Ha muerto un ginkgo bilobaun fósil viviente, ya que sigue aquí desde hace 290 millones de años. Este en particular llevaba más de 130 años plantado en el jardín de Fonseca, en un rincón casi irreal de la ciudad de Santiago de Compostela, la pétrea capital de Galicia. El árbol, entonces, ha muerto. Pero su sombra pervive en un puñado de palabras eternas.
El ginkgo biloba que resiste en el jardín de Fonseca, Santiago de Compostela.
En el pasado, ese espacio estaba ocupado por un jardín botánico dependiente de la Facultad de Farmacia en la que los estudiantes cultivaban plantas medicinales. La idea era sanar el cuerpo. No han cambiado tanto las cosas, porque ahora sirve para reconfortar las almas.
Ha muerto un ginkgo biloba pero su compañero (el masculino es intencional) sigue ahí. El ginkgo biloba hembra que llegó a medir 27 metros de alto fue atacado desde las raíces por un hongo que lo fue marchitando. Sobre el pasto, en la zona que alguna vez cubrieron sus hojas amarillas, ahora hay poesía.
El escritor Suso de Toro imaginó una espiral que regalase belleza sin importar el tiempo. Llevó la propuesta al municipio compostelano varias veces hasta que alguien la aceptó en 2018. Entonces, ese pequeño jardín cambió. Incluso de nombre: ahora es el Xardín das pedras que falan (Jardín de las piedras que hablan).
Una figura de piedras
La propuesta es trazar una figura a partir de piedras sobre las que se graban versos inéditos y fragmentos literarios de autores y autoras de todo el mundo. La primera estación, claro, está dedicada a Rosalía de Castro, la figura literaria por excelencia de Galicia. Dice: Dende aquí vexo un camiño / que non sei a donde vai; / polo mismo que n’o sei / quixera o poder andar (Desde aquí veo un camino / que no se a donde irá; / por lo mismo que no sé / es que lo quisiera andar).
La primera de las piedras tiene unos versos de Rosalía de Castro. Foto: Concello de Santiago
El circuito sigue con versos de Seamus Heaney, el poeta irlandés ganador del Premio Nobel de Literatura en 1995, el asturiano Antonio Gamoneda Lobón, la catalana Marta Pessarrodona, la alemana Kerstin Hensel, el vasco Bernardo Atxaga, la surcoreana Moon Chung-hee y otros y otras.
La poeta Olga Novo dice «A última vangarda / é o amor» (La última vanguardia / es el amor). La palestina Adania Shibli anotó: «Nada se movía excepto el espejismo». Ahí donde la podredumbre aniquiló lo que fue capaz de resistir más de un siglo, la poesía resiste y sana. Es bueno recordarlo.