Una multitud despidió a Francisco en la iglesia donde el Pontífice sintió el llamado de Dios. Fue en la basílica del barrio porteño de Flores, luego de una jornada en la que feligreses, admiradores y seguidores del legado del Papa se expresaron en templos de todo el país, tras conocerse que Jorge Bergoglio había fallecido en su habitación de Santa Marta, en Roma.
Pasadas las 18.30, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, inició la misa del último adiós en la Basílica de San José de Flores, sobre la avenida Rivadavia, a metros de Rivera Indarte, en el barrio que vio nacer y crecer hasta su juventud a Francisco. Allí, también, el fallecido pontífice se formó en la religión católica. El lugar estaba colmado de asistentes, que llegaron a ocupar las escalinatas hacia la avenida Rivadavia.
Con el deseo “Por el eterno descanso”, la ceremonia congregó a más de mil personas, entre las que estuvieron la vicepresidenta Victoria Villarruel, la vicejefa de Gobierno porteño Clara Muzzio, el diputado nacional Leandro Santoro y Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz.
“Solo recogimiento y acompañar a los católicos y al pueblo argentino en el dolor que sentimos por la pérdida de nuestro Santo Padre. Solamente quiero hablar hoy de lo que fue el papa Francisco”. dijo la vicepresidenta a su paso, en las escalinatas de acceso. Se excusó, seguidamente, de responder sobre otros temas: “Todo lo que ocurra después lo hablamos en otro momento”.
Villarruel estuvo entre los primeros referentes políticos en llegar. Los bancos se fueron completando hasta que se superó la capacidad de la imponente basílica.
“El criterio del pontificado fue que Dios nos ama con locura, que Dios nos ama mucho y que nunca se cansa de perdonarnos, que somos nosotros los que nos cansamos de pedirle perdón. Por eso, una vez más y con el corazón arrepentido, nos ponemos delante del Señor y le pedimos perdón por nuestra falta”, expresó en el inicio García Cuerva.
Palabras
El arzobispo de Buenos Aires calificó la partida del Papa como “la muerte del padre de todos” e hizo hincapié en que Francisco “mostró la necesidad de reformas y transparencia en la Iglesia”, por lo que “quizá fue tan criticado”.
En un emotivo discurso, García Cuerva agregó que “hay oscuridad y es de noche porque sentimos la orfandad”, a la vez que llamó a “encontrar la luz” y “soñar con una misma humanidad como hijos de la misma Tierra que cobija a todos”, una guía “que él nos predicó en la llamada revolución de la ternura”.
Fundado el 18 de febrero de 1883, el histórico templo del barrio porteño de Flores fue la sede donde a mediados del siglo pasado un joven Jorge Bergoglio decidió dar sus primeros pasos e incursionar en la formación que casi 60 años después lo llevaría a ser electo por sus pares en Roma como jefe de la Iglesia Católica, el primero de origen argentino y, también, el único proveniente por el momento de América latina.
“Lo conocí cuando estaba entrando al seminario, en especial durante algunas lindas conversaciones con él y mis compañeros de aquel entonces sobre Jesús, la vida, la iglesia”, repasó Patricio Ossoinak, uno de los vicarios párrocos. “Era una persona que se destacaba por su facilidad para vincularse. En esa época, el Papa en funciones era Benedicto XVI todavía y él nos invitaba siempre a leer los libros de Jesús de Nazaret y a dejarnos a todos abrazar por la misericordia de Dios”, recordó.
Una vez conocido que Francisco había fallecido, en uno de los confesionarios de la basílica se fue disponiendo un altar con velas. En una estatuilla dedicada a su memoria se leía: “El 21 de septiembre de 1953, Jorge Mario Bergoglio atendió el llamado de Dios para convertirse en sacerdote”.
Fieles y admiradores del Pontífice escribieron mensajes con dedicatorias y ofrecieron rezos. Se acercaron, también, vecinos, amigos y colegas. Varios de ellos, según contaron, mantuvieron contacto hasta último momento con quien habían llegado a conocer como “padre Bergoglio” o, simplemente, “Jorge”.
Una mujer, que prefirió no compartir su nombre, entre lágrimas dijo a la nacion: “Tengo mucha tristeza, mucha. Nunca dejó de estar con nosotros, por más que su lugar era en Roma. Siempre nos mandábamos videos, cartas y estaba con nosotros. Se reía mucho, festejaba todo lo que hacíamos. Era uno más del grupo; era un sol para nosotros. Me confesé con él. Me agarraba las manos y me las apretaba con esas manos flaquitas, frías, que tenía cuando era párroco y cuando fue obispo”.
Joaquín tiene 14 años y estudia en el Instituto San José de Flores, a 400 metros de la basílica. Se acercó junto a un grupo de ocho compañeros a la Plaza General Pueyrredón frente a la iglesia. “Vine con mis amigos a rezar por él. Muchas veces se habla de que la religión ha quedado más lejos de los jóvenes, de los más chicos, pero a nosotros nos ha influenciado mucho la figura del Papa”. Y cerró: “En este momento sentimos orgullosamente el valor de los aprendizajes que nos dio, pero mucha tristeza por su fallecimiento”. .
En su gestión al frente de la Iglesia Católica, García Cuerva destacó como legado de Francisco que llamó a “parar con la guerra”, discutió “el tráfico de armas”, expuso “la desigualdad” y que “lamentablemente” para los jóvenes “el futuro es incierto y los animó a soñar”.
En ese sentido, el arzobispo remarcó: “Francisco puso los problemas sobre la mesa y será hora de que ahora nos tengamos que hacer cargo entre todos, no de ser especialistas en diagnósticos, sino en buscar soluciones a esos problemas. Creo que nos invitó a levantar la mirada, no quedarnos y hacer de la Iglesia un museo de recuerdos”.
Solo empañó el recogimiento y el dolor con el que la población se expresó a lo largo del día un escrache a la Vicepresidenta. Fue a la salida de la basílica de Flores: a los gritos y con empujones, un grupo repudió su presencia con cánticos contra el Gobierno en las escalinatas y la vereda, sobre la avenida Rivadavia.
Al término de la misa, como otros tantos, Clara Pitra no pudo evitar quedarse llorando en uno de los bancos. “Sí, estoy muy emocionada. Es la despedida de alguien que supo ser un referente a nivel mundial y de los años que una tiene en los movimientos católicos, pero más allá de eso, la emoción es por el afecto que una tiene en lo personal por la forma de ver el mundo que permitió la figura de Francisco”, contestó esta joven psicóloga de 25 años.
Escuelas
Tras la noticia del fallecimiento de Francisco, la Casa Rosada dispuso siete días de duelo, medida que también tomaron la Ciudad y la provincia de Buenos Aires. A la vez, el gobierno porteño dispuso que las escuelas del distrito rindieran homenaje con un minuto de silencio.A la vez, por disposición del Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires, las escuelas católicas dependientes de la Vicaría permanecieron cerradas ayer en la jornada de duelo y lo mismo hicieron algunos establecimientos confesionales católicos. Las instituciones que ayer recibieron a sus alumnos para no afectar la organización de las familias, hoy permanecerían cerradas en señal de duelo, según lo fueron comunicando.
El Ministerio de Educación porteño también dispuso que todas las instituciones educativas de la jurisdicción mantengan las banderas nacional y de la ciudad a media asta. Con el minuto de silencio, instaron a “invitar a la comunidad educativa a reflexionar sobre el legado de fraternidad y justicia social” del sacerdote jesuita. En La Plata, tampoco hubo clases ayer en los colegios católicos.