A primera vista aparece como un clásico de la política económica de la Argentina: un gobierno consigue dólares y apunta a apreciar el peso en la búsqueda de obtener buenos resultados en materia electoral.
El ministro de Economía, Luis Caputo, se jacta de haber modificado el esquema cambiario de un régimen de dólar fijo con aumento predeterminado (subía 1% por mes) a otro de flotación entre una banda de entre $ 1.000 y $ 1.400 sin que se produjera una devaluación.
Fue el Presidente Javier Milei el que dijo que el dólar iría al piso de la banda y que incluso podría ir más abajo y el resto del gobierno se alineó.
Con el desembolso anticipado de US$ 12.000 millones por parte del Fondo Monetario Internacional el gobierno vive un momento de éxtasis financiero que le permite, entre otros resultados, demostrar que el dólar que reciben los exportadores en el mercado mayorista de $ 1.104 es inferior al que recibían hace dos semanas cuando con el «blend» conseguían $ 1.130.
Una pregunta en medio de la euforia oficial es si, antes, con blend de $ 1.130 el Banco Central perdía reservas: ¿por qué ahora con un mayorista de $ 1.104 podrá ganarlas?
Una primera respuesta posible es porque el panorama cambiario se modificó en forma notable: Caputo consiguió un préstamo y tiene más dólares en el Tesoro y, como los tiempos político-electorales mandan, la estrategia de corto plazo es sobrevaluar el peso en el intento de moderar la inflación que, después del 3,7% de aumento del costo de vida en marzo, encendió luces amarillas.
Con características distintas (precio de la tonelada de soja por encima de los US$ 500- ahora en US$ 379) Néstor Kirchner en 20023/2004 enfrentó un dilema similar al actual:¿acumular más reservas en el Banco Central o usar los dólares para a atrasar el tipo de cambio?
En aquella oportunidad la decisión fue favorecer un marco de apreciación cambiaria en el intento de mejorar el poder de compra de los salarios en términos de dólares.
Caputo destaca que no devaluó lo que supondría pensar que el peso apreciado se consolida en los próximos meses apalancado, incluso, por la decisión del ministro de permitir que los inversores extranjeros puedan traer dólares para comprar letras y bonos del Tesoro con la condición de que permanezcan por seis meses.
Las posibles ganancias del «carry trade» (vender dólares, con los pesos comprar letras del Tesoro y volver a comprar dólares un tiempo después) se agigantan si el dólar se mantiene cerca del piso.
La consultora Equilibra (Diego Bossio/Martín Rapetti) realiza una simulación en la que con el dólar en el piso de la banda, las ganancias podrían oscilar entre 24% y 44% mientras que comenzarían a diluirse si la divisas supera los $ 1.250.
Un dato clave del nuevo sistema de flotación es que el Banco Central se mantiene sin intervenir en el mercado y, por lo tanto, sin comprar divisas.
En el acuerdo con el FMI el gobierno se compromete a sumar US$ 3.700 millones a las reservas del Banco Central hasta junio, otros US$ 4.100 millones más en el tercer trimestre y sumar US$ 6.900 millones en el último.
Lo dólares para alcanzar esas metas podrán venir de los exportadores o de la colocación de bonos en el exterior, una posibilidad por ahora vedada con una tasa de riesgo país en 720 puntos.
Pero el gobierno cuenta con respaldos fuertes y contundentes.
«Si Argentina sufriera un shock externo del que no es responsable, yo estaría dispuesto a asistirla utilizando el Exchange Stabilization Fund, siempre y cuando mantenga la actual orientación de su política económica» dijo el Secretario del Tesoro de los EE.UU. Scott Bessent desde Washington.
En medio de la euforia que viven en Economía los funcionarios destacan cuatro temas para explicar la fortaleza del arranque del sistema de flotación cambiaria.
Dentro y fuera del gobierno se reconoce que los US$ 12.000 millones adelantados por el FMI son un monto de tal contundencia que no hay operador financiero que no se haya sorprendido.
El monto cobra relevancia, además por la definición de respaldo político que implica, por el momento del año en que llega, a las puertas de la liquidación fuerte de las exportaciones de soja y maíz que, estacionalmente, es el famoso «trimestre dorado» para que el Banco Central pueda recomponer las reservas.
Los otros dos temas están relacionados con dos definiciones del Presidente Milei que, con el respaldo que está obteniendo del gobierno de los Estados Unidos, suenan más potentes a los oídos de los agentes económicos.
Una de ellas es la advertencia a los productores y exportadores del campo a que se apuren a liquidar operaciones antes de fin de junio cuando, aseguró Milei, volverán a subir las retenciones.
Otra definición de peso y que se viene corroborando en los primeros días del nuevo sistema fue la referida a que el gobierno no comprará dólares hasta que el precio toque el piso de la banda, o sea, $ 1.000.
Los operadores del mercado están tomando nota que la apuesta de corto plazo del gobierno es a que el dólar gire en $ 1.000 y se quede girando en ese nivel por algún tiempo.
Es clara la opción por mantener el dólar atrasado en términos reales en el entendimiento de que, por ahora, le resulta el camino más directo para intentar reactivar una economía que sigue mostrando una fragmentación importante en los niveles de actividad.
Sobre la firma
Daniel Fernández Canedo
Editor Jefe y columnista de Economía. [email protected]
Bio completa
Mirá también
Mirá también
La actividad económica aumentó en febrero 0,8% respecto del mes anterior y acumula un 5,7% interanual
Mirá también
Mirá también
Cambios en la UIA: quién es Martín Rappallini, el nuevo presidente de la central fabril que reemplazará a Daniel Funes de Rioja
Newsletter Clarín
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializados
QUIERO RECIBIRLO
Tags relacionados