Que treinta años no es nada. Inconfundible, ese que camina por los pasillos de la redacción de Clarín es el Gallego Esteban González. Los pelitos prolijamente peinados hacia arriba con Lord Cheseline, la muelas en loop masticando chicle, el hombre que es capaz de reír y llorar en la misma frase: «Yo soy así, trasparente», se define. Es puro corazón el Gallego. Saluda. Abraza a todo el mundo: «Si un hincha de San Lorenzo no me conoce, yo le pido una foto y le cuento quién soy». Quiere que lo conozcan: «Soy cholulo», reconoce. Y, como si fuera ayer, se sigue emocionando cuando recuerda el día que murió su viejo y le hizo el gol a Belgrano de Córdoba: «Se me explotaba el pecho«, recuerda y se le caen las lágrimas. Pasaron tres décadas. Le suena el teléfono: «Gallego, mi vida, ‘vistes TYC esportsss’«, se escucha desde la bocina del celular. Es Héctor Veira: se acaba de enterar del escándalo de Moretti y los 25 mil dólares en San Lorenzo. El diálogo unas horas después de la implosión que conmovió al club de Boedo. Le cuenta que está en una entrevista y el Bambino sale corriendo: «Chau, mi vida, besos a Mabel». ¿Mabel? «El amor de mi vida», describe y cuenta la anécdota del divorcio más caro de la historia. Es un libro el Gaita. Tiene como mil vidas. Alojó a Maradona siete días en su casa y le compró una coupé de lujo. Se separó. Se fundió. Y se volvió a juntar. Le tuvo que explicar al Papa Francisco quién era él. «Quién hizo el gol del campeonato 95. ¡De qué cuadro sos…!«, lo chicaneó. Además de Veira, «un tipo al que amo», según acepta, lo dirigieron Griguol, «mi papá futbolístico», y Bianchi… ¿Bianchi? «El me debe más a mí que yo a él: fui el goleador que lo sacó campeón». El Galle ya arrancó a hablar y no para: «Mi mujer me dice que me tengo que callar, pero yo soy así…». Entonces, sigamos.
-Conociste a los argentinos más populares de la historia, Maradona y el Papa: ¿cómo fue el encuentro con el Francisco?
-Al Papa lo conocí en San Lorenzo. Sabía que era hincha, pero en ese momento era un cura más. Después fue Papa y la verdad que tenía muchas ganas de ir a verlo. Me fui con mi familia y le llevé la camiseta, que tenía el número 95 y el nombre de Gallego González. Entonces viene a donde estamos, está la barra y estás vos con él. Le dije a mi mujer: «Filma cuando venga que le voy a dar la camiseta». El papa se acercó y la abrazó a mi mujer, que no pudo de la emoción y se le cayó el teléfono. Por suerte estaba con unos amigos que me sacaron la foto. Le doy la camiseta de San Lorenzo y le pregunto si sabe quién soy. Y Francisco me dice; «No, no me acuerdo». Entonces le digo; ¿De qué cuadro sos vos? «San Lorenzo», responde el Papa. ¿Y quién salió campeón en el 95?, le vuelvo a preguntar. San Lorenzo, dice. ¿Y quién hizo el gol? El Gallego González, me contesta. Ahí, me reconoció y me dio un abrazo. Fue una una gran emoción que me dura hasta ahora.
Gallego González y su encuentro con el Papa Francisco. «Le lleve la camiseta de San Lorenzo con el número 95 y mi nombre», recuerda.
-¿Es cierto que le compraste un auto a Diego?
-Diego tenía una Nissan NX coupé y decía que la quería vender, que no la aguantaba más. El coche era descapotable y blanco. Y le dije: «Yo te la compro». Yo tuve mucha relación con Diego. Era imposible llevar a Diego a una escribanía para que firme la transferencia. No va ni en pedo (habla en presente). Encima, no pueden sacar el libro de la escribanía. Cuando les dije que era Maradona, agarró el libro, fuimos a la casa y firmamos. Iba por los peajes y me sentía Maradona. Si me paraba la policía chapeaba porque mostraba primero la cédula verde de Maradona, yo tenía la mía. Todavía tengo esa cédula verde.
-Te emociona hablar de Maradona…
-Sí, me emociona. Soy muy sensible, me emocionan las cosas. Pero a mí me gusta que me pasen estas cosas porque son mis sentimientos. Yo a Diego lo tuve siete días en mi casa. Lo llamaban y decía, «no, estoy». En esa época no había celulares.
-¿Por qué lo llevaste a tu casa?
-Un día se vino a casa, estaba Ruggeri, Gareca, Coppola. Hice un asado. Y el domingo se jugaba Argentina – Brasil en lo de Tinelli. Y Diego estaba enojado porque no iba. Le pregunto si va a jugar el domingo. Y me respondió que no lo invitaron. Entonces, le dije que me encargaba yo. Diego quería plata para ir. Entonces hago unas llamadas (N. de la R: habla de Marcelo Tinelli, pero no lo nombra). Y les digo: «¿Cómo no va a Diego a jugar el partido del domingo?». «No quiere venir», me respondieron. Ahí les comento que Diego si quería pero le tenían que pagar algo. Les dije una cifra y, si aceptaban, (Tinelli) tenía confirmar la presencia de Maradona en el programa. Entonces, Diego me pregunta y le digo: «Si, ahora Marcelo dice que estás es porque te van a dar la plata que pedí». Entonces, ponemos la tele y Marcelo dice que tiene una noticia para dar y no lo decía, se iba a la pausa. Al rato, Marcelo dice: «se confirma la presencia de Diego Armando Maradona el domingo y estamos comunicado con la casa del Gallego González que Diego está ahí». De repente, en mi casa, había 100 personas.
-¿Cómo recibió Diego a la gente?
-Salió al balcón y dijo: «Señores, gente querida, los quiero mucho a todos, pero váyanse, porque yo de acá no me voy. Así que váyanse porque hace mucho frío y no voy a salir». Más tarde apareció Tinelli y arreglaron. El domingo fuimos a jugar el partido y, después, fuimos a un restorán a comer. Volvimos para casa a dormir y me dice: «Mañana al mediodía quiero comer fideos».
-¿De verdad se fueron a dormir?
-Sí. No salimos. Nada. Y así lo tuve en casa y se quedó una semana. Estaba feliz. Y de lo otro que decían, que él consumía, a mí jamás, pero jamás me dijo nada, ni me propuso. Yo nunca lo hice en mi vida. Tampoco me interesó.
-¿También compartiste una Navidad con Diego?
-Estábamos todos en España: el Puma Rodríguez. Pumpido, Caniggia. Ruggeri dijo que fuéramos todos a su casa. Yo estaba con mi madre y mi padre. Y me dijo que los lleve. Todos nos quedamos a dormir, pusimos 19 colchones en el piso de la cochera. Llegó la Nannis con un vestido que era para una fiesta de los 100 años. Maradona vino de traje. Empezamos a comer, pero éramos una banda y Ruggeri no calculo tanto y no tenía cuchillos y tenedores para comer. Había comprado cuchillos de plástico y había hecho dos pavos. Entonces dice Ruggeri: ¿Con qué cortó el pavo? Los cuchillos se rompían. «Déjame a mí», dijo Diego. Y agarró el pavo con la mano y empezó a separar pedazos. La Nannis cuando vio eso, salió corriendo para la cocina. Era el primer día que lo conocía a Diego personalmente. Fue una noche soñada. A los 15 minutos, Diego ya tenía la corbata de vincha. Estaba sin saco, bailando. La pasamos muy lindo. Diego trajo una bolsa gigante con juguetes. ¿Y quién fue Papá Noel? Yo, tuve que ponerme el traje de Papá Noel. Una gran noche.
Gallego González, en una charla imperdible con Clarín. Foto: Maximiliano Failla.
«Quise despedir a mi viejo adentro de la cancha»
«Gallego/ querido/ Boedo está contigo», grita la hinchada de San Lorenzo. Esteban González acaba de hacer el gol de su vida. Al menos el más emotivo. El 2 de abril de 1995 se murió su papá. Le habían pegado un tiro y, tras años peleándola, cuando agonizaba le hizo un pedido al hermano del futbolista: «No le digas a Esteban así va a jugar». Lo veló hasta las 12 y a las 3 de la tarde apareció con el bolsito en el Nuevo Gasómetro. «Gallego, ¿qué querés hacer?», le preguntó Veira. «Lo quiero despedir adentro de la cancha», le respondió.
-¿Cómo pudiste jugar ese día con semejante dolor?
-Porque mi padre estuvo enfermo un tiempo largo y él siempre me decía: «Andá, andá». Cuando ganábamos cuatro a cero y yo no hacía un gol, no me hablaba: «Cómo van a hacer cuatro goles y vos no haces ninguno». Él quería que yo hiciera goles, me empujaba para que me fuera a jugar. Se murió a la noche, lo empezamos a velar a las 3 de la mañana. A las 11, lo enterré en el cementerio de Flores y a las 14.40 estaba en el vestuario. Llegué, y estaban todos mis compañeros. El Bambino me llevaba a un costado y me dice: «¿Qué querés hacer?». Le digo: «Quiero despedirlo adentro de la cancha». Arrancó el partido y estaba detonado. Faltaban 20 minutos y hago el gol. Y esas bestias que están atrás del arco empiezan a cantar: «Gallego/querido/Boedo está contigo». Es amor eterno. No hay nada que supere esto. Encima, después volví a Rosario e hice el gol del campeonato de cabeza. Salimos campeones después de 21 años.
El Gallego Esteban González cruzó la puerta de Clarín el martes 22 de abril a las 11 de la mañana. Unas horas antes, cerca de la medianoche del lunes, se conoció el video donde se ve al presidente de San Lorenzo recibiendo 25 mil dólares de una supuesta coima para fichar a un futbolista en las inferiores del club. A esa hora, el chat de ex jugadores, con los campeones del 95 a la cabeza, explotaba.
-¿Que sentiste cuando viste el video del presidente de San Lorenzo, Marcelo Moretti?
-Decían que era por la venta de unos pibes. No sé bien pero en las imágenes se ve que se está guardando plata en el bolsillo. ¿Por qué se guardó la plata? No lo sé. No lo compruebo porque no estuve ahí. No tengo las cosas bien claras. Pero si pasó, me parece una locura, y se tiene que ir del club. Es imposible que pase eso en un club. Y más en San Lorenzo, con los problemas y necesidades que tiene. Entonces me parece una locura, es inadmisible.
«Me encantaría que venga alguien con plata a San Lorenzo que solucione todos los problemas», admite el Gallego González. Foto: Maximiliano Failla.
-¿Cómo vivís la interna de San Lorenzo?
-Me duele que pasen las cosas que están pasando, que siempre cuando se empieza un campeonato se esté especulando que si este se va, se queda, si le deben a uno o te inhiben. Me encantaría que venga alguien con plata que solucione el problema y que no deje que pasen más estas cosas. No puede ser que toda la semana haya un problema con uno que se le debe o cada vez que empieza el libro de pases no se pueda incorporar porque está inhibido. Me parece una locura. Es muy grande San Lorenzo y gracias a Dios tiene la gente que tiene, que bastante se la aguanta porque van a la cancha y gritan.
-¿Hablaste en algún momento con Moretti?
-Sí, hablé con él antes de las elecciones, todos querían la foto. Yo me saco fotos todos los días, no tengo que sacarme una foto para las elecciones. Entonces no hice nada. Un día me preguntaron; en qué me veía en San Lorenzo para trabajar y le dije; «Si me dan el buzo de San Lorenzo, si quieren pinto la cancha por el amor que le tengo». Con tal de estar en San Lorenzo, lo que sea. Si me llaman para trabajar voy, aunque ya esté grande.
Mabel, «el amor de mi vida», el divorcio más caro del mundo y «¿por qué no te quedas acá y te dejas de romper los huevos?»
El Gallego González con Mabel y sus hijos Yamila y Fernando.
«Yo me equivoqué y me tuve que ir de casa», cuenta el Gallego con la honestidad brutal que lo caracteriza. Y enseguida dice como si continuara levantando un pagaré: «El amor de mi vida es Mabel». Se conocieron bien chicos, en el quiosco de Ferro, tuvieron a Yamila y Fernando, pero en los 90 el Gallego era un tipo súper popular y metió la pata.
-¿Qué pasó con Mabel?
-Me fui con otra piba y a los nueve meses me separé de esa chica. Estuve uno o des meses yendo a casa y los nenes, nuestros hijos Yamila y Fernando, me pedían que me quedara a dormir. Me acuerdo que yo les expliqué: «Mamá no quiere». Ahí, Mabel me mira a los ojos y me dice: ¿Por qué no te quedas acá y te dejas de romper los huevos? «Bueno, pero empezamos cero a cero, el que hace un gol en contra paga», le dije. Y un día en Pandemia, me fui a la AFA y me cruzo con una persona que me reconoció y justo era un juez que casaba. Le pregunté si me podía volver a casar con mi mujer porque nos habíamos divorciado. Compré la alianza, se la di a mi nieto y le dije que cuando se la pida, se la de al abuelo. Y nos casó. Nos dio la libreta y nos volvimos a casa.
-Hablaste de tu divorcio como si hubiera sido «el más caro de la historia».
-Nunca me interesó la plata, si para disfrutar con mi familia, para viajar, para esas cosas. Pero nunca pensé que iba a ser millonario jugando al fútbol o nunca pensé en juntar plata para el después, sino no me hubiera comprado 19 coches. Gané plata, pero me separé de mi mujer y ahí repartimos todo. Puse un bar, y el dueño del bar me dijo que si en un día de trabajo no recaudaba lo que cuesta el alquiler, que cierre porque me iba a fundir. Y así fue, me fundí.
-¿Hiciste plata?
-Quizá tendría que haberle hecho caso a Timoteo Griguolme gustaba gastar la plata, salir, viajar. Yo fui siete veces a Disney con mis hijos. Yo era feliz haciendo esas cosas, la disfrutaba.
El accidente que casi le corta la carrera al Gallego González
Esteban González jugó 412 partidos en Primera, convirtió 135 goles y obtuvo cinco títulos, dos con el histórico Ferro de Carlos Timoteo Griguol, gritó por duplicado también en el arranque del histórico Vélez de Bianchi y dio una vuelta con San Lorenzo, pero su carrera estuvo a punto de truncarse por un terrible accidente que sufrió en sus arranques en el equipo de Caballito: «En el 84 me rompí la cadera y estuve mucho tiempo parado. Un sábado iba con una chica a comer pastas a la casa de mi vieja y una cruzó en rojo, me la pegó y quedé clavado en un bar de Belgrano y 9 de Julio, con el motor al lado de la caja de cambios. No me podía mover y la chica se desmayó del golpe que se dio en la cabeza. Al rato me desmayé yo y aparecí en el Ramos Mejía».
-¿Estuvo en riesgo tu carrera?
-Sí, tuve que encarar una recuperación impresionante. El doctor me dijo, va a ser difícil que vuelvas a jugar. Y yo le respondí: «Usted déjeme derecho que yo me arreglo». Me metía en el gimnasio todo el día, de 9 a 18. Me hacían saltar. Había 100 pelota de vóley y me tiraba las 100 pelotas y después me las hacía juntar y arrancamos de nuevo. Un sacrificio enorme, jugué 15 años más.
-Fue fácil definir al amor de tu vida, pero en el fútbol quién fue el DT que más te marcó, al que más afecto le tenés: ¿Griguol, Veira o Bianchi?
-Yo al Bambino lo amo, por todo lo que vivimos en San Lorenzo, pero Timoteo fue un padre para mí. Me enseñó todo, hasta a hacer el nudo de la corbata. Lástima que no le hice caso.
-¿Por qué lo decís?
-Timoteo era especial decía: «Compren departamentos, no se compren coches…». Y bueno, yo no le hice caso y me compré 19 autos en 17 años. Me gustaban los coches.
-¿Y Bianchi?
-Bianchi me tiene que agradecer a mí: le hice 21 goles en el equipo de Vélez campeón. No me ponía y la gente pedía, «Gallegooo, Gallegooo». Después cambiaron al goleador del torneo por un lateral. Fue raro. Yo creo que él me tiene que agradecer.