nada o muy poco. Ni siquiera fueron capaces de adaptarse al contexto del momento, lo que no significa rendirse. En el Cantón Verde, el arco opositor, de centro izquierda a centro derecha —que al peronismo cada cual lo ubique donde quiera— no logra salir de un espiral de internas y mezquindades que termina deteriorando cualquier equilibrio posible.
La clase política, que continúa hablando sólo a su público cautivo, está evitando debatir sobre los problemas de fondo y esa falta de intercambio dialéctico, de enfrentamiento intelectual, de choque de ideas, o como quieran llamarlo, nos hace mal porque nos deja indefensos ante los desafíos del presente y del futuro. Claro que los enfrentáremos, como siempre se hizo, pero hace falta congruencia de parte de la dirigencia para propender con cambios que dejen de ser declamaciones oportunistas para convertirse en una verdadera cohesión social. Así, los muros se derriban más rápido.