Es cierto que a la hora de hablar del cuidado de la piel del rostro, aparecen muchas opciones. Las más comunes consisten en rutinas de cuidado domiciliario -con cremas y serums-, y la protección solar.
En el camino de mejorar la piel y la apariencia del rostro, quienes tengan el deseo de “dar un paso más” y hacer algún tratamiento, deben contar en una primera instancia con información apropiada.
Pero además, teniendo en cuenta el edadismo reinante, que glorifica la “juventud eterna” y desprecia las huellas del envejecimiento (sobre todo en las mujeres), lo ideal es que exista la posibilidad de reflexionar acerca deimperativo socio-cultural.
Y si se desea incursionar en algún tratamiento, es imprescindible acudir a profesionales serios, al tanto de los avances y procedimientos seguros que puede brindar la denominada medicina estética.
Cambio de tendencia
En este sentido, y lejos de las tendencias que predominaban algunas décadas atrás, crece el interés por una apariencia que lejos de los rellenos desmedidos y las cirugías, pueda atenuar a nivel estético los signos del paso del tiempo sin que eso implique un cambio en las facciones del rostro.
El objetivo de muchas personas es seguir manteniendo sus rasgos de la manera “más natural posible” (está claro que hablamos del efecto buscado: si existe un procedimiento no estamos hablando de naturalidad, ya que lo natural sería aceptar el paso del tiempo y cuidar el rostro sin intervernirlo).
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Por eso hoy están en boga dentro de este ámbito los tratamientos de bioestimulación, que buscan que sea el propio cuerpo el que produzca más colágeno, una proteína clave en la elasticidad de la piel.
Qué es el llamado “slow aging”
Está claro que una carrera contra el tiempo, es una carrera perdida. Nadie puede detener el envejecimiento. A lo que se alude con el término “slow aging” (envejecimiento lento) es a que los signos del paso del tiempo tarden más en aparecer.
“El envejecimiento es un proceso biológico natural, que no solo no se puede evitar, sino que además nos demuestra el camino recorrido. Últimamente, en medicina estética estamos comenzando a usar estrategias para acompañar a los pacientes de forma cada vez más natural y menos invasiva”, postula Fernando Felice, cirujano plástico, director del Congreso Internacional Masterhub y docente de la Universidad de Buenos Aires.
Y añade: “Diversos estudios han demostrado que ciertos hábitos y tecnologías pueden influir positivamente en su ritmo, mejorando tanto la apariencia física como la calidad de vida”.
El plasma rico en plaquetas es uno de los tratamientos bioestimuladores de colágeno. Foto Shutterstock.
En relación a los hábitos, menciona un estilo de vida saludable, el uso de protección solar, un enfoque integrativo, y tratamientos médico-estéticos.
1- Estilo de vida saludable: “Una alimentación equilibrada rica en antioxidantes, actividad física regular, descanso adecuado y el control del estrés, son pilares fundamentales. Estos factores ayudan a reducir la inflamación crónica y el daño oxidativo, principales responsables del envejecimiento celular”, sugiere.
También propone estimular el cerebro y mantener la mente activa y tener redes sociales reales, con amigos, familia y grupos de pertenencia.
Por último, sugiere limitar el uso de pantallas y hacerse chequeos de salud anuales o de acuerdo con lo que indique cada médico clínico o de cabecera.
2- Protección solar: “La exposición solar excesiva es una de las principales causas del envejecimiento prematuro de la piel. El uso diario de protector solar y barreras físicas (como sombreros o gafas) previene el daño inducido por los rayos ultravioletas (UV)”.
3- Tratamientos médico-estéticos: “Hoy día existen tecnologías avanzadas y productos bioestimuladores que ayudan a preservar la estructura de la piel, mejorar la calidad de los tejidos y estimular la producción de colágeno, como la radiofrecuencia, los ultrasonidos focalizados, el ácido hialurónico, la toxina botulínica o la hidroxiapatita de calcio”, enumera.
4- Enfoque integrativo: En este sentido, indica que “la medicina moderna también incorpora el análisis hormonal, el manejo del sueño, la microbiota intestinal y el bienestar emocional como componentes claves para promover una longevidad saludable”, asegura.
Rutina de cuidado domiciliario
Yendo “de menor a mayor”, las rutinas de cuidado diarias con cremas, serums y ácidos cumplen un rol fundamental en la prevención y el mantenimiento de la salud cutánea.
Entre las funciones que cumplen, “previenen el envejecimiento prematuro al proteger la piel del daño ambiental (como la radiación UV y la polución), estimulan la renovación celular, mejoran la textura, luminosidad y uniformidad del tono de la piel; hidratan, reparan y refuerzan la barrera cutánea, lo que es clave para una piel más fuerte, tolerante y saludable”, enumera.
También explica que algunos activos como los alfa y beta hidroxiácidos, la vitamina C, el retinol o los péptidos actúan directamente sobre arrugas finas, manchas y flacidez leve.
Según Felice estos tratamientos son esenciales, y requieren constancia en el uso para observar resultados. Además, deben ser indicados por profesionales, ya que el mal uso de algunos activos (como los ácidos o el retinol) puede provocar irritación o sensibilización.
Los cuidados de la piel del rostro comienzan con una rutina domicilaria. Foto Shutterstock.
Tratamientos de medicina estética
Según Felice, los tratamientos más efectivos y menos invasivos para el “rejuvenecimiento facial y el bienestar estético” son aquellos que estimulan los procesos naturales del organismo.
“Lo que hoy llamamos slow aging abarca técnicas innovadoras que van desde la medicina regenerativa hasta tratamientos que revitalizan desde el interior del organismo”, cuenta el especialista.
“Este tipo de medicina regenerativa estudia cómo el cuerpo recurre a sus propios sistemas, con ayuda de material biológico, si es necesario, para recuperarse a sí mismo”, detalla.
Entre los más destacados se encuentran:
– Bioestimuladores de colágeno (como la hidroxiapatita de calcio o el ácido poliláctico): “Mejoran la calidad de la piel a largo plazo al estimular la producción natural de colágeno”, precisa. También se incluyen en este grupo el plasma rico en plaquetas (PRP) y los tratamientos con células madre.
– Ultrasonidos microfocalizados (Ultherapy) y radiofrecuencia fraccionada: Estimulan la contracción de las fibras profundas de la piel, logrando un efecto tensor sin cirugía.
– Láseres no ablativos y luz pulsada intensa (IPL): “Uniforman el tono de piel, mejoran la textura y tratan lesiones pigmentarias o vasculares”.
Luego, existen opciones como la toxina botulínica tipo A (que “relaja temporalmente los músculos responsables de las arrugas de expresión, dando un aspecto más descansado y juvenil al rostro”) o el ácido hialurónico que “se utiliza para hidratar, dar volumen y redefinir zonas del rostro, como labios, pómulos o surcos”.
Células madre y plasma rico en plaquetas
“Ambas terapias buscan estimular los procesos naturales de regeneración, pero con mecanismos, alcances y niveles de complejidad distintos. La elección depende del objetivo terapéutico, la evaluación clínica y el contexto normativo de cada país”, resume.
El tratamiento con células madre, en el ámbito médico-estético y regenerativo, hace referencia al uso de células con capacidad de autorrenovación y diferenciación, que pueden estimular procesos de reparación en los tejidos, explica el profesional.
“En estética, su uso más habitual no implica la aplicación directa de células madre puras, sino el empleo de productos derivados del tejido adiposo, como los llamados microinjertos celulares o fracciones vasculares estromales (SVF), que contienen células madre mesenquimales, factores de crecimiento y otros elementos bioactivos.”
Estos procedimientos se emplean para mejorar la calidad de la piel, tratar cicatrices, favorecer la regeneración de tejidos y en ocasiones, acompañar a otros tratamientos quirúrgicos o estéticos.
¿Tiene algún punto en común con el PRP? “Sí, ambos comparten un enfoque bioestimulador y regenerativo, aunque actúan de manera diferente”, señala, y explica las diferencias:
• El PRP se obtiene de la sangre del propio paciente y concentra plaquetas que liberan factores de crecimiento, lo cual estimula la regeneración celular, la angiogénesis y mejora la calidad cutánea. Es ampliamente usado para revitalizar piel, cuero cabelludo y zonas faciales.
• Las células madre o fracciones celulares derivadas del tejido adiposo no solo liberan factores de crecimiento, sino que también tienen potencial para diferenciarse en distintos tipos celulares, lo que les confiere un potencial regenerativo más profundo. “Su aplicación, sin embargo, es más compleja, regulada y generalmente asociada a procedimientos más avanzados”, aclara.
Riesgos
Respecto a si revisten riesgos, admite que los tiene, como todo procedimiento médico, «aunque los riesgos son mínimos cuando se realizan por profesionales capacitados y con productos aprobados».
Los efectos secundarios son inflamación leve o enrojecimiento temporario, hematomas en la zona tratada, asimetrías o resultados no deseados (en casos de mala técnica o dosis inadecuadas). “En casos muy raros, reacciones alérgicas o migración del producto”, añade.
Para minimizarlos, dice que es imprescindible una correcta evaluación médica, una “técnica precisa” y una indicación adecuada para cada paciente. “Lo menos invasivo no significa sin riesgos, pero sí que, manejado con criterio y experiencia, puede ofrecer resultados naturales, seguros y progresivos», cierra.
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